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Enzo estaba sentado en una mesa con sus amigos, un vaso de Red Label en la mano y la música retumbando a su alrededor. Había salido a despejarse, a intentar olvidar por un rato todo lo que sentía por Julián. Pero claro, siempre había alguien que lo hacía más difícil. Ese día, eran Franco y Nico.

—Eh, Enzo, ¿qué pasó con el Juli? —preguntó Franco, con esa sonrisa canchera que siempre le sacaba de quicio.

Nico se rió, agregando: —¿Lo tenés escondido o ya te hartaste?

Enzo apretó los dientes, tratando de no explotar de una. Sabía cómo eran esos dos. Siempre buscando el punto débil, siempre queriendo hacer una joda a costa de los demás. Durante años había aprendido a ignorarlos, a dejar que sus comentarios le resbalen. Pero con Julián era distinto. Julián le importaba, y mucho. No iba a dejar que lo jodieran con él.

—Cortenla —respondió, sin siquiera levantar la mirada del vaso.

Pero Franco no se detuvo. —Da, amigo, si es un chiste nomás. Además, todos sabemos que te tenía cortito.

Nico, como siempre, siguió el juego. —Se notaba, eh. ¿No era medio tóxico estar todo el día con él?

Esa frase fue la gota que rebalsó el vaso. Enzo apoyó el vaso de golpe sobre la mesa, salpicando un poco de cerveza, y los miró con una mezcla de bronca y decepción.

—¿Me estás cargando? —les dijo, con la voz más baja de lo normal, pero tensa—. Ustedes no tienen idea de nada.

Franco levantó las manos en señal de rendición, aunque la sonrisa burlona no desapareció de su cara. —Tranquilo, loco. Solo te estamos jodiendo. Si te ponés así es porque algo hay...

—No, me pongo así porque siempre la misma mierda con ustedes. Julián no era tóxico, ni me tenía cortito. Ustedes siempre fueron los que buscaron meterle mierda a todo.

Nico quiso intervenir, pero Enzo ya estaba caliente. Sabía que esos dos no entendían lo que él sentía por Julián, y tampoco les importaba. Ellos veían su relación como un motivo de joda más, algo de lo que reírse y descalificar. Pero para él, Julián era otra cosa. Era el pibe que lo hacía sentirse completo, el que le daba ganas de ser mejor. Y ahora, cada vez que lo mencionaban de esa manera, lo único que conseguían era hacerlo sentir peor.

—¿Y sabés qué? —continuó Enzo, ya sin contenerse—. Es fácil hacerse los vivos cuando no están en el lugar de uno. Julián vale mil veces más que ustedes dos juntos.

Franco se quedó callado, sorprendido por la intensidad de las palabras de Enzo. Nico lo miró, medio incómodo, sabiendo que había cruzado una línea. Pero Enzo no había terminado.

—Ustedes piensan que todo es un chiste, que pueden decir lo que quieran porque no les importa nada. Pero a mí sí me importa. Y si no les gusta, vayan a joder a otro.

Se levantó de la mesa de golpe, tirando las llaves del auto en la mesa para que Paulo las agarrara. —Me voy. Cuidame el auto —le dijo a Paulo, quien miraba la situación en silencio, sabiendo que no era su lugar meterse.

Enzo salió del boliche con la cabeza a mil. Le hervía la sangre. Sabía que tenía que mantener la calma, que no valía la pena pelearse con sus amigos por cosas así, pero no podía evitarlo. Porque cada vez que se trataba de Julián, todo lo que sentía se intensificaba.

Sabía que parte de la culpa de que todo se fuera al carajo en su relación con Julián era suya. Lo sabía. Se había dejado llevar por los comentarios de gente como Franco y Nico, había permitido que, más de una vez, su actitud cambiara cuando estaba con ellos. Había sido un idiota, y lo sabía.

Pero también sabía que no podía volver el tiempo atrás. Ahora, lo único que le quedaba era la bronca y el arrepentimiento. Y esa sensación constante de que, tal vez, ya era demasiado tarde para arreglar las cosas.

Enzo caminaba por las calles de la ciudad, con el ruido del boliche todavía resonando en el fondo y su mente a mil. El aire fresco le pegaba en la cara, pero no alcanzaba para calmar el incendio que tenía adentro. Estaba harto de esos dos, harto de cómo siempre intentaban rebajar lo que había sentido por Julián, como si su relación fuera una joda más. Pero lo que más le dolía era saber que, en parte, les había dado espacio para eso. Durante mucho tiempo, había dejado que sus comentarios influyeran en cómo actuaba con Julián, y eso era algo que no podía perdonarse.

Mientras caminaba, los recuerdos de su relación con Julián volvían una y otra vez. Todas las veces que había salido con esos dos pelotudos, sabiendo que a Julián le molestaba, que no se sentía cómodo con ellos. Julián nunca le había pedido que dejara de juntarse con sus amigos, pero Enzo siempre había sentido esa tensión cuando ellos se pasaban de la raya, haciéndolo actuar de una manera que no era realmente él. Era como si, cuando estaba con Franco y Nico, tuviera que demostrar algo, ponerse una careta que no encajaba con lo que realmente sentía.

Enzo se detuvo en una esquina, respirando profundo. Se pasó las manos por la cara, como si eso fuera a borrar todo lo que lo estaba consumiendo. No podía evitar pensar en cómo todo había cambiado desde la pelea, en cómo habían pasado esos cuatro meses. Cuatro meses en los que se había sentido más solo que nunca, a pesar de estar rodeado de gente. Cuatro meses en los que había intentado seguir adelante, pero cada vez que veía algo que le recordaba a Julián, todo se derrumbaba.

Y ahora, después de esa noche, se daba cuenta de algo que ya había empezado a sentir desde hacía tiempo: Julián siempre había estado solo en esa pelea con sus amigos. Siempre había sido él el que aguantaba, el que se quedaba callado cuando las bromas pasaban el límite, el que sonreía incómodo mientras los otros se reían. Y Enzo, en vez de defenderlo, se había quedado en silencio.

Eso lo hacía sentirse peor.

Metió las manos en los bolsillos y siguió caminando. Había algo que sabía que tenía que hacer. Sabía que si quería arreglar las cosas con Julián, si de verdad quería mostrarle que había cambiado, tenía que cortar de raíz con la gente que lo llevaba por mal camino. Franco y Nico no eran sus amigos de verdad. Ellos no lo entendían, no valoraban lo que tenía con Julián. Solo eran dos pibes que vivían de la joda y de reírse de los demás. Enzo necesitaba rodearse de gente que lo aceptara, que entendiera lo que de verdad sentía por Julián.


 𝗧𝗛𝗘 𝟳 𝗧𝗛𝗜𝗡𝗚𝗦 𝗜 𝗛𝗔𝗧𝗘 𝗔𝗕𝗢𝗨𝗧 𝗬𝗢𝗨 ꩜ .ᐟ JULIENZODonde viven las historias. Descúbrelo ahora