El Dragón y la Hoja.

3 3 0
                                    

- ¿Kurayami? Pero si ese es el nombre de mi bisabuelo… –

Pensó Rykard mientras trataba de descifrar que era lo que le hablo desde ese trono viejo. 

Luego de decir eso, aquel ente extendió unas alas gigantescas, no por mucho tiempo al sentir que ese tal ¨Kurayami¨ no repondia, las volvió a esconder y el trono giro hacia Rykard.

Rykard quedo sorprendido, era un hombre, de aproximadamente 30 años, tenía un tono de piel claro. Vestía un kimono (vestidura japonesa de antaño), este era de color negro con símbolos antiguos de un color morado encendido que parecían dibujados con llamas, llevaba sandalias negras sus ojos eran del mismo color que los símbolos del kimono y tenía una barba de candado, era como ver a un mafioso japones de la antigüedad.

- Espera, tu no eres Kurayami… ¿Quién eres tú? – 

Dijo aquel hombre con un tono amenazante, mientras sostenía una copa de vino.

- Me… Me llamo Rykard, Kurayami era el nombre de mi difunto bisabuelo –

Dijo Rykard con una voz temblorosa, apenas podía estar de pie por el temor.

- Ya veo, asi que, ¿tu bisabuelo hm?, parece que he estado dormido mucho tiempo, y ese tonto ya paso a mejor vida, sin avisarme… -

Dijo el hombre, ahora se veía pensativo y misterioso.

Rykard tomó el valor de preguntar 

- Señor, como usted conoce a mi abuelo, ¿quién o que es usted? – 

Dijo ya mas firme, según el para aparentar seguridad. 

- Tienes razón, no me he presentado, que imprudente de mi parte, mi nombre es Murasaki, soy una bestia mítica, tu bisabelo y yo eramos buenos amigos –

Dijo aquel hombre (ahora, Murasaki).

- ¿Una bestia antigua? –

Pregunto Rykard, pues de bestia, solo tenia sus modales.

- Es cierto, Aún no lo has visto –

Dijo Murasaki mientras Rykard observaba como su tamaño incrementaba, le salían alas aún más gigantes que anteriormente y se deformaba.

Finalmente, vio su verdadera forma, un dragón de 120 metros de altura aproximadamente, sus escamas eran gruesas y afiladas, color negro y parecían hechas de obsidiana, sus garras gigantescas, sus dientes afilados, y sus ojos, enormes, pero lo que más llamaba la atención, era que en los espacios que habían entre cada escama, se podía observar un color morado intenso, parecía lava fluyente, pues desprendía calor cual volcán.

Sus ojos, del mismo color pero estos desprendían llamas moradas

Rykard estaba al punto del colapso por lo que había observado, pero Murasaki alzo la voz con un tono mucho más grave que el anterior y conto su historia y la de su amistad con Kuriyami 

En la creación, existió una bestia hecha para torturar al mundo, el Leviatán, esta bestia, al verse sola, procreo ella misma a dos bestias más, El Dragón Draco y a un ser marino con apariencia de pulpo y cuerpo de gigante, Cthulhu, estas bestias esperan en silencio, pero siguieron naciendo muchas más, y la humanidad al enterarse, las veneraba y ofrecia sacrificios a estas para salud, riquezas, amor, y lo más importante, para asegurarse de no desatar la furia de estos

Murasaki Es un Dragón que fue venerado por generaciones en japón, vivía plácidamente en una cueva y no interactuaba con los humanos.

 Hasta que llego la guerra, los japoneses iban perdiendo contra los americanos, sin saber que hacer, recurrieron a Murasaki, Murasaki se negó rotundamente a apoyar en la guerra

- Humanos, ¿Por qué he de aportaros mi ayuda, si esto es provocado por vuestra misma especie? Apartense de mi vista y no me molesten para esas estupideces. –

Esa fue la respuesta de Murasaki, los japoneses, indignados, acudieron a otro dragón al que no veneraban, pero conocían su existencia, su nombre era Hiiro.

Los japoneses sacrificaron a tres hombres y dos niños para agradarle a Hiiro, fueron a donde el y los ofrecieron

- Humanos, se habían tardado, ¿Qué pasa, Murasaki ya no los trata como niños y vienen a mí por protección? –

Dijo Hiiro, con un tono de burla y arrogancia, pues el y Murasaki nunca se llevaron bien

Los japoneses le pidieron ayuda para tener a Murasaki bajo la las manos de ellos, a lo que Hiiro accedió si se trataba de acabar con el, les otorgó una katana que con solo tocar el corazón de la presa, el alma quedaba atrapada

Los más valientes, sin esperar más, se escurrieron en la cueva de Murasaki mientras dormía y atravesaron sus escamas llegando al corazón, y asi, tal cual dijo, Hiiro, su alma quedo atrapada en la Katana.

El Juicio FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora