5

32 6 1
                                    

POV OLIVIA JONES

Esa mañana me desperté más nerviosa de lo habitual. Sabía que hoy era la gala, pero lo que no esperaba era que Wilhemina Venable decidiera enviarme un mensaje a las 8 de la mañana con instrucciones claras de no ir a la oficina. En lugar de eso, debía quedarme en casa para alistarme.

Flashback: La pequeña discusión

Cuando recibí su mensaje, me apresuré a responder.

Olivia Jones: "Señorita Venable, estoy lista para ir a la oficina. No es necesario que falte hoy. Puedo alistarme después."

Su respuesta fue inmediata, y casi pude imaginar su tono impaciente.

Wilhemina Venable: "Señorita Jones, le estoy diciendo que se quede en casa. No voy a repetirlo. Necesito que esté en perfectas condiciones para esta noche, y eso no sucederá si pasa todo el día en la oficina."

Frustrada, decidí llamarla.

—Señorita Venable, realmente no es necesario que me quede en casa todo el día —le dije, esperando que mi voz no revelara lo molesta que me sentía—. Podría trabajar hasta el mediodía y luego prepararme.

—Olivia, esto no es negociable —su tono era firme, pero algo en su voz denotaba una extraña preocupación—. No quiero que te veas agotada o descuidada para esta noche. Ahora, haz lo que te digo.

—Pero no soy una muñeca a la que puedan ordenar cada movimiento. Puedo decidir cuándo es mejor prepararme —repliqué, sorprendida de mi propia valentía.

Se hizo un silencio incómodo al otro lado de la línea, hasta que Venable respondió con un tono más suave pero cargado de determinación.

—Lo sé, Olivia. Pero confía en mí. Necesito que estés impecable esta noche. Es importante. Por favor, haz lo que te digo.

Suspiré, sabiendo que no tenía sentido discutir más.

—Está bien, señorita Venable. Me quedaré en casa.

—Gracias —respondió con una calma que no había anticipado—. Nos vemos esta noche.

Pasé el resto del día en casa, intentando no pensar demasiado en lo que significaba esa invitación. Los diseñadores volvieron por la tarde para dar los toques finales, y para cuando terminaron, me sentía completamente diferente. El vestido burdeos ceñido a mi figura, los tacones altos y el maquillaje perfecto me hacían sentir como una versión distinta de mí misma. Me sentía poderosa, pero también muy vulnerable.

A las siete en punto, el timbre sonó. Sabía que era Venable.

Abrí la puerta, y ahí estaba ella, vestida en un traje morado oscuro que realzaba su figura. Su expresión era estoica, pero noté cómo sus ojos me recorrieron de arriba a abajo con una mezcla de aprobación y algo que no pude identificar del todo.

—Señorita Jones, se ve... adecuada —dijo, su voz más baja de lo habitual.

—Gracias, señorita Venable —respondí, aunque me sentí un poco decepcionada por su comentario tan neutral. A pesar de eso, pude notar algo diferente en su mirada.

Ambas bajamos al auto que la esperaba afuera, un elegante sedán negro. El trayecto fue en su mayoría en silencio, salvo por algunos comentarios de Venable sobre la importancia de la gala y las personas con las que íbamos a interactuar. Yo asentía, intentando no dejarme llevar por el nerviosismo que sentía al estar tan cerca de ella.

En la gala

El salón de la gala era todo lo que imaginaba y más. Candelabros enormes colgaban del techo, las luces brillaban suavemente y la gente vestida de gala se mezclaba en conversaciones mientras la música de fondo sonaba elegantemente.

Deseos morados - Wilhemina Venable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora