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POV OLIVIA JONES

El auto avanzaba por las calles oscuras de Los Ángeles, pero mi mente estaba atrapada en los eventos de la noche. Las palabras de Venable resonaban en mi cabeza una y otra vez. No esperaba verla así, tan fuera de control. ¿Celos? ¿Por qué habría estado celosa? No tenía sentido. Era mi jefa, una mujer tan segura de sí misma y siempre tan distante... Y, sin embargo, algo en su actitud esa noche fue completamente diferente. Su mirada cuando Michael se me acercó, la firmeza con la que me sacó de la conversación. Nunca pensé que pudiera ser capaz de mostrar ese tipo de emoción, al menos no hacia mí.

Me mordí el labio mientras mi mente repasaba cada interacción que habíamos tenido desde que la conocí. Al principio, había sido estricta, implacable, como una muralla impenetrable. Pero últimamente, había habido momentos de vulnerabilidad, de algo más profundo. Y esa noche... ¿Qué significaba todo eso?

—Olivia, ya llegamos —la voz de Cate me sacó de mis pensamientos, haciendo que diera un pequeño respingo.

Miré a mi alrededor, dándome cuenta de que estábamos estacionadas frente a mi departamento.

—Oh, gracias, Cate —murmuré, abriendo la puerta lentamente.

Cate me miró con una expresión de preocupación, como si supiera que algo andaba mal.

—¿Estás bien? —preguntó suavemente—. Wilhemina puede ser difícil a veces, pero... no deberías dejar que te afecte tanto.

Asentí, intentando sonreír.

—Estoy bien. Solo fue una noche extraña, eso es todo.

—Bueno, si necesitas hablar, sabes que puedes contar conmigo. No dejes que la tormenta Venable te consuma, ¿sí?

Sonreí un poco más genuinamente esta vez.

—Lo intentaré. Buenas noches, Cate.

—Buenas noches, Olivia.

Salto en el tiempo

El sábado amaneció gris y lluvioso, lo que combinaba perfectamente con mi estado de ánimo. No tenía que trabajar ese día, gracias a Venable, pero mi mente seguía dándole vueltas a lo que había pasado en la gala. Pasé la mayor parte del día en mi pequeño departamento, intentando distraerme con tareas domésticas y algunos proyectos de la universidad. Cada tanto, revisaba mi teléfono, esperando tal vez un mensaje de disculpa o una explicación de Venable. Pero nada llegó.

El domingo fue similar. Mis amigos me invitaron a salir, pero decliné, alegando que tenía demasiado trabajo que hacer. En realidad, no podía dejar de pensar en el lunes, cuando tendría que enfrentar a Wilhemina nuevamente. ¿Me trataría diferente después de lo que había sucedido? ¿O actuaría como si nada hubiera pasado?

Lunes: Un nuevo día en Kineros Robotics

Cuando llegué a la oficina el lunes por la mañana, traté de mantener la calma. La recepción estaba tranquila, y el sonido del tecleo de las secretarias era lo único que rompía el silencio. Me dirigí a mi escritorio, intentando prepararme mentalmente para lo que fuera que ocurriera ese día.

No tuve que esperar mucho para ver cómo iba a ser la jornada. Desde el momento en que Wilhemina entró en la oficina, fue más brusca y fría que nunca. Cada instrucción que me daba estaba llena de una especie de dureza que me resultaba casi hostil. No era la primera vez que me hablaba con cierta frialdad, pero hoy parecía que estaba empeñada en mantenerme a distancia.

—Señorita Jones, los informes deben estar listos para las tres. No quiero excusas —dijo, sin siquiera mirarme cuando me entregó un montón de papeles.

—Sí, señorita Venable —respondí, intentando no mostrar cómo me afectaba su actitud.

A pesar de todo, no pude evitar sentir una ligera molestia. ¿Acaso esto tenía algo que ver con lo que pasó en la gala? ¿Estaba castigándome por algo que ni siquiera entendía del todo?

Mientras intentaba concentrarme en mi trabajo, mi computadora emitió un pequeño sonido, indicando la llegada de un correo. Lo abrí y me quedé sorprendida al ver que era de Michael Langdon.

Correo de Michael Langdon: "Hola, Olivia. Espero que hayas tenido un buen fin de semana. Quería invitarte a salir después del trabajo, tal vez tomar algo y conocernos mejor. ¿Qué dices?"

Me quedé mirando la pantalla, dudando. Después de lo que pasó en la gala, sabía que no debía involucrarme con Michael. No quería más problemas con Venable, y además, su actitud durante la fiesta no había sido del todo de mi agrado.

Decidí ser directa y responder.

Olivia Jones: "Hola, Michael. Agradezco la invitación, pero creo que sería mejor no mezclar lo personal con lo laboral. Espero lo entiendas."

Sin embargo, no pasaron ni diez minutos cuando recibí otra respuesta.

Michael Langdon: "Vamos, Olivia. Solo será una salida inocente. Nada que Venable deba saber. No te preocupes, sé cómo manejar estas cosas."

Suspiré, sintiéndome un poco presionada. Pero al final, acepté.

Olivia Jones: "Está bien, podemos salir, pero solo por un rato. Nos vemos a las seis."

Al dar las seis de la tarde, recogí mis cosas y me dirigí hacia la salida. Michael me esperaba afuera, sonriendo con una actitud confiada. Sin embargo, no sabía que desde la ventana de su oficina, Wilhemina observaba todo. Su mirada fría se clavó en mí, y algo en su expresión me hizo sentir como si estuviera haciendo algo terriblemente mal.

Cate, quien estaba a su lado, lo notó.

—¿Vas a seguir haciendo esto? —preguntó, su tono lleno de frustración.

Wilhemina no respondió de inmediato. Solo siguió mirando mientras Michael me abría la puerta de su auto.

—Esto es ridículo, Venable. ¿Vas a seguir castigando a Olivia por algo que ni siquiera entiendes tú misma?

Wilhemina finalmente apartó la mirada de la ventana, sus ojos llenos de una mezcla de confusión y rabia.

—No sé de qué estás hablando, Cate —dijo, aunque su tono no era convincente.

Cate bufó y cruzó los brazos.

—Oh, claro que lo sabes. Estás celosa, y en lugar de enfrentar tus propios sentimientos, prefieres actuar como una niña malcriada. ¿Cuánto tiempo más vas a seguir comportándote como si no te importara? Sabes muy bien que Olivia no tiene la culpa de nada.

—¡No estoy celosa! —respondió Wilhemina con más fuerza de la necesaria—. Solo estoy preocupada porque Michael Langdon es un imbécil, y no quiero que Olivia se meta en problemas.

Cate la miró con una mezcla de lástima y enfado.

—Eso es pura basura, y lo sabes. Tú nunca te preocupas por las decisiones personales de nadie más en esta oficina, así que no me digas que es por su bienestar. Esto es personal, Wilhemina, y te está afectando más de lo que quieres admitir.

Wilhemina no respondió. Cate, viendo que su amiga no iba a admitir lo evidente, dejó escapar un suspiro cansado.

—Si realmente te importa, entonces haz algo al respecto. Deja de esconderte detrás de esa máscara de dureza y aclara tus sentimientos, porque estás empujando a Olivia hacia alguien que no se merece ni su tiempo.

Con esas palabras, Cate salió de la oficina, dejando a Wilhemina sumida en sus propios pensamientos, mientras en la calle, Michael y Olivia se alejaban en su auto.

Deseos morados - Wilhemina Venable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora