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1821
El general Iturbide se encontraba en su despacho pensado en un plan para cesar los constantes ataques insurgentes hacia las tropas realistas, lo mejor que se le ocurrió fue mandar una carta para proponerle la paz y la conciliación en un momento crítico tanto para el movimiento independentista como para la Nueva España:
¹10-01-1821, Cuaulotitlan Muy señor mío: Las noticias sobre su buen carácter e intenciones me motivan a escribirle en favor del bienestar de nuestra patria. Le propongo que cesemos las hostilidades y se someta a las órdenes del gobierno. Yo mantendré el mando de sus tropas y le proporcionaré auxilios para su subsistencia.
Nuestros representantes en España han marchado con ideas liberales que promoverán la justicia y el bienestar para todos los ciudadanos de la Nueva España. Estoy convencido de que harán todo lo posible para nuestra felicidad. Sin embargo, si no se nos concede la justicia, estaré dispuesto a defender nuestros derechos con mi espada y recursos.
Le aseguro que mi propuesta proviene del deseos sincero de lograr la paz. Estoy dispuesto a esperar su respuesta y, si lo considera conveniente, puede enviar a alguien de confianza para dialogar conmigo.
El señor Dios de los ejércitos me concede este placer; y usted entre tanto disponga de mi buena voluntad, seguro de que le complacerá en cuanto sea compatible con su deber, su atento servidos que le estima y S. M. E. Agustín de Iturbide. Sr. D. Vicente Guerrero.
Iturbide le colocó a la carta el sello realista de su ejército y mandó a llamar a un mensajero para que se lo entregara a Guerrero al lugar donde se escondía. Ni lento ni perezoso en mensajero agarro su caballo y se dirigió a la selva donde se encontraba el otro hombre, se tardo aproximadamente nueve días en llegar a su destino siendo recibido por el mismísimo Guerrero junto con cuatro de sus hombres, todos armados. —Bajen las armas, os vengo a entregar una carta dirigida al Señor Don Vicente Guerrero en nombre del General Agustín de Iturbide. He venido solo y desarmado para no dar pie a malos entendidos. —¿Qué le hace creer que confiare en sus palabras?— cuestiono Guerrero. —Esto.— le respondió a la par que metía cuidadosamente su mano al saco para sacar la carta mientras que su otra mano la mantenía alzada. Guerrero con desconfianza se acercó a tomar la carta pero al momento de agarrarla el mensajero habló. —El General Iturbide espera una pronta respuesta a su carta, sin más que decir me retiro. El mensajero tal cual como llegó se fue, sin desperdiciar ni un solo segundo. —Don Chente, ¿qué dice la carta?— dijo mientras le daba un leve codazo en el brazo. —No lo sé José, regresáramos al campamento y ahí lo leeremos entre todos. Los cinco hombres se dirigieron al campamento, ansiosos por saber su contenido.
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