El amanecer apenas comenzaba a teñir el cielo cuando Kira deambulaba por las calles de la ciudad, tambaleándose visiblemente. Su cabeza giraba, y sus pasos eran torpes, producto de las incontables copas que había consumido durante toda la noche en un bar nocturno. Su cuerpo, liviano y fuera de control, la hacía parecer un fantasma en medio de la calma de la madrugada. No había ni un alma conocida a su alrededor, solo las luces tenues de la ciudad que parpadeaban sobre su figura desorientada.
Kira tarareaba fragmentos de canciones mientras sus palabras se mezclaban en una melodía ininteligible. No sabía a dónde iba ni cuánto tiempo llevaba caminando. Solo sabía que no quería regresar a casa, no quería enfrentarse al dolor que la aguardaba entre esas cuatro paredes. El alcohol le daba esa sensación de libertad momentánea, aunque supiera que la caída sería dura cuando todo acabara.
De repente, las sombras de tres hombres comenzaron a acercarse desde una esquina. Sus ojos la observaron con malas intenciones, evaluando su estado vulnerable. Se acercaron con sigilo, como depredadores acechando a su presa. Uno de ellos le hizo una señal a los demás, y antes de que Kira pudiera darse cuenta, uno la tomó del brazo mientras los otros dos comenzaban a guiarla hacia un oscuro callejón. Ella estaba tan perdida en su embriaguez que apenas notó el peligro inminente.
—Vamos, preciosa, acompáñanos —dijo uno de los hombres con una sonrisa torcida.
Justo cuando parecía que el destino de Kira estaba sellado, una sombra irrumpió en el callejón con velocidad. En cuestión de segundos, el hombre que la sostenía fue derribado con un puñetazo directo al rostro. Los otros dos intentaron reaccionar, pero fueron golpeados con la misma rapidez. El extraño luchador no les dio tiempo para defenderse. En menos de un minuto, todos estaban en el suelo, retorciéndose de dolor.
El hombre levantó a Kira con cuidado y la cargó en sus brazos, alejándola de aquel lugar. Sus movimientos eran firmes pero delicados, y aunque Kira estaba demasiado borracha para resistirse o entender lo que estaba pasando, de alguna manera, se sintió segura.
Horas después, cuando la resaca comenzó a hacer efecto, Kira se despertó en una cama desconocida. Sus ojos recorrieron la habitación con desconcierto. El techo, las paredes, los muebles... nada le era familiar. Sintió el miedo recorriéndole el cuerpo. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? Su corazón comenzó a latir con fuerza mientras su mente trataba de recordar los acontecimientos de la noche anterior. El pánico se apoderó de ella al pensar que algo terrible podría haberle ocurrido.
Rápidamente, se levantó de la cama, temblando. Sintió una punzada de dolor en la cabeza debido al exceso de alcohol, pero la adrenalina la mantenía alerta. Miró alrededor en busca de algo con lo que defenderse. Agarró una lámpara de la mesita de noche y comenzó a caminar sigilosamente hacia el origen de un leve ruido que provenía de la cocina.
Sus pensamientos se arremolinaban en su cabeza. ¿Quién la había llevado ahí? ¿Qué le habrían hecho? La paranoia se apoderaba de ella. Cuando llegó a la cocina, el hombre que había rescatado estaba de espaldas, cocinando tranquilamente. Kira, impulsada por el miedo, levantó la lámpara y, sin pensarlo dos veces, la estampó contra su cabeza.
—¡Ah! —gritó el hombre, girándose bruscamente, sujetándose la cara con una mano.
Kira soltó un chillido al ver que era Nicholas, el actor que había estado idolatrando en silencio. Su corazón se detuvo por un instante, y su rostro palideció.
—¡Nicholas! —gritó, soltando la lámpara y llevándose las manos a la boca. —¡Oh Dios mío! ¡Lo siento mucho! No sabía que eras tú, pensé que... —Las palabras se le atragantaban mientras se acercaba para examinarlo, temiendo haberle causado una herida grave.
Nicholas, aún sujetándose la cara con una mano, la miró con una mezcla de sorpresa y diversión. Una sonrisa juguetona apareció en sus labios, a pesar del dolor.
—Vaya, Kira... —dijo con tono burlón—. Si así es como agradeces a alguien que te salva la vida, me pregunto cómo será cuando estés enfadada.
Kira se quedó boquiabierta, sin saber cómo responder. Su rostro se tiñó de rojo, y sus manos temblaron mientras trataba de disculparse de nuevo.
—Lo siento, de verdad, no sabía qué... Pensé que me habías hecho algo malo... —murmuró, evitando mirarlo a los ojos, todavía sonrojada.
Nicholas soltó una pequeña risa, aún masajeándose la cabeza.
—Bueno, ahora lo sabes—dijo mientras la miraba con una sonrisa—. Pero tranquila, estoy bien. Aunque quizá debas recordarme no hacerte enfadar nunca.
Kira soltó una pequeña carcajada, aún nerviosa, pero aliviada de que Nicholas no estuviera realmente herido. La tensión del momento se disipó poco a poco, mientras ambos se quedaban en la cocina,intentando procesar lo extraño de la situación.
Kira no podía creer que, de todas las personas, Nicholas fuera quien la hubiera rescatado. Sentía una mezcla de vergüenza y gratitud, pero sobre todo, una sensación de seguridad que no había sentido en mucho tiempo. Y aunque aún estaba confundida por todo lo que había pasado, no pudo evitar pensar que tal vez este inesperado encuentro cambiaría algo en su vida.
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I have to protect her [Nicholas Chavez y tú]
FanfictionKira Mendoza es una joven actriz y cantante que ha conquistado el mundo del entretenimiento. Conocida por su papel en la exitosa serie de Netflix Stranger Things, también ha brillado en producciones como Descendientes y Fear Street. En el ámbito mus...