Kira no dejaba de pensar en la escena de la azotea. Aquel momento con Nicholas había sido uno de los pocos respiros que había tenido en años, pero también había despertado algo en su interior, una especie de alarma que le recordaba que, por más que quisiera avanzar, el pasado la seguía atando. Esa mañana se levantó temprano, aún sintiendo las emociones a flor de piel. No se atrevió a mirar a Nicholas mientras recogía sus cosas, ya que no había dormido en su departamento, sino en el de él, en una especie de acto de huida que ni ella misma entendía del todo.
Al salir del apartamento, sintió el aire fresco de la ciudad golpear su rostro. Era como si con cada paso que daba intentara escapar de las sombras de su pasado. Caminó sin rumbo durante horas, las manos en los bolsillos, la cabeza gacha, buscando respuestas en un laberinto de pensamientos que no dejaban de atormentarla. Su teléfono vibró varias veces con mensajes de Nicholas, pero los ignoró. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarse a la verdad, a él, pero en ese momento necesitaba espacio.
Entró en una pequeña cafetería, casi vacía a esas horas de la mañana, y pidió un café negro. Mientras esperaba, su mirada se perdió en las gotas de lluvia que empezaban a deslizarse por la ventana. Era como si el cielo también estuviera cargado de esa tristeza inescapable que la perseguía. Se sentó en una mesa al fondo, buscando refugio en la soledad. Tomó un sorbo de su café, pero el amargor no consiguió sacarla de su ensimismamiento.
Los recuerdos comenzaron a filtrarse en su mente, como un veneno que la desgastaba poco a poco. Las peleas con su padre, los gritos, los golpes. Los intentos fallidos de escapar de aquel infierno. Cerró los ojos, intentando alejar esas imágenes, pero no podía. Las cicatrices en su piel eran profundas, pero las del alma dolían mucho más.
En un impulso, sacó su teléfono y revisó las últimas fotos que había subido a Instagram. La fachada de una vida perfecta, llena de conciertos, rodajes y momentos felices con sus compañeros de trabajo. Nadie sospechaba lo que pasaba detrás de las cámaras, detrás de las sonrisas ensayadas. Todo era un espectáculo cuidadosamente montado para ocultar la verdad. Y Nicholas... él había empezado a ver más allá de las apariencias.
Justo cuando estaba a punto de cerrar la aplicación, su teléfono vibró de nuevo. Esta vez no era Nicholas, sino un número desconocido. Con el ceño fruncido, respondió la llamada.
—¿Kira Mendoza? —La voz al otro lado del teléfono era fría y distante.
—Sí, soy yo —respondió ella, su tono cauteloso.
—Tenemos una orden de desalojo para su padre. Usted figura como su contacto de emergencia. Si no responde, procederemos con el protocolo correspondiente.
El corazón de Kira se detuvo por un segundo. El mundo a su alrededor pareció desmoronarse de golpe. Había estado intentando alejarse de su padre, evitar ese contacto tóxico, pero ahora él volvía a irrumpir en su vida de una manera inesperada. La orden de desalojo significaba que la situación había llegado a un punto crítico.
—¿Cuándo? —logró preguntar, aunque su voz salió apenas como un susurro.
—Mañana. Necesitamos que firme algunos documentos. Le enviaremos la dirección del lugar.
Kira colgó el teléfono, paralizada. La palabra "mañana" resonaba en su cabeza como un eco incesante. No quería volver a esa casa, a ese lugar que tanto la había destruido. Pero la realidad era implacable, y sabía que no podía seguir huyendo para siempre.
Terminar su café de un solo trago fue más una reacción automática que una decisión consciente. Se levantó de la mesa y salió de la cafetería, sintiendo cómo la lluvia comenzaba a caer con más fuerza. Mientras caminaba por las calles mojadas, su mente giraba en mil direcciones. Podía enfrentarse a todo lo que había pasado, o podía seguir escapando, pero sabía que ninguna de las dos opciones era fácil.
Decidió que antes de hacer cualquier cosa, debía ver a Nicholas. Había sido injusta al ignorar sus mensajes, especialmente después de lo que él había hecho por ella la noche anterior. No podía simplemente desaparecer sin decir nada, y aunque no sabía qué pasaría después, necesitaba hablar con él.
Cuando llegó al apartamento de Nicholas, se detuvo frente a la puerta durante un momento, dudando. ¿Qué le iba a decir? ¿Que no estaba lista para contarle todo? ¿Que, pese a lo mucho que le agradecía su apoyo, no sabía cómo dejarlo entrar por completo en su vida? Respiró hondo y tocó el timbre.
La puerta se abrió casi de inmediato. Nicholas estaba de pie, con una camiseta blanca y unos vaqueros, su expresión de preocupación evidente.
—Kira... —susurró, sus ojos buscando los de ella—. ¿Estás bien?
Kira asintió, aunque no estaba segura de si era verdad.
—Necesito hablar contigo —dijo ella en voz baja, su tono serio.
Nicholas la dejó pasar y cerró la puerta detrás de ella. La casa estaba en silencio, y el ambiente entre ambos era tenso, cargado de palabras no dichas. Se sentaron en el sofá, uno al lado del otro, pero había una distancia palpable entre ellos.
—No sé por dónde empezar —confesó Kira, jugando nerviosamente con los dedos—. Pero creo que te debo una explicación.
Nicholas no dijo nada, simplemente la observaba, dándole el espacio que necesitaba para hablar.
—Mi vida no es tan perfecta como parece —continuó Kira, sintiendo cómo su garganta se apretaba—. Mi padre... él... —se detuvo, las palabras atascadas en su boca. No podía seguir, no aún.
Nicholas se inclinó hacia ella, poniendo una mano suavemente sobre la suya.
—No tienes que decírmelo todo ahora —dijo, su voz cálida—. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, pase lo que pase.
Kira lo miró, con los ojos llenos de lágrimas, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que tal vez no tendría que enfrentar sus demonios sola.
—Mañana tengo que volver a esa casa —susurró, su voz quebrándose—. A la casa de mi padre. No sé si podré hacerlo sola.
Nicholas no dudó ni un segundo.
—No lo harás. Iré contigo.
Y en ese momento, Kira sintió un pequeño alivio, como si la enorme carga que llevaba sobre sus hombros empezara a disminuir. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero tener a Nicholas a su lado le daba la fuerza que tanto había necesitado.
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I have to protect her [Nicholas Chavez y tú]
FanfictionKira Mendoza es una joven actriz y cantante que ha conquistado el mundo del entretenimiento. Conocida por su papel en la exitosa serie de Netflix Stranger Things, también ha brillado en producciones como Descendientes y Fear Street. En el ámbito mus...