El día después de confrontar a su padre, Kira se sentía diferente. Más liviana, como si una pesada carga se hubiera desvanecido, pero también había una extraña sensación de incertidumbre en el aire. Aún no sabía cómo lidiar con todas las emociones que aquel enfrentamiento había desatado en ella. Lo único que tenía claro era que ya no volvería a ser la misma.
Esa mañana, Nicholas la había dejado en su apartamento después de asegurarse de que se encontraba bien. Prometió pasar a verla más tarde, pero antes quería darle un espacio para procesar lo ocurrido. Kira lo agradeció. A pesar de estar creciendo una conexión entre ellos, necesitaba un momento a solas.
Después de una larga ducha, se sentó frente a su laptop y comenzó a revisar algunos correos de trabajo, pero su mente seguía divagando. Estaba sumergida en sus pensamientos cuando el teléfono sonó, sacándola bruscamente de su ensimismamiento.
Al mirar la pantalla, se le heló la sangre. Era un número desconocido, pero algo dentro de ella la impulsó a contestar.
—¿Hola? —dijo, con voz dudosa.
—Kira Mendoza, ¿cierto? —La voz al otro lado sonaba formal, pero había un aire de urgencia en ella.
—Sí, soy yo. ¿Con quién hablo? —preguntó, sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir más rápido.
—Mi nombre es Anthony Salazar, soy un investigador privado. Estoy trabajando en un caso relacionado con tu madre.
Kira se quedó en blanco. ¿Su madre? Había muerto cuando ella tenía cinco años. Desde entonces, nadie había mencionado su nombre más allá de algunos recuerdos vagos y dolorosos.
—¿Mi madre? —repitió ella, como si necesitara confirmar que había escuchado bien.
—Sí, he estado investigando su muerte durante los últimos meses, y creo que hay información que deberías conocer. Algo que podría cambiar todo lo que crees saber.
Kira sintió cómo una ola de ansiedad recorría su cuerpo. Siempre había asumido que su madre había muerto en un accidente, al menos, eso es lo que le había dicho su padre. Pero ahora, escuchar a este extraño decir que había algo más detrás de todo aquello… la inquietaba.
—¿Qué clase de información? —preguntó Kira, intentando mantener la calma, aunque por dentro estaba a punto de desmoronarse.
—Es complicado de explicar por teléfono, pero necesito que nos veamos en persona. Te prometo que todo lo que te voy a mostrar es legítimo. No quiero asustarte, solo darte la verdad.
El silencio en el apartamento de Kira se volvió ensordecedor. ¿Qué debía hacer? ¿Confiar en un completo desconocido? Algo dentro de ella le decía que debía escuchar, pero el miedo a lo que podría descubrir era palpable.
—Está bien —dijo finalmente, sintiendo cómo su corazón se aceleraba—. ¿Cuándo y dónde?
—Podemos encontrarnos esta tarde, en una cafetería en el centro de Los Ángeles. Te enviaré la ubicación exacta.
Kira asintió, aunque él no podía verla, y cortó la llamada. Se quedó mirando su teléfono, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir. De repente, el mundo que ella pensaba conocer parecía menos estable, como si todo pudiera cambiar con una sola revelación.
Horas más tarde, Kira llegó a la cafetería con el corazón en la garganta. Vestida con ropa sencilla, y las manos ligeramente temblorosas, se dirigió hacia la mesa donde un hombre, de unos cuarenta y tantos años, estaba sentado con un maletín a su lado. Tenía una expresión seria, aunque amable.
—Kira —dijo Anthony al verla acercarse—. Gracias por venir.
Ella asintió y tomó asiento frente a él, sin dejar de mirar el maletín. Las respuestas que tanto temía podían estar dentro de él.
—¿Qué es lo que tienes que decirme? —preguntó, intentando sonar firme, pero su voz traicionaba su nerviosismo.
Anthony abrió el maletín y sacó un archivo grueso lleno de papeles, fotos y documentos. Lo dejó frente a Kira y lo deslizó hacia ella.
—Tu madre no murió en un accidente, Kira —dijo, mirándola fijamente—. Fue asesinada.
El impacto de aquellas palabras la golpeó como una ola gigante, dejándola sin aire. Su madre… asesinada. Todas las imágenes de su infancia, todo lo que le habían contado, comenzó a desmoronarse en su mente.
—¿Quién… quién la mató? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Anthony suspiró y se inclinó hacia adelante, como si le costara decir lo que venía a continuación.
—Todavía no lo sé con certeza, pero hay alguien muy cercano a ti que parece estar involucrado.
Kira lo miró con los ojos muy abiertos, sintiendo cómo el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Su mente intentó buscar una respuesta, pero antes de que pudiera procesarlo, Anthony continuó:
—Todo apunta a tu padre.
La habitación pareció girar. Kira se quedó sin aliento, mirando el archivo frente a ella sin atreverse a abrirlo. El hombre que la había maltratado durante años, el que había llenado su vida de miedo y dolor, ¿había sido el responsable de la muerte de su madre?
—Esto no puede ser real —susurró, sintiendo que el mundo a su alrededor se hacía pedazos.
—Lo es, Kira. Sé que es mucho para asimilar, pero por eso quería que lo supieras. Si decides investigar más a fondo, puedo ayudarte. Pero debes saber que esto no será fácil.
Kira cerró los ojos, intentando controlar la avalancha de emociones que la invadían. Todo lo que creía saber sobre su vida estaba a punto de cambiar, y no tenía idea de cómo enfrentarlo.
Al abrir los ojos, miró a Anthony, su expresión determinada aunque sus manos temblaban ligeramente.
—Voy a descubrir la verdad —dijo, con una firmeza que ni ella sabía que tenía—. Cueste lo que cueste.
Y en ese momento, Kira supo que su vida nunca volvería a ser la misma.
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I have to protect her [Nicholas Chavez y tú]
FanfictionKira Mendoza es una joven actriz y cantante que ha conquistado el mundo del entretenimiento. Conocida por su papel en la exitosa serie de Netflix Stranger Things, también ha brillado en producciones como Descendientes y Fear Street. En el ámbito mus...