2

4 1 0
                                    

ELLEN

Caminé bajo la sombra de los árboles, buscando un lugar tranquilo para respirar. Todo se siente tan abrumador. El aire fresco no es suficiente para calmar los nervios que se agolpan en mi pecho. Mi cabeza late de dolor y la ansiedad por mi tesis me consume. Lo sé, sé que puedo hacerlo... Me lo he repetido tantas veces, y ella también me lo dijo. Pero a veces las palabras no son suficientes para acallar las inseguridades.

Mia me dijo que podía hacerlo. Pensar en su apoyo debería reconfortarme, pero estos últimos meses he sentido que algo no encaja, que algo se ha roto entre nosotras y yo no me atrevo a mirarla de frente. Mientras sigo avanzando, escucho unas voces familiares cerca de mí, una risa que me resulta dolorosamente conocida.

—Amor... tu "novia" tiene la tesis ahora... Ahh, estamos en público. —Una voz femenina.

—¿De qué te quejas? Sabes que te encanta. Mi novia ya ni me da placer porque tiene sus traumas, y yo me cansé. Llevamos dos meses y, dios, eres la mejor en la cama. —La segunda voz. La de Mia.

Mi corazón se rompe en ese instante. Ya lo sabía. Hace tiempo que algo no estaba bien entre nosotras, pero me aferré a la esperanza de que estaba equivocada, de que todo era una mala interpretación de mis inseguridades. Pero no lo era. Ella realmente me estaba traicionando.

—Por favor... que soy la amiga de ella... —dijo la otra mujer, nerviosa.

No puedo respirar. Lo sabía... lo sabía, pero quería creer en ella. Las lágrimas amenazan con salir, pero no lo permitiré. No ahora.

—Felicidades, Mia —digo, apareciendo ante ellas sin previo aviso. Mi voz suena sorprendentemente firme para lo rota que me siento por dentro—. Quería hablar contigo antes de mi tesis... para romper contigo.

El silencio cae sobre ambas. Mia me mira con los ojos muy abiertos, sin saber qué decir. La otra mujer que decía ser mi amiga retrocede unos pasos como cobarde.

—Amor, esto no es lo que parece —dice Mia apresuradamente, tratando de controlarlo.

—No te preocupes —mi tono es frío, distante—. Dejaste de gustarme hace tiempo. Y no mentía. —Hago una pausa, mirándola con indiferencia—. Solo seguía contigo por aburrimiento y por pena. Eres horrible en todo lo que haces.

Veo cómo se le contrae el rostro, su sorpresa se convierte en rabia.

—Bueno... tú eres una sosa, ¿a quién podrías gustarle? —me escupe, su voz cargada de veneno.

Sus palabras me duelen más de lo que quiero admitir. Mantengo una sonrisa fingida, pero cada palabra suya se clava en mí como una aguja en la piel. ¿A quién le gustaría? Esa pregunta se queda en mi mente, resonando en cada rincón de mi inseguridad.

—A mí. —Una voz suave pero firme interrumpe mis pensamientos. Siento un brazo rodear mi cintura con seguridad, y una figura familiar se coloca junto a mí—. A mí me gusta.

—¿Samantha? —pregunto, completamente atónita.

—La misma —responde ella, con una leve sonrisa, antes de girarse para encarar a Mia—. Perdona por llegar tarde. Me perdí.

Está aquí... por mí. Su presencia me desconcierta, pero en ese instante, me siento segura.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto, confusa, pero agradecida de tenerla a mi lado.

—Porque tú estás aquí. Me dijiste que tenías tu tesis hoy, y además... —baja la voz, acercándose a mi oído con una sonrisa juguetona— me debes una cita.

La sorpresa inunda mis pensamientos. ¿Va en serio? Es verdad que hablamos por teléfono, porque me escribió para contarme que se encontraba bien, en casa y que quería agradecerme, per esto iba más allá. Encontró mi universidad, ni sé yo ni como y encima vino, solo porque le dije que tenía una tesis.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Bajo el sol de tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora