Anthony
Cuando Seraphina se quitó el velo, sentí que el aire en la habitación cambió por completo. Casi contuve la respiración, como si temiera que cualquier movimiento pudiera romper ese momento de revelación. Pero lo que vi me dejó completamente desarmado. Era... más bella de lo que jamás hubiera imaginado.
Sus ojos, grandes y expresivos, brillaban con una intensidad que me atravesaba. Eran de un color profundo, como si guardaran secretos que solo ella conocía. Su nariz, fina y perfectamente delineada, daba a su rostro una elegancia natural. Y luego estaban sus pecas, pequeñas constelaciones sobre su piel pálida, casi ocultas bajo la penumbra de la habitación. Pero lo que más me cautivó fueron sus labios, carnosos y suaves, tan tentadores que no pude evitar imaginar cómo se sentirían bajo los míos.
Y luego, la cicatriz. Aquella marca que ella tanto temía, que la hacía esconderse detrás de ese velo, la hacía aún más única. Era una línea que cruzaba su rostro, desde el pómulo hasta el cuello, pero en lugar de restarle belleza, le añadía carácter, fuerza. No podía dejar de mirarla, y cuanto más la observaba, más comprendía que esa cicatriz era solo una parte de la historia de quién era Seraphina. La hacía más real, más humana... y más irresistible.
No pude controlarme más. Era como si una fuerza invisible me empujara hacia ella, incapaz de resistir. Mis labios buscaron los suyos con una desesperación que nunca había sentido antes. El beso fue lento al principio, una mezcla de ternura y necesidad, pero en cuestión de segundos, todo cambió. El deseo se apoderó de mí, y lo único que quería era sentirla, tenerla más cerca, más profundamente.
Mis manos acariciaron su espalda con suavidad, recorriendo su piel, sintiendo cómo su cuerpo respondía a cada toque. Ella suspiró contra mis labios, su respiración entrecortada, lo que solo encendió más mi deseo. Todo lo que había contenido durante tanto tiempo, todo lo que había intentado reprimir, estalló en ese instante.
De pronto, Seraphina se apartó un poco, solo lo suficiente para mirarme a los ojos. Sus labios se entreabrieron y, con una voz apenas audible, dijo:
—¿Puedes... puedes hacer conmigo lo que dijiste aquella tarde en el picnic?
Su pregunta me sorprendió y, al mismo tiempo, me llenó de un deseo más profundo aún. La tarde en el picnic, cuando las cosas se volvieron más intensas entre nosotros, había sido un momento en el que todo cambió, y ahora, ella me daba permiso para ir más allá. No necesitaba más señales.
Con cuidado, llevé mis manos a los lazos de su camisón. Era una prenda de seda fina, casi translúcida, que apenas cubría su cuerpo. Lo deslicé con suavidad por sus hombros, dejándolo caer al suelo. El sonido de la seda al caer fue como un susurro, pero en ese momento, todo parecía amplificado. Mi respiración, la suya, el latido frenético de mi corazón.
Sus pechos, desnudos ante mí, eran perfectos. No pude resistir el impulso de inclinarme hacia ellos, de besar su piel con la misma delicadeza que había besado su cicatriz. Mi lengua trazó un camino lento desde su clavícula hasta sus pezones, rozándolos con suavidad, saboreando cada segundo. Ella se estremeció bajo mi toque, arqueando su espalda hacia mí, lo que solo intensificó mi deseo.
Mis manos recorrieron su cuerpo con avidez, pero con cuidado, como si cada caricia fuera una promesa. Bajé más, deseoso de explorar cada parte de ella, de descubrir todo lo que su cuerpo tenía para ofrecerme. Mi boca siguió el rastro de mis manos, bajando lentamente, mi lengua trazando pequeños círculos mientras descendía por su abdomen, acercándome más y más a ese lugar donde ambos sabíamos que nuestras ansias se encontrarían.
Estaba completamente perdido en ella, en su sabor, en la suavidad de su piel, en el modo en que sus suspiros y gemidos llenaban el aire. La quería más de lo que nunca había querido nada en mi vida.
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La dama enmascarada (Anthony Bridgerton)
FanfictionSeraphina Bennet, oculta tras un velo y marcada por su pasado, despierta el interés del vizconde Anthony Bridgerton, el único hombre que se atreve a sostener su mirada. A medida que su conexión se profundiza, ambos desafían las normas sociales y des...