Dos caminos separados

26 6 2
                                    

Anthony

El día estaba gris, cubierto por una neblina espesa que parecía envolver Londres en un letargo melancólico. Yo había decidido aprovechar la mañana para cabalgar, un hábito que siempre me había servido para despejar la mente cuando las preocupaciones amenazaban con sofocarme.

El galope de mi caballo resonaba contra el suelo húmedo mientras cruzaba Hyde Park. Era temprano, demasiado temprano para encontrarme con muchos caballeros en el camino. Solo algunos paseantes madrugadores y unos pocos carruajes lejanos interrumpían la tranquilidad del paisaje.

Me incliné ligeramente sobre la montura, cerrando los ojos un breve instante, sintiendo el viento frío golpeándome el rostro. Este era mi refugio. Aquí, en la velocidad, en el control de cada movimiento del caballo, podía olvidar lo que me pesaba.

O al menos intentarlo.

Mis pensamientos deberían estar en mi familia, en mis obligaciones. En Kate.

Pero, como una sombra persistente, había algo más que no lograba arrancar de mi mente.

¿Por qué sigues pensando en ella?

Sacudí la cabeza con fastidio, tirando levemente de las riendas para reducir la marcha. No tenía sentido. No había motivo. Seraphina Knight no era parte de mi vida. No lo había sido en muchos años.

Y sin embargo, cada vez que intentaba alejarme de esos recuerdos, parecían aferrarse con más fuerza.

Me detuve junto a un árbol frondoso y bajé de la montura. El suelo crujió bajo mis botas al aterrizar. Deslicé una mano por la melena del caballo, tratando de hallar consuelo en la simpleza de ese acto.

Era absurdo. Ridículo. Yo amaba a mi esposa. Kate era... todo lo que debía ser.

No debería haber espacio para el pasado en mi presente.

Y sin embargo, estaba ahí.

Dejé escapar un suspiro y me apoyé contra el árbol, observando las nubes pesadas que cubrían el cielo. Recordé, de pronto, una conversación con mi madre hacía años, cuando aún era un joven arrogante que creía tener todas las respuestas.

"Anthony, un hombre puede pensar que tiene el control de su vida... hasta que el destino decide lo contrario."

En aquel momento me había reído. Yo no creía en el destino. Yo creía en la disciplina, en la lógica.

Pero ahora, empezaba a preguntarme si realmente podía controlar los pensamientos que se colaban en mi mente sin permiso.

Si podía controlar lo que sentía.

Me obligué a apartar esas ideas con irritación. No era un joven indeciso. Yo era el vizconde Bridgerton. Tenía responsabilidades, una esposa maravillosa, una familia que dependía de mí.

No había espacio para nada más.

Monté de nuevo y dirigí al caballo de regreso a casa.

Tal vez, si seguía cabalgando lo suficientemente rápido, dejaría esos pensamientos atrás.

O tal vez, solo me engañaba a mí mismo.

Seraphina

La cena transcurría en calma, con el tintineo ocasional de los cubiertos contra la porcelana y el crepitar del fuego en la chimenea. La comida estaba deliciosa, preparada con esmero por el personal de la casa, pero apenas había probado bocado. Había algo en la expresión de Nathatiel, en la forma en la que sus dedos tamborileaban suavemente sobre el mantel, que me indicaba que estaba esperando el momento adecuado para decir algo.

La dama enmascarada (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora