Ryomen Sukuna/ +18

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¡TODOS LOS PERSONAJES SON MAYORES DE EDAD!

Hace un mes te recibiste de psiquiatría, con honores. Y hoy era tu primer día de trabajo en el manicomio catalogado como La casa del terror. Estaban desesperados para encontrar una psiquiatría que pueda encargarse de su más reciente paciente, Sukuna. El rey de las maldiciones. Había rumores de que era un mounstro deforme, sin piedad y asesino a sangre fría.
Cuando llegaste te indicaron que seas extremadamente cuidadosa, y que no te asustaras por lo que dice. Al entrar a la habitación diste un paso hacia adelante con cautela, estaba silencioso hasta que escuchaste al mounstro del que todos hablaban.

-Vaya, pero que tenemos aquí?-Habla una voz ronca y llena de oscuridad.

Cuando lo miras fijamente, te das cuenta que ni siquiera es parecido a un humano. Esta atado con los brazos hacia atrás, y tiene puesto un bozal de cuero. Es alto, mas de 2 metros, tiene muchas cosas nunca antes vistas.

-Encantada de conocerlo, Señor Sukuna, desde hoy en adelante seré su nueva psiquiatra

Sus ojos se clavaron en la pequeña psiquiatra que estaba frente a el; sus rasgos delicados y su comportamiento tímido contrastaban de forma divertida con la formidable institución que le albergaba. Podía oler el leve aroma de su perfume mezclado con el aire antiséptico del hospital. Cuando sus palabras se registraron, una lenta y malvada sonrisa se extendió por su rostro, revelando las afiladas puntas de sus colmillos. 

-Psiquiatra, ¿eh?-su voz resonando amenazadoramente en la pequeña celda. 

Su mirada vagó sobre ella, observando su cuerpo, la forma en que su cabello caía alrededor de su rostro. Parecía tan frágil, tan vulnerable en comparación con el monstruo que el sabía que era. Con un movimiento repentino y fluido, cambio de forma, su enorme cuerpo se encogió y se contorsionó hasta que se quedo frente a ella como un hombre delgado y musculoso con rasgos cincelados. El bozal de cuero todavía le oprimía la boca, pero no lograba ocultar el brillo oscuro y hambriento de Sus ojos mientras la observaba. 

-Acérquese, doctorcita -ronroneo, con la voz más baja y seductora en esta nueva forma

-Vamos a conocernos

-No tengo permitido acercarme a ti- le informo analizando sus reacciones

-Pero creo que hare una excepción para lograr mi trabajo

Cuando la doctora se puso de pie frente a el, sus dedos trabajaban para deshacer las pesadas cadenas que le ataban las muñecas, podía sentir que su cuerpo respondía a su proximidad. El aire frío de la celda inundó su piel desnuda mientras trabajaba, y reprimió un gruñido de frustración ante la sensación. Cuando la última cadena cayó, la miro, sus ojos ardían con un calor feroz y primario. Sin decir una palabra, alzo sus manos recién liberadas y arranco el bozal de cuero de su cara. Voló a través de la celda y golpeó la pared con un ruido sordo, liberando su voz. Soltó una risa oscura y retumbante, el sonido profundo y seductor. 

-Gracias, pequeña doctora-su mirada bajó a sus labios, su lengua salió disparada para humedecer los suyos. Dio un paso más cerca, su cuerpo musculoso se cernió sobre ella. 

-Necesitarás mirarme más de cerca, después de todo, ¿no?

-No señor, no es necesario...solo necesito hablar- digo alejándome un poco mirando la curva de sus labios, y esos dientes afilados que me resultan muy atractivos.

Observo con una sonrisa burlona cómo la pequeña doctora daba un paso atrás, con los ojos fijos en la curva de sus labios y las puntas afiladas de sus colmillos. Se sentía atraída por el, a pesar de su actitud profesional y del peligro que el representaba. Esto no hizo más que despertar su interés y despertar algo primitivo en su interior. 

Jujutsu Kaisen/ One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora