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—¿Jaeyun me ayudas leyendo el siguiente párrafo?

El castaño abrió sus ojos y sus mejillas se coloraron en cuestión de segundos.

—Eh... ah...

—¿Sim Jaeyun?

De repente, dieciocho cabezas se giraron hacia el chico y lo observaron de pies a cabeza. El chico se había levantado con el libro en mano, pero no estaba ubicado.

O estaba distraído.

—Sí sabes en qué sección estamos, ¿no? Por favor, empieza a leer.

Jaeyun mordió su labio inferior e intentó recordar lo último que su compañero había leído, quería ubicarse en los párrafos pero no pudo.

—No puede ser, Jaeyun. Este es noveno grado, no segundo de primaria.

Algunos estudiantes empezaron a reír bajo y otros se quedaron callados.

—Tercer párrafo, segunda línea.

El castaño escuchó un murmullo y agachó su cabeza; se trataba de un pelinegro con lentes, su sonrisa era tímida y su mirada suave.

—Tus padres sabrán de esto.

Jaeyun empezó a leer, a lo que el profesor se quedó callado y asintió en aprobación. Cuándo terminó con su lectura, volvió a sentarse y sus nervios se calmaron.

En eso, el chico se volteó levemente hacia el pelinegro que estaba en los asientos de la otra fila y sonrió. Extendió su brazo y le tocó el hombro.

—Gracias por ubicarme —el castaño le susurró cuando el de lentes se giró—. Yo soy Jaeyun.

El chico soltó una risita y asintió.

—Lo sé.

La clase culminó rápidamente y Jaeyun se aseguró que el pelinegro no saliera del aula sin antes hablarle.

« Su piel es muy blanca, parece un vampiro, ¿por qué es tan misterioso? Ni siquiera habla, nunca lo había escuchado antes. »

—¡Hey!

El castaño exclamó.

—¿Puedo saber cómo te llamas?

El de lentes no respondió, sus mejillas empezaban a sonrojarse, un ligero color rosa.

—S-soy... yo soy nuevo... no sé si lo sepas, llevo apenas un semestre, ¿sí estabas enterado...? Yo–

—Soy Park Sunghoon —el chico le interrumpió—. Obviamente sé que eres el nuevo.

« ¿Qué más le digo? ¿Lo dejo ir y ya? No puedo dejarle ir, debo hacer un amigo al menos, Sunghoon se ve muy agradable. »

Justo cuando el pelinegro se iba a marchar, el castaño lo detuvo:

—¿Sunghoon?

—¿S-sí?

—¿Te gustan los videojuegos?

—No...

El chico salió del aula dejando a Jaeyun solo.

« Mierda. »

Al llegar a casa, el chico corrió donde su madre y le abrazó fuertemente.

—¿A qué viene todo esto, jovencito?

—Mamá, creo que nunca tendré amigos —refunfuñó—. Llevo seis meses y nadie me ha hablado, ¡nadie!

La mujer tomó el rostro de su hijo con sus manos y torció sus labios.

—Cariño —alargó—. A los quince o dieciséis años es más complicado el asunto de las amistades, ellos ya se conocen de mucho tiempo, Jaeyun. Tú acabas de llegar —explicó—. Pero eso no significa que no vayas a tener amigos, debes darte a conocer, tomar la iniciativa, hijo, debes enseñarles el buen chico que eres.

—Nunca funciona eso.

La madre del castaño frunció el ceño.

—No puedo durar ni un año en el mismo colegio porque papá siempre tiene que trasladarse.

« Es su trabajo, es entendible. Papá nos mantiene y hace posible todo... pero nunca podré establecerme en un lugar en concreto, no puedo hacer amigos cuando sé que los abandonaré en seis o doce meses. No es justo. »

Jaeyun se fue a su habitación y se refugió en su computadora. Buscó el nombre de Park Sunghoon para verificar si tenía alguna red social y agregarlo, debía "tomar la iniciativa".

—Imposible que no tengas redes —el chico se susurró, deslizando el cursor por todas las opciones, pero ninguna de Sunghoon—. ¿Existe alguna persona que no tenga absolutamente ninguna red social? ¿Ni siquiera para mensajes?

El chico, a punto de rendirse, sonrió al ver cómo su pantalla se iluminó al enseñar una página poco visitada y reconocida. Era un blog llamado theinkcorner.

—¿La esquina de tinta? ¿De la tinta?

Jaeyun frunció el ceño y hundió el sitio.

—Es él...

Park Sunghoon tenía un blog donde publicaba todo tipo de escritos. Habían entradas con poemas, ficciones cortas, incluso narraciones de su día a día - describía sus días y cómo se sentía. Pero Jaeyun se sintió mal, sintió que estaba cruzando la línea y pensó que estaba en la mente del chico. A lo mejor era una falta de respeto irrumpir en la privacidad de alguien, pero era un blog público, todo el mundo podía entrar.

Excepto que habían únicamente tres visitas.

« ¡Tres visitas! Probablemente esa tercera es la mía, mierda. »

El chico volvió a abrir el blog por simple curiosidad y se detuvo en cada entrada. Duró al menos una o dos horas leyendo, y analizando, cómo escribía su compañero. Tenía talento, su escritura era fluida, expresiva y satisfactoria. Sunghoon sabía lo que hacía. Sin embargo, Jaeyun empezó a disfrutar mucho de la lectura sin saber que su padre llegaría a casa con una mala noticia: había sido trasladado de nuevo; Jaeyun no volvería a ver a Sunghoon otra vez.















El castaño cargó de nuevo la página del blog de Sunghoon y siguió igual. No lo había actualizado en cinco años; su última entrada hablaba de su graduación del colegio.

—¿Cuándo vas a actualizar? —se susurró, jugando con el cursor—. ¿Por qué ya no publicas, Sunghoon?

Este sonrió y bajó la mirada a las cartas que tenía en su escritorio.

« ¿Qué estás esperando, Sunghoon? ¿Por qué no me has vuelto a escribir? »

Alzó la tercera carta, su favorita, y la volvió a leer.

« Si tanto le gusto, ¿por qué no me lo dice? »

sincerely, anonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora