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Gritos, todo lo que se podía escuchar eran los gritos desesperados acompañando los ladridos de los perros, gente desesperada buscando ayuda, baldes de agua, buscando sobrevivientes, el olor y el humo eran sofocantes, y el calor era abrumador, te hacía perder las fuerzas.

Sus dorados ojos se enfocaron únicamente en los hermosos ojos azules que lo miraban aterrados, ignorando las llamas ardientes de lo que alguna vez fue su hogar detrás de la mujer que lo sujetaba como si su vida dependiera de eso, bueno, su vida dependía de eso.

El fuego se extendía por toda la habitación, sus manos intentaron sujetarse de los barrotes del balcón, pero no pudo, se deshacían como polvo, se volvían cenizas.

Frases borrosas, su mente estaba congelada del miedo, su madre lo sujetaba con fuerza, las lágrimas salían de los ojos de ambos mientras ella hablaba desesperada, pero él simplemente no podía entender.

—¡Debes recordar! —gritó ella antes de soltarlo, el fuego se esparció y la imagen desapareció, era sólo él, cayendo en el abismo, triste, solo e iracundo.

Pies descalzos caminaban por las calles, importándole poco si se adentraban en los charcos de lodo que había por ahí, cargaba una gran bolsa mientras se escabullía entre los pasillos, tiendas y azoteas, corría rápido ocultándose de la vista ajena,...

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Pies descalzos caminaban por las calles, importándole poco si se adentraban en los charcos de lodo que había por ahí, cargaba una gran bolsa mientras se escabullía entre los pasillos, tiendas y azoteas, corría rápido ocultándose de la vista ajena, sonrió al ver una pequeña tienda en un callejón solitario.

—¡He vuelto! —anunció un pequeño niño pelirrojo mientras cargaba consigo una gran bolsa de tela —¡Niños, encontré algo de comida! —anunció bajando la bolsa y abriéndola.

Todos los niños se acercaron a él ansiosos, sus ojos se agrandaron al observar el contenido, tres pedazos de pan, algunos quedos, unos pocos tomates y un puño de fresas. Los susurros emocionados de los pequeños no se hicieron esperar.

—¡¿Pan?! ¡Nunca antes había visto pan en mi vida! —¿Qué es eso rojo? —esto huele delicioso...

Los niños rápidamente comenzaron a tomar la comida entre sus manos, metiéndola a su boca con esmero, a pasos lentos, el mayor de ellos tomó una de las rojas fresas en su mano, examinándola como si se tratase de algo en mal estado.

—No hay manera de que las fresas estén en temporada —murmuró aplastando la fresa con furia, su fría mirada se dirigió a la bola de niños, el joven pelirrojo se erguía orgulloso de los alimentos conseguidos —Robaste esta comida de un carruaje que se dirigía al palacio, ¿no es así?

Los niños pararon su comida mientras abrían los ojos, sus miradas fueron rápidamente entre el pequeño pelirrojo y aquel joven que los miraba con una ceja alzada esperando alguna explicación.

—¡recita la regla número uno! —pidió el joven mientras se acercaba, sus dorados cabellos brillaron en cuando tocaron la luz del sol.

—¡N-nunca tocar las posesiones del palacio real! —murmuró el joven sintiendo la presencia del mayor tras de él —p-pero no pude evitarlo, ¡estaba muy hambriento!

El Creador del Rey [Adaptación JeffBarcode]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora