Cap.5: Dario

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Llegué a la fiesta de mi mejor amigo para celebrarlo con él. Al entrar, pude observar que todos me estaban mirando, pero solo buscaba a una persona: Kiara. Ella llevaba un vestido rojo corto que favorecía su figura, tenía el cabello medio recogido con algunos mechones sueltos, y sus labios resaltaban con un labial rojo. Me dirigí hacia el cumpleañero, Allan, aunque no apartaba la mirada de Kiara. Mis ojos seguían cada movimiento de ella. Tenía un ligero interés en Kiara ya que era una mujer hermosa y ese tipo de chica ni se conseguía en la ciudad en estos tiempos, su aspecto elegante y actitud segura que ella emanaba me parecía interesante. Al llegar me dirigí a hablar con Allan, no podía dirigirme directamente a Kiara porque sería raro y extraño para los demás invitados, así que entablé una conversación con él por un rato.

Vi que Kiara estaba hablando con una chica y con su hermana menor, a quien había visto el día que fui a su casa después de que Kiara se emborrachara. Su hermana menor, creo que se llamaba Nina, se fue, dejando a Kiara sola con la otra chica. Intenté terminar la conversación con Allan, pero él seguía agregando temas, haciendo imposible concluir la charla. Finalmente, me apresuré y abruptamente interrumpí la conversación para dirigirme hacia Kiara, quien conversaba con la otra mujer. Le susurré al oído.

—Hola, conejita, ¿podemos hablar a solas?. Luego mire a la chica sonriendo y haciendo señales para que se fuera. Volví a mirar a Kiara. Quería jugar un poco con ella mientras estaba nerviosa pero con una postura firme.

Vi cómo sus orejas y mejillas se sonrojaban, y noté cómo se estremecía al escucharme decirlo. Una sonrisa se ensanchó en mi rostro, aunque no la mostré abiertamente. Estaba interesado en qué expresiones mostraría una persona como ella. La llevé a una esquina jalandola de brazo, dejando sola a la mujer con la que estaba hablando. No sentía nervios ni miedo; solo podía observar a Kiara. Ella era una mujer fuerte, algo que noté desde que la conocí, especialmente por cómo hablaba con seguridad y firmeza con los demás chicos. Sin embargo, cuando yo me acercaba, se transformaba en un conejito asustado y nervioso. Era adorable. Cuando llegamos a la esquina de la habitación, preguntó.

—¿Qué hacemos aquí?. Alzó una ceja de curiosidad.

—Pues, ¿tú qué crees? —dije. Vi cómo sus mejillas se ponían como un tomate, lo que me hizo reír.

—Vale, ¿de qué quieres hablar? —preguntó con firmeza. Eso me gustaba.

—Bueno, principalmente quiero saber por qué hablabas con esa chica. Y segundo... —Hice una pausa antes de continuar, mientras me acercaba a su oído y le susurraba—. ...quisiera invitarte a cenar conmigo.

Cuando lo dije, sus orejas se pusieron aún más rojas. Vi cómo una gota de sudor caía desde su frente, recorriendo su mejilla hasta llegar a su pecho. Se veía muy guapa, aunque estuviera nerviosa. Su pecho subía y bajaba apresuradamente mientras teníamos nuestros rostros cerca el uno al otro. Luego me preguntó.

—¿Por qué?.

Era una pregunta trivial, que fácilmente podía responder, pero el hecho de que me pidiera una razón casi me parecía un insulto. La estaba invitando, ¿por qué necesitaba justificarlo? Sabía que, si decía algo incorrecto, me rechazaría de inmediato, así que lo pensé bien antes de responder.

—Porque quiero. Y si me rechazas, haré algo que jamás se te hubiera pasado por la cabeza mientras estamos a solas en una esquina de esta puta fiesta.

—¿Qué cosa? —preguntó con curiosidad. Sonreí de forma traviesa.

—Oh, bueno, te pondría contra la pared, agarraría tu rostro... —Pasé mis manos rozando por su rostro mientras lo decía presionando mi rodilla por su entrepierna y continué—: ...te besaría... —roce sus labios, Joder, eran tan suaves—... y tocaría todo tu cuerpo, pegándolo al mío para que todos y cada uno de esta fiesta lo vieran.

Mi Imperio a tus piesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora