Eros
Ya son las once de la noche, y la adrenalina corre por mis venas como un torrente imparable. Estoy listo para correr, como siempre. Salgo de mi coche, el rugido del motor aún resonando en mis oídos, y mis músculos están tensos por la emoción. La noche es cálida, pero el aire está cargado de peligro. Un grupo de chicas se acerca, mirándome de reojo, pero solo con un destello en mis ojos, se alejan rápidamente. Eso es lo que quiero; que todos me teman, que me respeten. Ahora mismo, no quiero que nadie se me acerque, porque hay solo una persona en la que puedo pensar: ese pequeño chico que conocí en el gimnasio, Liam. Nadie más merece mi atención, y mucho menos mi deseo. El capricho de follarlo sigue penetrando mi cabeza, me cobrare cada masturbación que he tenido desde que vi su cuerpo desnudo en la ducha del gym.
Camino hasta donde está Luca, mi mejor amigo desde que llegué a esta ciudad, y veo que está acompañado por una chica bonita, que le sonríe como si estuviera completamente cautivada por él. Luca siempre ha tenido ese efecto en las mujeres.
—Hey, Eros, ¿ya estás listo para correr esta noche? —me pregunta cuando llego a su lado.
—Yo nací listo —respondo con una sonrisa arrogante, pero mi mirada se desvía hacia la chica que está junto a él.
—¡Ah, qué tonto soy! —dice Luca, dándose una palmada en la frente—. Eros, esta es Saray. Es nueva aquí en Madrid.
Le doy un asentimiento con la cabeza, sin demasiada emoción. La chica parece agradable, pero en mi mente sigue rondando la imagen de ese chico del gimnasio. Estoy a punto de preguntarle algo a Luca cuando una voz conocida rompe el ambiente, una voz que hace que todo a mi alrededor desaparezca por un segundo.
—¡Saray! Por Dios, he estado buscándote por todos lados. Lo primero que te dije que no hicieras es lo primero que haces —dice alguien, con un tono claramente molesto.
Giro la cabeza hacia la voz y lo veo. Es él. El chico del gimnasio. El que no puedo sacar de mi mente. Me quedo en silencio, observando la escena mientras él regaña a Saray, quien parece su hermana menor por la manera en que le habla. En realidad, tiene algo en común con Luca, una vibra protectora.
—Perdón, Liam, prometo que no lo volveré a hacer —responde Saray con una sonrisa traviesa, claramente sin tomar la reprimenda demasiado en serio.
Antes de que Liam pueda responder, carraspeo ligeramente para llamar su atención. Sus ojos se encuentran con los míos, y puedo ver cómo su cuerpo se tensa de inmediato. Abre los ojos como platos, claramente sorprendido de verme aquí. Esa reacción me provoca una sonrisa interior. Lo tengo en mis manos, aunque todavía no lo sepa.
—¿Se conocen? —pregunta Luca, mirando a Saray, evidentemente curioso. Lo observo como si fuera un idiota, porque la respuesta es obvia para mí.
—Sí, es mi hermano de otra madre —responde Saray rápidamente, quitándole importancia a la situación—. Liam, él es Luca, un amigo que hice en una cafetería cerca de la universidad, y fue quien me invitó aquí. Y él es Eros, lo acabo de conocer, es amigo de Luca.
La presentación es breve, pero suficiente para que Liam me reconozca. Lo veo asentir lentamente, pero sus ojos siguen fijos en los míos. Hay algo en su mirada que me provoca. Es como si supiera que estoy interesado, pero no supiera cómo manejarlo.
—Sí, ya lo he visto antes —responde Liam, hablando más para Saray que para mí. Lo miro, evaluando cada uno de sus gestos, cada pequeña reacción.
Saray, al notar la tensión, le lanza una mirada traviesa a su amigo, levantando las cejas de manera sugestiva. Liam se sonroja inmediatamente, su rostro adoptando un tono rojo suave que lo hace aún más atractivo. «Qué tierno», pienso, y mi mente empieza a correr con pensamientos poco inocentes.
Antes de que la situación pueda intensificarse, una voz fuerte interrumpe el momento.
—¡Señores y señoritas, la carrera va a empezar! —anuncia alguien con un megáfono desde el centro del improvisado circuito de carreras.
El lugar donde nos encontramos es un terreno abandonado en las afueras de la ciudad. Hay coches por todas partes, alineados en la oscuridad como bestias esperando ser liberadas. Las luces de los autos iluminan el polvo y la mugre que flotan en el aire, creando una atmósfera cargada de peligro y emoción. Las personas se agrupan alrededor, muchos fumando, otros bebiendo. El sonido de risas nerviosas y el rugido de los motores llenan el ambiente. Todo parece sacado de una película de acción, pero para mí, este es solo otro día en el mundo de las carreras ilegales.
Me acerco a mi coche, un Mustang negro con detalles rojos que brilla bajo las luces. Es mi orgullo y mi refugio, el único lugar donde realmente siento que tengo control sobre mi vida. Luca sigue a mi lado, hablando sin parar sobre lo emocionante que será esta carrera, pero mis pensamientos siguen en Liam. Lo veo a lo lejos, hablando con Saray. Su postura relajada, pero todavía noto ese nerviosismo en su cuerpo. Está fuera de lugar aquí, y eso lo hace aún más irresistible.
Con un impulso repentino, me acerco a Liam y le digo: —Oye, ¿quieres acompañarme en la carrera?
Él me mira, sorprendido por mi invitación.
—¿De verdad? ¿Puedo? —su voz suena un poco incrédula.
—Claro, vamos a divertirnos. Además, necesito a alguien que me dé buena suerte. —le respondo con una sonrisa que espero sea convincente. La idea de tenerlo a mi lado durante la carrera es electrizante.
—Está bien, me apunto —dice, y su rostro muestra una mezcla de emoción y nerviosismo.
Lo guío hacia el coche, abriendo la puerta del lado del copiloto. Mientras se sienta, puedo sentir una oleada de emoción. Él está aquí, conmigo, en este momento. Cuando se abrocha el cinturón de seguridad, no puedo evitar robarle una mirada, deseando conocer cada rincón de su mente.
—Así que, ¿has hecho esto antes? —le pregunto mientras arranco el motor, el sonido resonando como un rugido en la noche.
—No, nunca. Pero he visto muchas películas. —responde Liam, su tono juguetón me hace sonreír.
—No te preocupes, solo sigue mi ritmo y todo estará bien. —le aseguro, mientras su mirada se aferra al horizonte, donde la carrera va a comenzar.
Las luces parpadean a nuestro alrededor, y puedo sentir la energía del lugar aumentando. Con cada segundo que pasa, la anticipación crece. El rugido de los motores llenará la noche, y yo estoy decidido a dar lo mejor de mí.
Cuando la bandera cae, el coche lanza una explosión de velocidad, y el viento se convierte en un torrente que nos envuelve. Siento a Liam al lado, y por un momento, el mundo se reduce a nosotros dos. La adrenalina que corre por mis venas se intensifica, y sé que esta noche será inolvidable.
Cada curva, cada aceleración, siento que el coche y yo somos uno solo. La ciudad se desplaza rápidamente a nuestro alrededor, y puedo escuchar el grito de la multitud, pero la única voz que resuena en mi mente es la de Liam. La forma en que sus ojos brillan con emoción me da una razón más para ganar, para impresionar a ese chico que, sin saberlo, ha comenzado a ocupar mis pensamientos.
Mientras la carrera avanza, empiezo a imaginar un futuro donde no solo somos dos competidores en una pista, sino algo más. Una conexión que apenas comienza, pero que promete ser intensa. Y mientras miro a Liam, mi mente gira en torno a la posibilidad de follarlo esta noche.
El primer lugar está a la vista, pero mi verdadera meta es mucho más que eso. Es el momento en que podamos celebrar juntos, en que la noche se llene de promesas y sueños. La carrera puede ser el principio de algo nuevo, algo emocionante, algo que me aleje del pasado y me acerque a un futuro donde, quizás, Liam sea más que un chico que me gusta.
Cuando cruzamos la línea de meta, siento que he ganado algo más que la carrera. He ganado la oportunidad de descubrir lo que puede surgir entre nosotros. Con una sonrisa de satisfacción, giro la cabeza para mirar a Liam, y la chispa en sus ojos me dice que esta noche apenas ha comenzado.
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Soy Eros
RomanceCuando Eros se mudó a un nuevo país, estaba decidido a dejar atrás su oscuro pasado y comenzar de nuevo. Encuentra refugio en el gimnasio "Dragón de Oro", donde desahoga su furia golpeando el saco de boxeo, manteniéndose a distancia de todos. Sin em...