CAPÍTULO 3

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Mamá cierra la puerta de golpe. Retrocedo. Sus braguitas negras resbalan manchadas de mi leche y caen al suelo.

"Mierda"

¿Qué ha ocurrido?

"Mierda"

Siento los pálpitos de mi corazón en mis tímpanos. no me creo que haya pasado esto. ¡Qué vergüenza!

Mamá me ha descubierto masturbándome, o más bien recién masturbado, con su prenda íntima enrollada en mi miembro, manchada de mis espermas.

Mis pensamientos botan de un sitio a otro.

Salgo rápido al pasillo, todavía desnudo, sin terminarme de bañar. Veo la puerta blanca de mi cuarto al frente. Giro la cabeza y me concentro en la puerta que está al fondo, la de mis padres. Mamá seguro entró. No me ha dejado explicarle. Se ha ido. ¿Qué le hubiera dicho de todos modos?

¡Qué momento tan fuerte, joder! Qué fuerte. No sé qué carajos hacer. Cierro la puerta del baño y me meto a mi habitación. Me tumbo en la cama y me quedo como idiota pensando sin pensar.

No puede estar sucediéndome esto. En esa posición cierro los ojos. Me quedo dormido. Despierto en la madrugada y salto. Sigo desnudo. Me pongo un pijama y regreso al baño. Dejé todo en el suelo, mi ropa y las braguitas de mamá.

Al menos voy a lavarlas. Bastante tengo ya con haber sido descubierto así para que encima mamá las encuentre y vea la asquerosidad que le he dejado.

"Mierda"

Pero no están. Las putas bragas no están. Alguien las ha levantado. Pienso en papá, pero él es tan desordenado que si ve una caca en el suelo salta para no recogerla. De mi pequeña hermana Lucy ni hablar: ella tiene su habitación en la primera planta, ella va al baño de abajo siempre.

Tuvo que haberlas recogido mamá. Tampoco está mi ropa. Las debe de haber llevado al cesto. Bajo corriendo, sin hacer mayores sobresaltos. No hay nada en el cuarto de lavado.

Todo esto es una mierda.

Estoy acabado.

¿Con qué puta cara veré a mamá desde ahora?

No tengo perdón de Dios.

No tengo perdón de mamá.

Estoy perdido.

***

Por fin es sábado. Pero estos últimos días la he pasado muy mal. Aparentemente todo sigue igual, pero nada es igual. Mamá apenas me dirige la palabra. Me rehúye. Evita tener contacto visual conmigo. En la mesa, durante la comida, todos estamos en silencio. Solo escuchamos los tiktoks que mira Lucy para luego hacerlos ella.

Papá no ha comido con nosotros estos días, solo en la cena. Pero en la cena todo es igual. Hablamos de cosas sin importancia. Más bien habla papá. Siempre tiene cosas que decir sobre su trabajo. Se queja de todos. Para él ningún chalán es lo suficientemente eficiente para ejercer de albañil. Nadie tiene su gracia y estilo para enjarrar paredes. O al menos eso dice él.

Ahora se acaba de despedir. Se ha ido refunfuñando al partido de los Astilleros contra los Campestres porque mamá se quedará horneando los pastelillos para el pedido que tiene para esta misma noche. Lucy se ha marchado con sus amigas Brenda y Clarita. Yo, se supone, he rechazado ir al Olímpico de Saltillo para verle jugar porque ayudaré a decorar los pastelillos.

Ahora que se han marchado no sé cómo acercarme a la cocina. No tengo idea de cómo romper el hielo y hablar con ella. No sé si mi estrategia de llegar a decirle que la ayudaré con la crema pastelera haciendo como que no pasó nada la otra noche me resulte.

CORROMPIENDO A MAMÁ LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora