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5:49 p.m.

La vida es impredecible, un día encuentras al hombre de tu vida, te enamoras perdidamente de él, vives para él. Luego te casas con él y crees que eres la mujer más feliz del mundo. Y luego un día tu mundo se desmorona al ver la verdadera cara del amor de tu vida. Te enteras de quien es realmente.

Un día crees estar casada con el amor de tu vida y te enteras de que estás esperando un bebé de ambos, y al siguiente…

Nada es lo mismo.

Con ese pensamiento tomo la rosa negra de la cama y me siento sobre las sábanas blancas. Las primeras veces que la recibí me ponía muy feliz. Una rosa negra, se cuenta que solo crecen en un pequeño distrito turco llamado Halfeti, o al menos naturalmente. Cuando era adolescente mi madre estaba extremadamente enamorada de la cultura turca y por ella conocí la leyenda de las únicas rosas negras naturales. De niña siempre soñé con tener una rosa negra, pero ya no.

Cuando me casé con Tarit, él se encargó de cumplir mi sueño. Mi ramo de novia fue compuesto por rosas negras, él me prometió que eran de Halfeti, pero luego por boca de Olga me enteré de que las había mandado a teñir. Nunca fueron negras, solo eran rosas blancas teñidas. Esa fue la primera mentira de la que me enteré dos meses después de haberme casado, en ese momento no me importó para nada.

Antes solía amar las rosas negras, pero ahora no las quiero cerca. La primera vez que Tarit me gritó me dio una, también la primera vez que me golpeó, y también lo hizo la primera vez que me forzó a estar con él. Cada vez que me hiere de algún modo, me da una rosa negra para… "disculparse". Cuando era niña soñaba con tener una rosa negra, pero ahora Tarit me ha dado tantas, que podría decir que mi alma está llena de ellas.

Mi alma es un jardín de rosas negras.

Decenas de rosas negras, cada una sembrada y regada por Tarit. Cada una es una herida, engaño o traición. Ya no quiero rosas negras.

Mi esposo salió hace un rato y Luís, el jardinero, me trajo la rosa que en este momento deshojo. Con decisión voy al baño y dejo caer todos los falsos pétalos negros en el interior del bater, bajo la palanca y los miro desaparecer.

Después me encamino a buscar a Olga. No quiero más rosas negras.

Esto acabará hoy.

9:39 p.m.

Durante la cena siento la mirada pesada de Tarit sobre mí. Todo mi cuerpo está tenso y mis manos sudan por la ansiedad creciente.

Tarit me mira con interés y luego pregunta:

—¿Te ha gustado el obsequio, mi amor?

Tragó saliva y respondo con voz apaciguada.

—Me ha encantado, gracias.

La cena transcurre con tranquilidad y a las diez me retiro de la mesa. Tarit me sigue escaleras arriba, pero Adam, uno de los empleados lo detiene.

—Señor, la señora Olga quiere hablar con usted… Dice que es importante.

—¿Dónde está?

El chico señala a la derecha.

—En la cocina.

—De acuerdo — me mira —. Cariño, esperame en la habitación.

Asiento y lo veo caminar hacia la cocina.

Subo las escaleras y camino por el pasillo de las habitaciones, hasta llegar a la que comparto con mi esposo. Abro la puerta y enciendo la luz. Jadeo y me sobresalto al ver a alguien parado en medio de la habitación.

Un jardín de rosas negrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora