CAP 3

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Los días después de aquel incidente en la habitación de Kagome fueron extrañamente silenciosos. Sesshomaru, quien siempre había sido distante pero presente de alguna manera, comenzó a desaparecer de la vida de Kagome. No lo veía tanto como antes, y cuando lo hacía, parecía aún más frío y distante que nunca. Kagome intentaba no mostrar lo dolida que estaba, pero cada vez que Sesshomaru la evitaba o se marchaba sin decir nada, una parte de ella se rompía un poco más.

Había pasado una semana desde que Sesshomaru había leído su diario, y aunque Kagome trataba de convencerse de que no le importaba, no podía ignorar el dolor en su corazón. Se había permitido soñar con que, de alguna manera, las cosas entre ellos cambiarían después de esa revelación. Quizás no de inmediato, pero al menos un pequeño paso hacia algo más. Sin embargo, todo parecía haberse desmoronado.

Sesshomaru, por su parte, estaba sumido en un conflicto interno. Tenía 20 años y Kagome solo 15. La diferencia de edad, aunque no tan marcada en términos de madurez emocional, se sentía como un abismo gigante entre ellos. Él siempre había visto a Kagome como la amiga cercana de su hermano, la niña que había crecido a su lado. Pero ahora que sabía cómo se sentía ella, su presencia se había vuelto complicada, casi insoportable.

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Sesshomaru comenzó a evitar pasar tiempo en la mansión, ya que kagome visitaba regularme el lugar . Se concentraba aún más en la universidad y en su trabajo a medio tiempo, cualquier cosa que lo mantuviera alejado de ella . A veces, la veía de lejos, pero hacía todo lo posible para no cruzarla. El simple hecho de estar cerca de ella lo hacía sentir incómodo, como si estuviera traicionando algo dentro de sí mismo.

Kagome notaba su ausencia cada vez más. Al principio, trató de encontrar alguna excusa para su comportamiento: tal vez Sesshomaru estaba ocupado con sus estudios o tenía otros problemas de los que ella no estaba al tanto. Pero conforme pasaban las semanas, la verdad se hizo dolorosamente evidente. Él la estaba evitando y no lo disimulaba para nada.

Los pocos momentos en los que Inuyasha lograba sacarla de su habitación, intentaba actuar como si todo estuviera bien. Pero era imposible. No podía ignorar la sensación de que algo se había roto entre ellos, y que tal vez nunca volvería a ser lo mismo.

—Ya no viene tanto por aquí, ¿verdad? —murmuró Kagome un día, mientras ella e Inuyasha caminaban juntos por el jardín. 

Inuyasha, aunque a menudo era insensible, sabía perfectamente a qué se refería. Sesshomaru había estado distante, y aunque Inuyasha no sabía exactamente por qué, podía adivinarlo.

—Sí, ha estado… ocupado, supongo —respondió, tratando de sonar casual—. Pero ya sabes cómo es Sesshomaru. Siempre ha sido un poco raro con todo lo relacionado con los sentimientos.

Kagome asintió, aunque no estaba convencida. Sentía que algo más profundo estaba sucediendo, algo que él no quería compartir con ella. Y eso la lastimaba más que cualquier cosa. Pensaba que al menos habían avanzado un poco, pero parecía que todo se había derrumbado.
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El día en que Kagome escuchó que Sesshomaru planeaba mudarse al extranjero fue como un golpe en el estómago. Lo oyó por accidente mientras su madre hablaba por teléfono con la madre de Sesshomaru. Él había decidido aceptar una oferta de trabajo en una prestigiosa empresa en Estados Unidos, una oportunidad que no podía rechazar. Era su gran oportunidad para crecer profesionalmente, pero significaba que se iría por un largo tiempo, tal vez incluso años.

Cuando Kagome escuchó la noticia, no pudo evitar que las lágrimas rodaran por sus mejillas. Sesshomaru ni siquiera se había despedido. Estaba huyendo, o al menos eso sentía ella. Kagome había estado convencida de que, con el tiempo, podrían aclarar las cosas, pero en lugar de eso, Sesshomaru había decidido alejarse aún más, poniendo un océano entre ellos.

La tarde antes de su partida, Sesshomaru finalmente apareció en la casa de los Higurashi para despedirse formalmente. Llevaba su habitual máscara de calma, como si nada hubiera pasado. Saludó a la familia con cortesía, pero cuando sus ojos se encontraron con los de Kagome, ambos sintieron el peso de todo lo que no se había dicho.

—¿Te vas tan pronto? —preguntó Kagome, con un esfuerzo por mantener la compostura.

—Sí —respondió Sesshomaru, su tono neutral—. Es una buena oportunidad para mí.

Kagome asintió, sin poder evitar sentir que algo dentro de ella se estaba desmoronando. Quería decirle tantas cosas, pero las palabras no salían. Todo lo que podía hacer era observar mientras Sesshomaru se preparaba para irse, alejándose aún más de ella.

Finalmente, cuando Sesshomaru estaba por salir por la puerta, Kagome reunió el valor para decir algo.

—Sesshomaru… —llamó, su voz apenas un susurro.

Él se detuvo, mirando hacia atrás. Por un momento, Kagome pensó que tal vez podría decirle lo que realmente sentía, pedirle que no se alejara tanto, pero en su lugar, simplemente dijo:

—Buena suerte.

Sesshomaru la observó durante unos segundos más, sus ojos revelando una emoción que ella no pudo descifrar del todo. Asintió levemente y, sin más palabras, se marchó.

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Con Sesshomaru en el extranjero, Kagome trató de seguir adelante con su vida. Sabía que no podía aferrarse eternamente a lo que había pasado, pero el dolor seguía ahí, latente. Intentó enfocarse en sus estudios, en sus amigos, en cualquier cosa que la ayudara a distraerse. A veces se preguntaba si él la recordaba, si pensaba en ella en ese nuevo mundo tan lejos de casa. Pero esas preguntas siempre quedaban sin respuesta.

Los años pasaron, y aunque Kagome creció, maduró, y experimentó otras cosas, una parte de su corazón siempre perteneció a Sesshomaru. Se preguntaba si algún día volverían a cruzar sus caminos, si alguna vez tendrían la oportunidad de hablar de lo que había pasado entre ellos.

Pero hasta entonces, Sesshomaru era solo un recuerdo, un amor no correspondido que se había desvanecido en la distancia.

¿ Y la edad que importa si te amo ?● ~SESSHOME~●Donde viven las historias. Descúbrelo ahora