Seijuro había llorado pocas veces en su vida, y una que creía que sería de las que jamás olvidaría además de su boda y enterarse que sería padre, fue cuando su pequeño hijo nació, era el tercer hijo que tendría y a pesar de las estadísticas el parto se complicó. Tuvieron un niño prematuro. Su pequeño Kousei, los médicos no sabrían si sobreviviría así que decidieron probar una técnica, una que sentía que lo estaba desgarrando por dentro. Estaba sosteniendo a su muy pequeño bebé contra su pecho el cual parecía estar tranquilo mientras transmitía cada vez más latidos dándole una esperanza.
-Mi pequeño niño, te lo pido.... No nos dejes -derramó una lágrima- Tus hermanitos te esperan, ellos están ansiosos de verte... Y ni se diga tu madre -beso su cabecita, era demasiado pequeño-
Siguió abrazandolo mientras veía a los doctores observar con suma atención ante cada señal del bebé. Jamás se había sentido tan desesperado quería que todo estuviera bien, quería creer que solo era una horrible pesadilla.
-Shi... Akashi-san... Señor, creemos que los latidos están estabilizando, creemos que puede haber una enorme posibilidad por que el bebé mejore, necesitamos....
No escuchó más solo miro a su bebé quien se veía muy cómodo en el pecho. Sonrió para él.
//Tranquila mi gente, el bebé se encuentra bien.... Tuve que esperar para escribir porque no tenía idea alguna de que era un papá Canguro, juraba que hablaba de una cangurera y el papá era quien lo tenía//
