Capítulo 4: "Un Día con la Abuela Inko"

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El sol apenas comenzaba a salir cuando Izuku, Momo y el pequeño Daisuke se preparaban para una visita especial

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El sol apenas comenzaba a salir cuando Izuku, Momo y el pequeño Daisuke se preparaban para una visita especial. Hoy sería el primer día que llevarían a su hijo a pasar una tarde con su abuela, Inko Midoriya. Desde que Daisuke nació, Inko había estado deseando pasar más tiempo con él, y aunque había visitado su casa varias veces, esta sería la primera vez que Daisuke visitaría la casa donde Izuku había crecido.

"Es emocionante, ¿no crees?" dijo Izuku mientras doblaba cuidadosamente la pequeña chaqueta verde de Daisuke. "Ver a mi mamá interactuar con él en su propio hogar... Me hace pensar en cómo crecí yo mismo en esa misma casa."

Momo sonrió mientras arreglaba la pañalera. "Estoy segura de que tu mamá estará encantada. Inko siempre ha sido tan cálida y amorosa, Daisuke va a adorarlo."

El pequeño Daisuke, sentado en su sillita alta, golpeaba la bandeja con sus pequeñas manos, balbuceando con entusiasmo sin saber muy bien lo que estaba por suceder. Sus brillantes ojos verdes miraban a sus padres, como si también estuviera emocionado por la aventura que estaba a punto de comenzar.

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Llegaron a la casa de Inko un poco antes del mediodía. Inko Midoriya, con su característico delantal y una sonrisa amplia, los recibió en la puerta. Sus ojos brillaban de felicidad al ver a su hijo, su nuera y, por supuesto, a su nieto, a quien esperaba con los brazos abiertos.

"¡Izuku, Momo, bienvenidos! ¡Y mira a este pequeño!" exclamó con una alegría palpable. Se inclinó para recoger a Daisuke, quien la observaba con curiosidad. "¡Oh, cuánto has crecido, mi pequeño Daisuke!"

Daisuke, intrigado por la energía de su abuela, balbuceó felizmente y agarró con sus pequeñas manos la tela del delantal de Inko, riéndose suavemente.

"Gracias por recibirnos, mamá," dijo Izuku mientras ayudaba a Momo a llevar las cosas dentro. "Sabemos cuánto has estado esperando este día."

Inko asintió rápidamente. "Por supuesto. Estaba deseando que vinieran. Hoy preparé algunas cosas especiales, y pensé que podríamos dar un paseo por el parque. También le tejí unos calcetines a Daisuke. ¡Miren qué pequeños son!" Inko levantó un par de calcetines diminutos de color verde, lo que provocó risas de todos.

Momo sonrió con ternura. "Es hermoso ver cuánto te preocupas por Daisuke. Eres una abuela maravillosa."

Inko se sonrojó ligeramente y bajó la mirada, siempre modesta, pero no pudo contener una sonrisa orgullosa. "Solo quiero que sepa cuánto lo quiero... igual que a ti, Izuku."

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La tarde comenzó con un delicioso almuerzo que Inko había preparado con esmero. Aunque Daisuke todavía estaba en la fase de comer purés, Inko se había asegurado de hacer un menú especial para él. La pequeña mesa del comedor estaba llena de risas y conversaciones animadas mientras la familia disfrutaba del tiempo juntos.

"Es increíble cómo los pequeños detalles me recuerdan a cuando Izuku era un bebé," comentó Inko mientras miraba a su nieto juguetear con una cuchara. "Tú también hacías esto, Izuku. Siempre tratabas de agarrar todo con esas pequeñas manos curiosas."

Izuku se rió. "¿En serio? No me sorprende. Daisuke ha heredado esa misma curiosidad."

Después del almuerzo, Inko sugirió un paseo por el parque cercano, el mismo parque donde Izuku había jugado cuando era niño. A Daisuke le encantaba salir al aire libre, y parecía especialmente animado mientras observaba los árboles y escuchaba los cantos de los pájaros desde su cochecito.

"Este lugar tiene tantos recuerdos," dijo Izuku mientras caminaba junto a Momo y su madre. "Recuerdo que siempre veníamos aquí cuando necesitábamos despejarnos, mamá."

Inko asintió, mirando con nostalgia los bancos y los caminos. "Sí, Izuku. Y ahora, ver a Daisuke aquí... es como revivir esos momentos, pero con una nueva alegría."

Mientras caminaban por el parque, Daisuke comenzó a inquietarse en su cochecito, señalando con sus pequeñas manos hacia los columpios cercanos. Inko, atenta como siempre, lo sacó con cuidado y lo sostuvo en brazos mientras lo llevaba hacia allí.

"¿Crees que le gustará?" preguntó Momo, observando a su hijo.

"Vamos a intentarlo," respondió Izuku mientras colocaba a Daisuke en el pequeño columpio infantil, diseñado especialmente para bebés.

Al principio, Daisuke parecía un poco confundido, mirando a su alrededor con sus grandes ojos verdes, pero cuando Izuku comenzó a empujar suavemente el columpio, su carita se iluminó con una enorme sonrisa. Soltó una pequeña risita que hizo que todos se rieran.

"¡Mira eso! ¡Le encanta!" exclamó Inko con orgullo. "Definitivamente ha heredado tu energía, Izuku."

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Después de un rato en el parque, regresaron a la casa de Inko. La tarde avanzaba, y Daisuke ya comenzaba a mostrar signos de cansancio. Mientras Momo le preparaba un pequeño biberón, Inko se sentó con Daisuke en el sofá, meciéndolo suavemente.

"Este es mi momento favorito," murmuró Inko mientras acunaba a su nieto, quien bostezaba mientras cerraba sus pequeños ojos. "Ver cómo un bebé se queda dormido en tus brazos es una de las mayores alegrías que puedes experimentar."

Izuku observaba a su madre con una mezcla de gratitud y amor. Ver cómo Inko cuidaba de Daisuke, con la misma ternura con la que lo había criado a él, le llenaba el corazón.

"Gracias, mamá. Por todo," dijo en voz baja.

Inko lo miró y le sonrió cálidamente. "No tienes que agradecerme, Izuku. Lo que estás viviendo ahora, con Momo y Daisuke, es lo que más deseaba para ti. Verte feliz, rodeado de amor... es todo lo que una madre puede pedir."

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Cuando llegó el final de la tarde, Daisuke dormía plácidamente en sus brazos, Izuku y Momo decidieron que era hora de regresar a casa. Inko, aunque un poco triste por verlos partir, se despidió con la promesa de que tendrían muchas más visitas.

"Siempre estaré aquí para ustedes," dijo mientras abrazaba a su hijo y a Momo. "Y siempre, siempre estaré aquí para mi pequeño Daisuke."

Izuku la abrazó fuerte. "Lo sé, mamá. Eres increíble, y siempre estaremos agradecidos por todo lo que haces."

Con una última mirada y una sonrisa hacia su nieto dormido, Inko los despidió, viendo cómo se alejaban mientras la luz del atardecer iluminaba el cielo.

Sabía que, aunque Daisuke crecería y el tiempo pasaría, siempre habría momentos como este, llenos de amor y conexión familiar. Y para Inko, eso era todo lo que necesitaba para sentirse completa.

Fin del capítulo.

Fin del capítulo

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Héroes en Familia: La aventura de criar a DAISUKE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora