(Cuatro años después)
Stara, una vez perdida y angustiada en el reino de los humanos, abusada por un rey que poseía una gran corte de cortesanas y esclavos obligados a bailar al son de sus palabras, es ahora una guerrera respetadas que se labró su nombre al decapitar con su espada a dicho rey.
Stara es temida por muchos en aquel reino y su leyenda se había extendido con rapidez. Ahora, es la cabeza de un grupo de personas con ideas que ella misma les ha enseñado. Enseñó a muchos a luchar, igual que Inanna había hecho con ellos alguna vez, y se dedicaron a esparcir por las distintas ciudades de Mesopotamia la realidad de los dioses. Cómo no eran más que unos arrogantes desagradecidos y orgullosos que no se merecían en absoluto ser venerados.
Un día, cuando su grupo estuvo preparado, obraron en las sombras e incendiaron un zigurat con éxito. Aquel fue solo el comienzo. La satisfacción de ver aquel templo, el de An, envuelto en llamas provocó una gran sonrisa en la cara de la joven. Se aseguraría de hacérselo pagar a todos y cada uno. Sobre todo, a esa traidora.
Templo tras templo, la sed de venganza de Stara no se apaciguaba, sino que aumentaba.
Arriba, la furia de los dioses aumentaba cada vez más. Por lo que mandaron llamar a Inanna hartos de esta sublevación.
—¿Qué demonios queréis ahora?—dijo con voz rasposa nada más entrar a la sala. Llevaba años sin acudir a esta, pero los rumores de que los dioses tramaban algo relacionado con Stara la habían obligado a ir.
—Inanna. Tu chica, Stara. Ha perdido el control—dijo An.
—Stara...—susurró—¿Qué ha pasado?
—Esa desgraciada está haciendo lo que dijo—Utu se rio—Parece que no fue una promesa vacía.
—Está incendiando nuestros templos. Debes bajar ahí y arreglarlo—gruñó Nammu.
—¿Yo?
—Tu la enseñaste a ser fuerte. Arréglalo.
Inanna gruñó. No solo la habían obligado a echarla, sino que ahora la haría enfrentarse a ella tras años sin verla.
—Como digas...
Inanna bajó al reino de los mortales con el corazón dolorido. No quería ver aquellos ojos rotos y esa alma despechada. Apretó la mandíbula y arrastró algo de tierra con el pie. No esperaba que el reino de los mortales fuese tan árido.
Suspiró y se dirigió al último templo que quedaba por destruir. El suyo. Estaba segura de que Stara lo había dejado para el final como una especie de regaño para la diosa, y sinceramente, funcionó .
Cuando subió las escaleras del templo algunos de los seguidores de Stara se la cruzaron al salir corriendo de las llamas provocadas, pero no le hicieron ningún caso. Inanna continuó andando y a lo lejos, frente al altar, vislumbró la forma de Stara. Sentada sobre este a modo de burla.
—Esperaba que aparecieses tarde o temprano...Inny— remarcó con burla.
—Stara... escucha...
—¡No!—gritó saltando del altar. Cuanto más cerca estaba, más claras eran las cicatrices de su cara para la diosa, que sintió apretarse su corazón—. Ahora os toca a vosotros escuchar.
—Stara... yo nunca quise...
—¡Me da igual lo que quisieses! ¡Lo hiciste! ¡Me diste la espalda cuando más te necesitaba!—desenvainó su espada con un chirrido del metal y apuntó a la mujer—Ahora pagarás por ello.
—No quiero luchar contigo, Stara.
—Lucharás.
La chica se abalanzó con un gruñido que delató lo rota que se sentía e Inanna solo pudo retroceder antes de desenvainar su propia espada para defenderse.
—¡Me da igual si muero hoy!—gritó—Pero este día se recordará para siempre como el día en el que una "Insignificante mortal" se enfrentó sin temor a la diosa de la guerra.
—¡Yo nunca te vi como tal! ¡Lo sabes!
—¡Yo no sé nada de ti!—Agitó la espada—Nunca lo he hecho.
Stara continuó atacando e Inanna siguió defendiéndose ignorando las llamas que crecían a su alrededor para engullir el edificio.
—Claro que sí, Stara...—sollozó Inanna—Solo quise mantenerte a salvo... No podía permitir que te matasen...
—¿¡A salvo!? ¡Desgraciada! ¿A salvo es que un rey me utilice de puta? ¿Que trafiquen conmigo?—El sonido de sus espadas golpeando y el crepitar del fuego eran la única banda sonora para su desgarradora conversación—¡Dije bien claro que prefería morir antes que eso!
—¡Yo no podía permitir eso!
—¡¿Por qué?!—Cuando Stara gritó aquello embistió con su espada, atravesando el abdomen de la mujer con rabia e Inanna, por acto reflejo, imitó el movimiento. Quedando ambas ensartadas en la espada de la otra. Stara tosió sangre y gruñó, no iba a dejar que nada la parase—. Eso no era asunto tuyo. Yo decido cómo morir ¿Por qué tuviste que meterte?
Inanna se llevó la mano a la herida.
—Porque te quiero...
Stara bajó la mirada a su herida y abrió los ojos cuando notó que lo que brotaba de ella no era ícor, sino sangre roja y muy real.
—Inanna...
—Porque eres la única persona que me enseñó no solo a entregar el amor a otras parejas, sino también a mí misma... por eso no quería ver cómo acababan contigo—Tosió sangre también.
—Inny...—Su rostro se contorsionó aterrado—¿Qué has hecho?
—No quería que esta batalla estuviese escrita desde el principio...—jadeó—. Si iba a luchar contigo... sería en igualdad de condiciones.
—¡Inny!
—Renuncié a mi divinidad...
Stara negó con la cabeza.
—No...no joder...¡Inanna!
Ambas sucumbieron al cansancio y acabaron jadeando en el suelo.
—Noto en tu mirada lo mal que lo has pasado, Stara... y lo siento mucho... debí seguir mi promesa y haberte defendido algo mejor.
—Inny...no tenías que renunciar por mí...—suspiró, provocándose más dolor—. Joder... si lo hubiera sabido no...
—Lo sé... pero es que te quiero, Stara... te amo. Y no iba a seguir los juegos de los demás dioses.
Los ojos de Stara se aguaron.
—¡Joder! ¡Te odio, Inanna! ¡¿No podías haberlo dicho antes?!
Inanna apartó la mirada.
—¿Me odias de verdad?
Stara se calló unos instantes.
—Lo que odio es que a pesar de todo te sigo amando.
Inanna no se lo pensó y como pudo atrajo a la chica a sus brazos. Stara permaneció inmóvil antes de abrazarla también y esconder la cara en el hueco de su hombro.
—Lo siento...—sollozó Stara rota—Lo siento, lo siento, lo siento... nunca quise que llegásemos a esto...
Inanna cerró un ojo ante el dolor de su herida y acarició el pelo de la contraria.
—Lo sé... sé que has sufrido... lo lamento...—Tomó aire pesadamente—Te prometo que te encontraré...
Stara solo pudo hacer un leve ruido de confusión.
—Allá donde vayamos en nuestra próxima vida, te prometo que volveremos a estar juntas... igual que antes...
—Más te vale cumplir esta promesa...—Le exigió con voz débil mirándola.
Inanna apretó lo poco que pudo su abrazo y depositó un leve beso en los labios de Stara. Contenta de que al fin pudo probarlos y triste por ser la última vez en hacerlo en esta vida. Stara cerró los ojos llorosos y dio una leve sonrisa antes de acurrucarse en su pecho para dar su último suspiro envueltas en las llamas.
—Lo haré...—murmuró Inanna con un nudo en la garganta antes de fallecer también.