Capitulo 1

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Tres palabras: aislamiento, demencia, sangre. Esos eran los tres términos que lo definían. Cada uno más sombrío que el anterior. Él era un enigma total; su persona era un misterio profundo, apenas se conocía su capacidad. Poseía una destreza inusual, sin precedentes; tan singular como amenazante.

—¿Estás preparada? —inquirió Alessa, mi colega de trabajo y confidente—. Has estado dedicando una semana entera a este momento. —Tomando mis manos con ternura, me suplicó—. Es crucial que seas sumamente cautelosa; por favor, procede con extremo cuidado.

—¡Ten cuidado! —gritó mientras me marchaba.

Yo experimentaba una intensa sensación de ansiedad y temor; jamás imaginé que me asignarían la responsabilidad de este caso. Todos mis predecesores habían fracasado en la tarea.

—Lyra —alguien dice mi nombre mientras toca mi hombro. Me doy la vuelta y era Alan—. ¿Vas hacia tu tumba? —bromea con una sonrisa incómoda.

—Qué ingenioso comentario, Alan. Es un verdadero deleite escuchar esas bellas palabras de estímulo, te agradezco sinceramente —respondo con evidente ironía.

—¿Te encuentras bien? —inquire con preocupación—. Todos los demás están...

—Muertos, sí, ya lo sé. Agradecería que no me lo recordaras —miré mi teléfono y se me hacía tarde; comencé a caminar y Alan me seguía.

Yo sospechaba que, de algún modo, Alan sentía atracción hacia mí, pero nunca me lo dijo, por lo que nunca lo di por hecho. Él era un hombre bastante atractivo: cabello castaño rizado, ojos verdes y bastante alto; el tipo ideal de muchas. Sin embargo, la verdad es que a mí nunca me llamó la atención; tenía mejores asuntos que atender como para andar enamorada de alguien.

—Por favor, ten mucho cuidado —dijo mientras desviaba su camino hacia otro pasillo. Yo asentí.

Tomé el elevador y presioné el botón hacia la última planta. Allí se encontraba mi destino y posiblemente mi tumba también.

En el último piso me recibieron Kael, el director general, y Maya, su secretaria.

—Justo a tiempo, Lyra —dice Maya. Kael era de pocas palabras y Maya hablaba por él—. Es por aquí, sígueme.

Caminamos en silencio por unos minutos; el ambiente era muy incómodo para mí. Sentía que me estaban usando como alimento para leones.

—Es aquí adentro —Maya señala la puerta de metal blindado, única en todo el edificio—. No te preocupes, estaremos observando todo desde las cámaras. Si algo ocurre, el equipo de seguridad hará una intervención inmediata.

—Está bien —digo nerviosa.

—Suerte —dice mientras abre la puerta y me empuja discretamente para luego cerrarla de inmediato.

Entré mirando al piso debido a mis nervios, y, al azar, la vista; allí estaba él, enfrente de mí. Nunca lo había visto ni tampoco había escuchado alguna descripción sobre su apariencia.

Él se encontraba en una habitación grande y blindada; todo era blanco, incluso sus ropas eran blancas. Era bastante alto, más alto que Alan. Luego miré su rostro con temor. Era muy atractivo, con rasgos masculinos, cabello negro y un rasgo bastante peculiar: sus ojos eran rojos, tan rojos como la sangre fresca.

 Era muy atractivo, con rasgos masculinos, cabello negro y un rasgo bastante peculiar: sus ojos eran rojos, tan rojos como la sangre fresca

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—Por favor, ambos tomen asiento en la mesa ubicada en el centro de la habitación —habló Maya a través de los altavoces en la habitación.

Ambos seguimos la orden. Yo caminaba temblando y mi estómago estaba revuelto, mientras que él parecía muy sereno, pero no me quitaba los ojos de encima. Eso me ponía los pelos de punta.

Pronto, ambos estábamos sentados en la mesa, uno frente al otro. La habitación estaba en completo silencio; yo tenía que hacer las preguntas de rutina, pero las palabras no salían. Tenía un nudo en la garganta y sentía que, en cualquier momento, iba a explotar debido a mis nervios y temor.

—Estatura: 1.56 metros, peso: 48 kg —él comenzó a hablar de repente—. Cabello negro y muy largo; diría que mide unos 1.15 metros aproximadamente —él estaba describiéndome—. Ojos café oscuro, casi negros; no puedo distinguir tu iris de tu pupila. Piel blanca. Tu cara tiene facciones delicadas y pequeñas, y ese lunar que tienes en la mejilla te queda muy bonito.

Él estaba describiendo y tomando medidas de cada rasgo físico que tenía. No tenía idea de qué debería hacer o cómo debería reaccionar; pronto dejó de hablar y su cara se tornó seria y sombría.

—¿Cómo te llamas? —preguntó.

—Lyra —respondí con el corazón en la boca.

—Es un nombre muy bonito —me miró fijamente—. Yo soy Elian, mucho gusto, Lyra.

Elian, ese era su nombre; nunca lo supimos hasta ahora. Era el primer dato que obteníamos de él en todo el tiempo que estuvo encerrado.

—¿Por qué? —preguntó. Yo no entendí a qué se refería—. ¿Por qué no puedo saber?

¿Saber qué? No sabía de qué estaba hablando y estaba demasiado asustada como para hablar.

—¿A qué te refieres? —logré articular una frase.

Él se puso de pie y golpeó la mesa con su puño, partiéndola en dos. Yo solté un grito ahogado de sorpresa y terror que comencé a sentir. Pero luego sentí cómo algo cálido se escapaba de mis oídos y mis ojos.

Toqué cuidadosamente mi cara; el fluido cálido que sentía era mi sangre escapándose de mi interior. Me horroricé; lo que estaba pasando era cuestión de tiempo.

Pronto, el equipo de seguridad entró y lo sostuvieron. Comenzaron a inyectar tranquilizante y a darle descargas eléctricas, pero nada parecía funcionar. Su mirada estaba fija en mí y él era inmutable ante la presencia del equipo de seguridad especial.

Él emanaba una presencia inquietante, como si estuviera rodeado por una aura de misterio y peligro. Sus ojos rojos parecían penetrar en lo más profundo de mi ser. A pesar de su apariencia imponente, no podía evitar sentir una extraña fascinación por él, una mezcla de atracción y temor que me mantenía en vilo.

Mientras el equipo de seguridad luchaba por contenerlo, pude ver destellos de un poder más que sobrenatural en sus acciones. Había oído hablar sobre él, era algo más que un superhumano. Ya había visto casos extremos, pero esto desafiaba toda lógica, el era incontenible e inexplicablemente hizo como todos los de equipo estallara como su todos fueran unas simples globos.

Una lluvia roja convirtió el lugar en un baño de sangre que me cubría por completo: mis brazos, mi ropa, mi cabello. La habitación, que era blanca, estaba cubierta de rojo y había pedazos de las personas que habían explotado: corazones, pulmones, hígado, brazos y piernas. Era todo un caos, y el olor metálico de la sangre le revolvía el estómago a cualquiera. Era la escena más grotesca que había visto en mi vida.

Cada segundo que pasaba se sentía como una tortura; todo era un caos y la sangre que goteaba por mi rostro comenzó a mezclarse con la que yacía por toda la habitación. Pronto sentí un pitido intenso en mis oídos y mi visión se tornó borrosa, acompañada de un fuerte mareo, para luego colapsar por completo.

Lágrimas De Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora