Capitulo 2

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Desperté con un sobresalto, envuelta en sábanas de hospital y con el constante pitido de las máquinas resonando en mis oídos. La luz tenue del cuarto me resultaba casi reconfortante, un pequeño respiro de la brutalidad que había presenciado.

Alan y Alessa estaban a mi lado. Alan, con su rostro cansado pero lleno de alivio al verme abrir los ojos, y Alessa, con lágrimas en los suyos, sujetando mi mano con fuerza.

—Lyra, ¿cómo te sientes? —preguntó Alessa, su voz temblorosa.

Traté de sonreír, pero el dolor en mi cuerpo lo hizo difícil. —Como si hubiera pasado por una tormenta —susurré.

Alan se inclinó hacia mí, su expresión grave. —Kael quiere verte. Necesitamos hablar sobre Elian.

El nombre de Elian provocó un escalofrío que recorrió mi espina dorsal. Las imágenes de su rostro y los ojos rojos me asaltaron de nuevo. Pero sabía que debía enfrentar la situación. No podía permitir que el miedo me paralizara.

—Estoy lista —dije, aunque mi voz no sonaba tan segura.

Alessa me apretó la mano con más fuerza, sus lágrimas cayendo sobre las sábanas blancas. —Por favor, ten mucho cuidado. No soportaría perderte.

Asentí, mi determinación creciendo a pesar del miedo. Me levanté lentamente, con la ayuda de ambos, y me dirigí hacia la sala de conferencias. El verdadero desafío apenas comenzaba y debía estar preparada para lo que viniera.

A medida que caminábamos hacia la sala de conferencias, no podía dejar de pensar en la Isla de las Anomalías. En nuestro mundo, algunas personas nacen con habilidades únicas, llamadas anomalías. Para mantener estas habilidades en secreto y seguras, se las llevaba a esta isla. Es por eso que tiene ese nombre.

Mi anomalía era inofensiva en comparación con otras: podía hacer crecer mi cabello y controlarlo a voluntad.

Mi anomalía era inofensiva en comparación con otras: podía hacer crecer mi cabello y controlarlo a voluntad

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No era particularmente útil en combate, pero sí me daba cierta ventaja en situaciones cotidianas. Alessa, por otro lado, tenía una visión tan aguda que le facilitaba su trabajo como bióloga en la isla. Alan podía aguantar descargas eléctricas y controlarlas moderadamente, lo que lo hacía valioso en situaciones de peligro.

Pero nunca habíamos visto una anomalía como la de Elian. Nadie sabía cómo había llegado a la isla ni por qué estaba allí. Su poder era peligroso, pero lo que había presenciado en la habitación blanca era más aterrador que cualquier cosa que hubiera imaginado.

Entramos en la sala de conferencias y allí estaba Kael, con su habitual semblante serio. Maya estaba a su lado, con una carpeta en las manos.

—Lyra, hemos revisado toda la información que obtuviste en tu encuentro con Elian —dijo Kael sin rodeos—. Gracias a ti, por primera vez en cuatro años, tenemos datos concretos sobre él.

Me quedé sorprendida. Cuatro años sin saber prácticamente nada y ahora, de repente, habíamos dado un paso gigante.

—Además, hay algo más —continuó Kael—. Elian ha pedido hablar contigo de nuevo.

Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Por qué quería verme de nuevo? La lógica me decía que debía rechazar, pero una parte de mí, la parte que sentía esa extraña atracción, me impulsaba a aceptar.

—Lo haré —dije, y pude ver la sorpresa en los ojos de Alan y Alessa.

Kael asintió, satisfecho. —Te estamos pidiendo esto porque creemos que puedes obtener más información. Pero entiende que este no es un paso a tomar a la ligera. Sé lo peligrosa que es esta misión.

Asentí, consciente del riesgo, pero decidida. Elian no era solo un misterio, era una obsesión. Y yo estaba dispuesta a llegar hasta el fondo, sin importar el costo.

El camino hacia la celda de Elian parecía más largo esta vez. Cada paso resonaba con el eco de mis pensamientos. Entré en la habitación blanca, y allí estaba él, sentado en el centro, con sus ojos rojos clavados en mí. La habitación que una vez estuvo pintada de rojo ahora estaba cerrada. Elian había sido trasladado a otra celda prácticamente igual y eso me hacía recordar lo que había ocurrido en aquella habitación. Kael me dijo que tuvierom que usar un sedante tan fuerte como para dormir a un elefante y aún así se mantenía consiente y de algún modo logró dañar a una de las personas que lo trasladaban, le provocó hemorragias internas graves.

—Lyra —su voz era un susurro que atravesaba el silencio como una daga—. Me alegra que hayas vuelto.

Sentí un nudo en el estómago, pero supe que debía mantenerme firme. —Elian, ¿por qué querías verme?

Él sonrió, una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. —Eres diferente. No como los otros. Quiero entenderte.

Mi corazón latía con fuerza. Sabía que estaba caminando en terreno peligroso, pero la curiosidad y la extraña atracción que sentía hacia él me impulsaban a seguir adelante.

Sentí un nudo en el estómago y el sudor frío en mi frente. —¿Qué... qué quieres saber? —logré articular, mi voz apenas un susurro.

Elian se inclinó hacia adelante, sus ojos rojos fijos en los míos. —Quiero saber qué te hace diferente. ¿Por qué tienes tanto miedo de mí, pero aún así estás aquí?

El miedo me apretaba el pecho como una garra. —Yo... también soy una anomalía. Como tú.

Él arqueó una ceja, intrigado. —¿Cuál es tu habilidad, Lyra?

Mi garganta se sentía seca. —Puedo hacer crecer mi cabello y controlarlo a voluntad. No es nada comparado con lo tuyo.

Elian se recostó en su silla, sus ojos nunca abandonando los míos. —Tu habilidad puede parecer inofensiva, pero es única. Aquí, todos tenemos nuestros secretos.

Las paredes blancas de la habitación parecían cerrarse sobre mí. —¿Cómo llegaste aquí? —pregunté, mi voz quebrándose.

Elian dejó escapar un suspiro, sus ojos desviándose por un momento. —No lo sé. Un día simplemente desperté aquí. No tengo recuerdos de antes de la isla.

Cada palabra suya parecía un enigma, una pieza de un rompecabezas incompleto. —¿Y tu... anomalía? ¿Siempre ha sido así? —pregunté, consciente de que estaba tocando temas delicados.

Él cerró los ojos por un momento, como si estuviera debatiendo si responder o no. —No. Al principio era solo una leve sensación, una especie de intuición. Pero luego se intensificó. Y ahora... ahora es incontrolable... Lamento mucho lo que ocurrió en nuestro primer encuentro —logré percibí un atisbo de tristeza en su mirada pero fue leve, es como si a penas tuviera emociones.

Recordé lo que había presenciado en la habitación blanca. El horror que había desatado. —¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? —mi voz era apenas un susurro, llena de miedo y desesperación.

Elian abrió los ojos, sus ojos rojos brillando con una intensidad renovada. —Tal vez. Pero necesitaría tu ayuda para descubrirlo.

El silencio volvió a envolvernos, pesado y lleno de incertidumbre. Sabía que estaba jugando con fuego, pero también sentía que, de alguna manera, podía hacer una diferencia.

—Haré lo que pueda —dije finalmente, mi voz temblorosa pero decidida.Me quedé mirando a Elian, intentando leer más allá de su mirada. Cada segundo en esa habitación blanca se sentía eterno. Mi respiración era entrecortada, y el sudor frío me cubría la frente. Aun así, debía seguir adelante.

Me quedé mirando a Elian, intentando leer más allá de su mirada. Cada segundo en esa habitación blanca se sentía eterno. Mi respiración era entrecortada, y el sudor frío me cubría la frente. Aun así, debía seguir adelante.

—Nos volveremos a ver, Lyra —dijo Elian, su voz resonando en la habitación blanca.

Salí de la celda con el corazón aún latiendo con fuerza. Sentía una mezcla de alivio y temor. Sabía que el camino por delante sería difícil, lleno de peligros y desafíos. Pero también sabía que no podía dar marcha atrás.

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