Capítulo 34

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Darius estuvo actuando de una manera que me pareció sumamente extraña. Nunca, en todo el tiempo que llevamos juntos, lo había visto comportarse así; algo dentro de mí no me deja estar tranquila, una sensación de angustia que me consume. Necesito saber qué está pasando.

Guardo mis cosas, tomo mi bolso y recojo todo lo de mis pequeños. Los tomo de la mano y salgo de la oficina rápidamente.

Al llegar a la recepción, veo a Mike, y eso no me da buena espina.

-Señorita Trish -saluda Mike con una leve inclinación de cabeza, también dirigiéndose a los niños.

-Mike, ¿dónde está Darius? Pensé que lo acompañarías a ver a los nuevos inversionistas -le digo, con un tono de voz lleno de incertidumbre, mientras él toma nuestras pertenencias.

-El señor me pidió que me encargara de llevarlos a casa a salvo, dijo que iría solo esta vez -responde. Asiento, pero mis dudas aumentan-. ¿Los llevo a casa o desean ir a otro lugar?

-Vamos a casa de los padres de Darius -le indico. Mike asiente, abre la puerta de la camioneta, subo con los niños, y rápidamente pone en marcha el vehículo rumbo a la casa de los padres de Darius.

Durante el trayecto, le mando mensajes a Alanys y Abbey, pidiéndoles que nos veamos en la casa de Victoria. Intento localizar a Leo, pero su celular está apagado, lo cual solo aumenta mi inquietud.

Al llegar, Mike se estaciona frente a la casa, baja del auto y nos ayuda a salir. Victoria sale a recibirnos con una sonrisa.

-¡Abuela! -los niños corren hacia ella y la abrazan, mientras ella los saluda con alegría.

-¡Qué sorpresa tan linda me han dado! ¿Cómo están, mis amores? -les da un beso a cada uno en la mejilla-. Cada día están más grandes.

-¿Dónde está el abuelo? -pregunta Dax, que se ha vuelto muy apegado a su abuelo.

-Está en el despacho, cariño, y les tiene un regalo a ambos -responde Victoria con una sonrisa. Los niños corren hacia adentro de la casa, dejándonos solas.

-¿Cómo estás, querida? -me pregunta Victoria, dándome un abrazo cálido-. ¿Y Darius? ¿Por qué no vino con ustedes?

-Precisamente de eso quería hablarles -respondo, soltando un suspiro pesado-. Algo no anda bien, Darius se comportó de una manera muy extraña hoy, y tengo un mal presentimiento.

-Entremos -dice ella, guiándome hacia la sala. Nos sentamos, y entonces continúo-. Cuéntame, ¿qué sucede con mi hijo? ¿Por qué dices que estaba actuando extraño?

-Esta tarde llegó a mi oficina y se notaba tenso. Me dijo que iba a resolver unos asuntos con unos inversionistas, lo cual me pareció raro porque hace unos días tuvimos una reunión en la empresa y no mencionó nada sobre el tema. Lo más extraño es que no se llevó a Mike con él, cuando siempre lo hace. He estado llamándolo, pero su teléfono está apagado, y tengo miedo de que algo le haya pasado.

El dolor en mi pecho crece cada vez más; algo malo está ocurriendo, lo sé. Solo espero que Darius esté bien.

-Estás muy alterada, cariño. Cálmate, todo estará bien, te lo aseguro -me dice Victoria, intentando tranquilizarme. Justo en ese momento, la puerta se abre y entran Abbey y Alanys.

-¿Qué pasa, Trish? ¿Por qué estás así? -preguntan ambas, acercándose rápidamente. Les cuento todo lo que ha sucedido.

-Pienso igual que Trish, mamá. Darius jamás saldría solo sin Mike -dice Abbey, su expresión llena de preocupación.

-Esto está muy raro -comenta Alanys, levantándose para darme un abrazo-, pero te aseguro que todo estará bien, amiga.

Quisiera creer en sus palabras, pero no puedo. Darius nunca se queda tanto tiempo sin hablarme; han pasado más de tres horas y no sé nada de él. Su teléfono está apagado, algo que nunca sucede. Sé que algo está mal, y temo que haya hecho algo arriesgado. No podría soportar perderlo, no podría vivir sin él.

De repente, mi teléfono suena. Es un mensaje de un número desconocido. Lo abro, y mi cuerpo se estremece de inmediato.

Número desconocido

"Yo siempre cumplo lo que digo, perra."

Adjunto al mensaje, hay varias fotos de Darius atado a una silla, con la cabeza inclinada y su camisa cubierta de sangre.

-No, esto no puede ser -murmuro, cubriendo mi boca con una mano mientras siento que mis piernas se debilitan.

Abbey me sostiene justo a tiempo, mientras Alanys toma el teléfono de mis manos y lee el mensaje.

-¡Oh, Dios! -exclama Alanys, llevándose una mano al pecho-. Tenemos que llamar a la policía.

Todo a mi alrededor comienza a dar vueltas, como si el mundo se desmoronara a mi alrededor. No, esto no puede estar pasando... no a Darius, no a él...

Un Contrato Con Mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora