25. Un momento bajo las estrellas

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Escena 1: Bajo las estrellas en la terraza

Era una de esas noches cálidas en Buenos Aires donde el cielo despejado invitaba a cualquier alma a disfrutar de las estrellas. Edi había subido con Vicen a la terraza del edificio, un lugar al que pocas veces iban, pero que siempre les regalaba tranquilidad y un paisaje urbano iluminado por las luces lejanas.

Vicen llevaba una manta grande, y Edi traía dos copas de vino. La brisa suave acariciaba sus rostros mientras se acomodaban en un rincón de la terraza. Estiraron la manta y se sentaron uno junto al otro, mirando hacia arriba.

Edi:- ¿Viste cómo cambió la ciudad desde la última vez que vinimos? -comentó, entrecerrando los ojos como si intentara encontrar nuevas constelaciones en ese mar de estrellas. - No me canso de mirar este cielo... pero no es tan lindo como estar acá con vos -agregó, con una sonrisa que hizo que Vicen se estremeciera.

Vicen se apoyó sobre el hombro de Edi, en un gesto que era tan natural entre ellos, pero que seguía siendo mágico.

Vicen:- A veces pienso que vos sos una estrella, ¿sabés? Al principio brillabas desde lejos, inalcanzable, pero ahora siento que sos parte de mi universo -confesó, con esa voz suave que hacía que todo lo que dijera sonara más sincero y profundo.

Edi lo miró de reojo y se quedó en silencio unos segundos, dejando que el momento se asentara. Luego le pasó una mano por el cabello, acomodando suavemente un mechón que había caído sobre su frente.

Edi:- Me hacés sentir vivo, pibe -le susurró al oído, inclinándose para dejar un beso cálido en su cabeza.

Escena 2: El reflejo de su amor
Se quedaron así, hablando en susurros, con las copas de vino olvidadas a un costado, y Edi, en un impulso, decidió llevar el momento un paso más allá. Lo miró directamente a los ojos, esa mirada que siempre hacía que Vicen sintiera un calor en el pecho, y lo besó.

El beso fue lento, profundo. La brisa nocturna los rodeaba, pero todo el calor lo llevaban ellos en ese momento. Se tomaron su tiempo, disfrutando de la cercanía, como si el tiempo no existiera y sólo ellos dos estuvieran bajo ese cielo infinito.

Edi apoyó su frente contra la de Vicen cuando el beso terminó, con una sonrisa tranquila dibujada en su rostro.

Edi:- Sos lo mejor que me pasó en mucho tiempo -murmuró. Vicen, todavía un poco perdido en el beso, sólo pudo asentir, con el corazón latiendo fuerte en su pecho.

Vicen:- Yo también te amo, Edi -fue lo único que logró decir, pero fue más que suficiente.

Escena 3: Despertar en la terraza
No sabían en qué momento se quedaron dormidos, pero lo hicieron, abrazados bajo la manta. El día los sorprendió en la terraza, y lo primero que sintió Vicen al despertar fue el calor del cuerpo de Edi junto al suyo. Se movió suavemente, entrecerrando los ojos por la luz del amanecer.

Edi ya estaba despierto, pero no quería moverse, disfrutando de tener a Vicen a su lado, tan tranquilo, tan suyo.

Edi:- Buen día, dormilón -le dijo en un tono juguetón cuando notó que Vicen estaba abriendo los ojos.

Vicen se estiró, sintiendo cómo el sol les daba en la cara:- Buen día... ¿nos quedamos acá toda la noche? -preguntó, todavía un poco adormilado.

-Parece que sí -rió Edi. -Y no me arrepiento para nada.

Se quedaron unos minutos más allí, disfrutando del amanecer, con las luces de la ciudad apagándose poco a poco, mientras el sol comenzaba a iluminar todo a su alrededor.

Vicen lo miró con ternura, pensando que esos pequeños momentos, esos despertares juntos, eran los que más atesoraba. Sabía que, mientras estuviera al lado de Edi, todo estaría bien.

уσ ¢яυzαяє ℓσѕ ∂є∂σѕ (¢αναηι χ тαвσя∂α)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora