Capitulo 4

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Esa misma noche, me acosté en la enorme cama de mi habitación, con la mente dando vueltas sin poder dormir. Lo que había pasado con William hace rato me había dejado una mezcla de tristeza y rabia que no lograba disipar. Mis pensamientos giraban en torno a sus palabras, al modo en que me había rechazado. Me dolía mucho más de lo que quería admitir.

Estaba a punto de quedarme dormida cuando escuché la puerta abrirse suavemente. Era mi madre, la reina Charlotte. Se acercó hasta la cama y se sentó a mi lado, su expresión era cálida, como si intuyera la tormenta que se albergaba en mi interior.

—Eleanor, cariño—dijo con una sonrisa tenue. —Mañana será un día importante para ti.

—¿Ah, sí?—respondí, sin demasiadas ganas de escucharla. Pero mi madre, como siempre, tenía su manera de hacerme atender.

—El príncipe Stwart llegará mañana por la mañana. Tu padre ha arreglado una visita para que paséis el día juntos. Es un hombre apuesto, amable y uno de los más destacados pretendientes, Eleanor. Creo que realmente te gustará—comentó, con una ligera emoción en su voz.

—¿El príncipe Stwart?—repetí, sin poder evitar cierta curiosidad. Lo había escuchado mencionar en algunas ocasiones. Sabía que era hijo del rey del reino vecino, un candidato potencial para... bueno, para el matrimonio.

Mi madre me acarició la mano, y con su voz suave pero firme, añadió:

—Quizás pasar un día con él sea justo lo que necesitas para aclarar tus pensamientos. Y recuerda, querida, que esta es una oportunidad para que todos veamos si... Stwart puede ser el adecuado.

En cualquier otra ocasión, la idea de pasar el día con un posible pretendiente me habría parecido irritante. Pero esa noche, algo cambió. Si William insistía en mantenerme a distancia, entonces demostraría que no lo necesitaba. Sí, aceptar pasar el día con el príncipe Stwart sería la distracción perfecta.

A la mañana siguiente, me encontré en el gran comedor, con la luz del sol colándose entre las ventanas. Todo estaba dispuesto para un desayuno de bienvenida. No pasaron más de unos minutos cuando la puerta se abrió, y el príncipe Stwart entró, seguido de su séquito. Llevaba una postura elegante y un aire refinado que no era común encontrar. Tenía el cabello oscuro, ojos claros color avellana, se veía bien peinado, y vestía un traje impecable, con detalles dorados que denotaban su linaje. Mis padres se pusieron de pie, y yo hice una reverencia mientras él se inclinaba ante mí, tomando mi mano.

—Princesa Eleanor—dijo, con una voz calmada y grave. —Es un verdadero honor conocerla.

—El honor es mío, príncipe Stwart—respondí, intentando mantener una sonrisa cordial.

Nos sentamos a la mesa, y el desayuno comenzó. Había una calma en el ambiente que me extrañaba la verdad, mi madre y mi padre conversaban con él sobre asuntos de estado y relaciones entre nuestros reinos, y Stwart respondía de manera cortés y elocuente, dejando claro que estaba bien informado.

—Dígame, princesa, ¿Qué es lo que más disfruta en su tiempo libre?—preguntó Stwart, dirigiéndose a mí con un interés genuino.

—Me gusta leer y dar paseos por los jardines del castillo. La naturaleza es... refrescante—respondí, con una sonrisa contenida.

—¿La naturaleza?—repitió él, con una leve sonrisa. —Es algo que yo también aprecio. Tal vez me permitiría acompañarla en un paseo, si fuera de su agrado.

—Claro, sería agradable—acepté, mirando fugazmente hacia los jardines a través de las grandes ventanas del comedor.

Después del desayuno, Stwart y yo salimos al jardín. Aunque no podía evitar compararlo con la compañía de William, me mantenía firme en mi decisión. Si él podía ignorarme y actuar con indiferencia, yo podía hacer lo mismo... o al menos intentarlo.

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