Sombras del Corazón ( Rey)(margarita)

capitulo 10

18 años atras

El aire en el palacio estaba lleno de tensión y expectativa. Ana, la esposa de Raúl y madre de Máximo, conde de Krikoragan, estaba a punto de dar a luz a su hija en un embarazo de alto riesgo. Las luces de la sala de partos brillaban intensamente mientras los médicos y las mucamas se preparaban, conscientes de la importancia del momento.

Los gritos de Ana se escuchaban en los pasillos, y el personal corría de un lado a otro. Fuera de la habitación, Raúl caminaba nervioso, esperando noticias, mientras Máximo, que había viajado urgentemente desde Argentina, mantenía la calma, pero con el corazón en la garganta. Su hermana menor estaba por nacer.

De repente, uno de los médicos alzó la voz:
—¡Ya viene!

Las mucamas, con los ojos brillantes de emoción, se prepararon para recibir al bebé. Minutos después, el llanto de una recién nacida resonó en la habitación. Una de las mucamas levantó a la niña con cuidado y exclamó:
—¡Es una nena! ¡Tenemos una nueva lady en la familia!

El alivio y la alegría se apoderaron de todos en la sala. Raúl entró corriendo, mientras una de las mucamas envolvía a la pequeña en una manta suave. Ana, exhausta pero feliz, extendió los brazos para recibir a su hija, quien ya tenía el cabello oscuro y una pequeña marca en la cadera, igual que la de su hermano mayor.

—Mírala, Raúl —susurró Ana con lágrimas en los ojos—, tiene sus mismos ojos... verdes azulados, igual que Máximo.

Raúl la miró con admiración, mientras el recién llegado Máximo entraba a la habitación y se acercaba con pasos firmes, pero llenos de amor. Cuando vio a su hermana por primera vez, se quedó completamente prendado de ella. Acarició suavemente la cabeza de la niña y sonrió.

—Es perfecta... —dijo, sin apartar la vista de la pequeña—. La protegeré de todo, mamá. No dejaré que nada ni nadie le haga daño.

Desde ese momento, Raúl, Ana y Máximo acordaron mantener a Alessandra en secreto, cuidándola con todo el amor del mundo, pero alejándola del ojo público por su seguridad.

Cuando Alessandra cumplió un año, el palacio se llenó de alegría una vez más, pues llegaron al mundo tres niños más: los hijos de Florencia y Máximo, sus sobrinos, con quienes desarrolló un lazo profundo. Los cuatro niños crecieron juntos, compartiendo juegos, risas y secretos en los pasillos y jardines del palacio. Alessandra siempre fue protectora con sus sobrinos, especialmente con Margarita, quien mostraba un espíritu libre que recordaba al de la pequeña Alessandra.

 Alessandra, con solo 2 años, ya estaba rodeada de amor, Alessandra creció rodeada de amor y cuidados en su hogar en Krikoragan, lejos de las miradas públicas y del tumulto de la política. A medida que los años pasaban, su belleza y carácter encantador solo aumentaban. Era una niña risueña, con una imaginación desbordante. Su relación con su hermano, era única. Él la mimaba en secreto, llevándola a dar paseos por los jardines del palacio y contándole historias de los días en que Krikoragan aún no estaba inmerso en la política y las responsabilidades reales. La adoraba como si fuera su propia hija, y nunca permitió que su deber interfiriera en el vínculo que compartían. Con su cuñada Florencia, , Alessandra también desarrolló una relación estrecha. Aunque era solo una niña, admiraba a Flor desde el primer día que la vio. A menudo, la seguía por los pasillos del palacio, intentando imitar sus movimientos gráciles y elegantes. Florencia, a su vez, veía en Alessandra una niña especial, llena de vida y dulzura. Juntas, pasaban tardes en el jardín, donde Flor le enseñaba a Alessandra las primeras notas de canto y algunos pasos de baile, disfrutando de los momentos lejos del protocolo real.

Los años habían pasado rápidamente en Krikoragan. La familia real había vivido con tranquilidad y discreción, ocultando la existencia de Alessandra, la hermana menor de Máximo. Sin embargo, la paz de Krikoragan se vio sacudida por el inesperado fallecimiento del rey, el padre de Máximo, quien había gobernado durante años con sabiduría.