Capítulo 18

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Torna a casa
                                          ———✬———               
                                      Evangeline Jolie

Daban las cuatro de la madrugada, la habitación estaba oscura, fría y, el sueño se había esfumado hace tres horas atrás. Tres horas intentando dormir, en la cama dando vuelta tras vuelta. Pensamientos tras pensamiento. Estaba cansada y lo mas que me apetecía era seguir haciendo lo que mi mente interrumpió.

¿Realmente se complica tanto dejar de pensar en lo que hiere? ¿Es tan complicado dejar los pensamientos a un lado? ¿Lo es? 

No aguanté más estar dando vueltas y vueltas, buscando el sueño que tardaría en conseguir, apenas podía respirar con normalidad. El pecho me apretaba, sentía un vacío enorme cada vez que cerraba los ojos y caía en todo los pensamientos que me llevaban nuevamente a lo pasado.

Pasado, pasado y pasado.

Solo eso, nada mas.

Y sin darme cuenta, estaba caminando en círculos, no encontraba una salida correcta. Eso, detesto estar siguiendo mis pasos una y otra vez. Encontrándome a mi misma pero cada vez más rota, más vulnerable. Aunque me cueste aceptarlo, esa era la realidad, no existe otra. Y no quería verla, no más. Intento alejarme de mi misma, alejarme de lo que mi corazón reclama.

Lo estoy consiguiendo, lo consigo desde que mi única distracción es tener una pistola en mano y un cuchillo con el que pueda jugar. Creo, creo que mi mayor distracción es la rabia, la vendetta a la que pienso cada segundo.

Papá... Papá, yo...

No. 

Enzo Barbieri, te encontraré. Ya no soy esa niña que se aferraba a las personas para evitar su dolor, ya no me abrazo a mi misma para evitar los golpes, ahora me aferro a la maldad que recorre mi cuerpo para buscar venganza...

El sol seguía escondido. «Solo necesito tomar aire, no es nada de lo que deben preocuparse». Había dicho a los soldados que rodean los exteriores, sin mentir del todo, cuando salí de la casa a hurtadillas.

Pues necesitaba respirar ese aire cálido, no estando encerrada en una habitación. El vaho de mis suspiros me habían acompañado por el camino hasta que terminé sentada en la silla plástica del lugar donde entrenamos.

Sola, así me encontraba y me gustaba estarlo para analizar el circuito que he ejecutado los pasados días. Uno nuevo, más grande que el anterior y donde en el final, peleas con quien te asignen. En mi caso es con Greta, esa mujer podía ser delgada, alta y aun así, te tumbaba en el suelo en cuestión de segundos. Es ágil, es fuerte, a principios no quería sentir una cachetada de ella. Dios, lo duro que pegaba...

Dejé de hacer maniobras con el cuchillo sobre mis dedos. Me crucé de brazos mientras bajo las escaleras para llegar a la primera planta y ver el circuito de cerca. Los muñecos están en función, las luces encendidas y, lo primero que hago tras bajarme la capucha de la sudadera y ponerme en posición, es dispararle a uno de ellos.

Así derribo a los que estaban delante, me muevo con lentitud, con pesadez. Suelto un suspiro largo, levanto la pistola nuevamente e inhalo y exhalo para apretar el gatillo y tumbar cada lata que está ubicada en forma de zigzag.

Se vuelve satisfecho escuchar las balas salir a máxima velocidad por la boca de la pistola, es similar a una distracción que apaga mi pasado y lo aleja.

Eso era todo lo que necesitaba; olvidar. Dejar ir.

Balas.

Esfuerzo.

Un refugio en llamas #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora