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21 de mayo, domingo.

Estado de Gyeonggi, Corea del Sur.

— Bien, Momo. No te espantes, solo maduraste tardíamente, sí, eso — Momo se autoconvenció, aunque no tanto porque en el fondo estaba muy asustada.

Según lo que aprendió de historia, con los superpoderes se nace, no aparecen de un día para otro. Y aparte, los superpoderes son un mito, uno muy fuerte que una gran parte cree que son verdaderos (Momo incluida), pero una mucho mayor parte cree que solo es una leyenda que se creó para entretener a los más menores sobre humanos únicos y heroicos que salvan del mal.

Momo no estaba del todo segura que lo que le ocurría era por eso, pero no encontraba una razón lógica para que ahora esté colgada del techo con sus cuatro extremidades adhiriéndose como pegamento súper fuerte.

Primeramente había puesto sus manos para ver si podía alzarse y tuvo la sorpresa de que sí, por lo que se quitó sus pantuflas y notó que sus pies hacían lo mismo. Había trepado por la pared, y ahora estaba en el techo con el cabello desarreglándose por la gravedad. Su primera reacción fue tener una sonrisa, con el corazón acelerado por colgar así sin caerse, incluso soltó una jadeo de incredulidad y se desplazó por toda su habitación, gustando de esa sensación de moverse ágil y sigilosamente por todos lados.

Un ruido cercano la alertó completamente, y podía notar que eran unos pasos. Se sorprendió al descubrir que podía saber que eran los pasos de su novia con solo escucharlos, al igual que porque un suspiro llevó un poco de la voz característica de Kim Dahyun.

Los toques se hicieron presentes, pero Momo no se atrevió a hablar, totalmente estática. Pero la puerta solo estaba por encima y cuando se abriera Dahyun notaría que estaba rota, así que Momo solo siguió el instinto por miedo. Su mano se alzó, y salió una telaraña. Bueno, no solo una, fueron varias que estuvieran alrededor de la puerta, haciendo que estuviera sellada.

— ¿Momoring? — Momo se alteró aún más al escucharla llamarla con ese apodo cariñoso que le encantaba — ¿No te has despertado? — sonó más como un comentario para sí misma, pero Momo lo escuchó.

Alterada, salió por la ventana, asegurándose de que no la pudiera ver nadie. Con el corazón a mil y deseando que su nueva habilidad no fallara, trepó ágilmente por la pared del edificio, entrando por la otra ventana de su departamento, para así entrar en la cocina.

Cuando se aseguró de tener las cosas bien, llamó a su novia.

— ¿Dae? ¿Dahyun? — su llamado rápidamente fue contestado, y pronto su novia apareció con el ceño fruncido, en su única mano disponible estaba un plato tapado con aluminio — Buenos días, mi amor — saludó lo más natural posible, intentando ignorar lo de antes.

— Buenos días — Dahyun se acercó para recibir un beso, y se le fue felizmente concedido — Ayer parecías gustar mucho del pollo, así que le pedí a mi madre que hiciera dak gogi para mí, aunque en realidad era para ti — le enseñó el plato tapado, el cual Momo recibió muy gustosa, pues sí tenía bastante hambre.

Por ello, se dirigió a la sala para sentarse en el suelo y comer en la pequeña mesa que había en el centro de alrededor de dos sillones y una televisión. Dahyun la siguió, gustando de su expresión alegre por su regalo mañanero.

— ¿Podríamos comerlo juntas? — su pregunta junto a sus ojitos esperanzados, hicieron a Dahyun no poder negarse, aún si ella ya había comido antes — ¿Cómo va tu mano? ¿La has cuidado bien? — Momo tomó suavemente el brazo de su pareja, analizando su mano.

— Por supuesto — Dahyun sonrió al ver que Momo sonreía al verificar que su mano estuviera bien, luego depositando un dulce beso en su muñeca — Juraba que te había escuchado en tu habitación, además que cuando llamé no contestó nadie por acá — cambió de tema, haciendo que Momo nerviosa empezara a destapar el plato.

— ¿Sí? Perdona, no escuché — se hizo la desentendida — Y mi habitación no abre porque la puerta está rota, ayer creo que me sobrepase de fuerza o la puerta ya estaba muy débil, así que luego llamaré a que la instalen — en eso no quiso mentir, pues ya se sentía por no decirle la verdad a su novia.

Se lo diría después, cuando averiguara por qué le ocurría todo eso.

— Puedo hacerlo yo, yo sé.

A Dahyun desde muy niña le gustaba aprender a reparar de todo, por lo mismo sabía hasta en reparación de coches, de algunos cableados, de focos, y también de puertas. Por todo eso, había tomado robótica, pues consistía en crear, reparar y aprender sobre diseño, programación, mecánica, control de sistemas y todos los aspectos relacionados.

— No quisiera que te lastimaras, prefiero que tu mano se cure completamente antes de hacer algo que tenga posibilidad de herirte, Dae.

Dahyun se enternece, pero sigue persistente en arreglar la puerta, pues gustaba más de la independencia, aún si era algo normal como pedir ayuda pagada para la instalación de una puerta.

— Entonces te digo cómo, tú lo haces.

Momo se pone nerviosa, tomando con los palillos un poco del pollo marinado para llevarlo a su boca, evitando responder, pero es algo que Dahyun nota instantaneamente.

— ¿Qué ocurre?

— Solo si puedo alimentarte yo — Momo pone la condición, en un tono juguetón y cariñoso, que hace reír a Dahyun, pero también aceptar.

Se sienta cómodamente en frente de Momo, con solo la mesa separándolas, pero se inclina para recibir en la boca un poco del pollo que encima tenía un poco de arroz, comiendo y alegrandose al ver que Momo sonreía por lograr su objetivo de alimentarla.

PELEA DE HERMANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora