CAPITULO 3: En la Madriguera del Lobo

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Hua Cheng abrió la puerta de su lujosa casa con un suave empujón, llevando a Xie Lian tras él, quien hace poco había despertado de su pequeño sueño.

Al despertarse fue mucho el forcejeo que realizo, ante esto Yin Yu no tuvo opción y le ató las manos. 

El policía, aun con las manos atadas, miraba a su alrededor, nervioso pero tratando de mantener la compostura.

El ambiente estaba impregnado de una oscura opulencia. Los muebles elegantes, las luces tenues, y el eco del silencio creaban una sensación inquietante, como si algo peligroso estuviera a punto de desatarse.

—Bienvenido a mi reino, Mansión Paraíso— susurró Hua Cheng, girándose lentamente hacia Xie Lian, sus ojos recorriendo el cuerpo del policía con interés. 

Xie Lian, sin embargo, apartó la mirada. No podía creer que estuviera en esta situación. Su mente luchaba por encontrar una salida, aunque su corazón latía con una velocidad que lo traicionaba. Hua Cheng se acercó, demasiado cerca, y Xie Lian sintió el calor de su cuerpo a centímetros del suyo.

—¿Te gusta?— preguntó Hua Cheng en voz baja, inclinándose lo suficiente  para que Xie Lian pudiera sentir su aliento sobre la piel. Era una mezcla de amenaza y seducción.

Xie Lian tragó saliva, su respiración era más pesada, pero no apartó su rostro. No quería ceder, no quería demostrar que la cercanía de Lluvia Carmesí le afectaba de alguna manera. Sabía que estaba jugando con fuego.

—No me importa tu mansión— respondió con una voz más firme de lo que se sentía.

Hua Cheng sonrió, con una calma que perturbaba a Xie Lian. Estaba acostumbrado a intimidar a cualquiera con su sola presencia, pero Xie Lian, aunque tímido, no era facil de quebrar. Eso lo intrigaba, lo atraía aun más.

—Tienes carácter, me gusta eso— murmuró mientras deslizaba una mano lentamente sobre la cuerda que ataba las muñecas de Xie Lian, sus dedos rozaban su piel. El contacto fue breve, pero suficiente para que Xie Lian se estremeciera.  

—¡Aléjate!— dijo Xie Lian, con voz entrecortada.

Hua Cheng se detuvo, pero no se retiró. En cambio, inclinó la cabeza, observando el rostro del policía, buscando señales de que la resistencia comenzaba a flaquear.

—Sabes que no tienes a donde ir, ¿verdad?— susurró—. Y por más que lo niegues, sé que puedes sentir esto tanto como yo.

Xie Lian apretó los dientes, luchando contra la marea de sensaciones que empezaba a tomar control en su cuerpo. Él era fuerte, había enfrentado criminales antes, pero la presencia de Hua Cheng lo desarmaba de una manera que no esperaba. Había algo de mezcla de poder y control que el mafioso proyectaba que lo hacía sentir atrapado en una red invisible.

Pero no, no cedería.

—No me vas a controlar— gruñó Xie Lian, esforzándose en mantener su voz firme. Sabía que Hua Cheng estaba jugando con él, presionando sus límites. Sus piernas comenzaban a temblar. De verdad, se sentía asustado.

Hua Cheng soltó una risa baja, inclinándose aun más cerca.

—Eso lo veremos...

Y Xie Lian finalmente cedió. Sus piernas fallaron y su vista se nubló.

 Sus piernas fallaron y su vista se nubló

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My Policeman [HuaLian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora