Capítulo 5

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Señorita miedo

—A veces queriendo cuidar, uno lástima, ¿No, Casandra?

—¿Aún me guarda rencor, Princesa Lirio?

—No, Casandra... Que no me haya elegido a mí, es sufiente razón para dejarla ir...

Por más pensamientos que invadían mi mente cuando veía a Lirio y Bella lejanas, como si de ese amor puro e infertil no quedara más que pétalos marchitos y alguna que otra carta guardada para no ser entregada nunca, me iba a callar con orgullo el gran error que cometí al separarlas. Porque el miedo es y será una presencia orgullosa y difícil de mancillar, porque aunque siempre hablan de superarme, me mantengo firme en su mente y corazones, haciéndolos fallar o hasta callar...

Hace un año y once meses
Palacio de Florian

El cielo era gris y el ambiente bastante húmedo, lleno de nostalgia.
Aunque fuese primavera, cada que el Rey se encontraba, una neblina envolvía el palacio, volviéndolo un lugar místico y lejano. Como si se encontrara en las nubes, imposible de alcanzar para el resto del mundo.

La princesa se paseaba en su jardín, ignorando el frío del ambiente. Le daba paz cortar flores y aspirar el exquisito perfume que le ofrecía su jardín. Bella había elegido la flor perfecta que adornaría su habitación cuando una tímida voz la interrumpió.

—Princesa Bella, ha llegado una carta desde el Reino de Khalias para usted —aclaró su garganta, llevaba en las manos una bandeja de plata con un sobre encima.
Bella dirigió su mirada a la mujer que tenia frente a ella y tomó el sobre.

—Gracias. Puede retirarse.

Había logrado olvidar a la Khalias, y la culpa que sentía por haberle causado llanto a la princesa había sido enterrado por otras preocupaciones de la herdera, hasta que la carta llegó a sus manos.
Bella no tenía planeado saber de la princesa antes de otra reunión de los Reinos, ya que normalmente se comunicaba con la Reina Liana para algunos temas de comercio, y siempre se limitaban de hablar de la familia de la otra.

El cielo se había despejado casi por completo, dejando un hermoso amanecer naranja.
Enrolló en una manta las rosas qué había cortado. Entró en su castillo y subió suavemente las escaleras hasta su habitación con una timida sonrisa dibujada en sus labios, aunque intentaba, le era difícil ocultar la gracia que le daba la princesa menor. Creía que era caprichosa e inmadura, dos cosas lejanas a lo que ella creía de sí misma.

Se sentó frente a su escritorio.
Rompió el sello y sacó el papel, acarició las letras con su mirada, y cada que avanzaba una sonrisa retadora se dibujaba en sus labios.
Los primeros párrafos fueron una delicia para la princesa, imaginarse a la Khalias con el ceño fruncido, apretando la pluma contra el papel ya empapado de falsa formalidad, hacía que su cuerpo se erizara.

«Es una lástima que su belleza y porte sea acompañado por egoísmo y mezquinas maneras de tratar.»

Dejó caer el papel en el escritorio y suspiró.

"El climax perfecto para una carta de disculpas, sin intenciones de ser sinceras, princesa", pensó.

Tomó nuevamente el sobre y sacó el pequeño cartón con la imagen de Lirio.
Un calor invadió sus rostro, y sus mejillas se tintaron de un pálido rosa.

Admiró las facciones de Lirio, su preciosa sonrisa. Aunque la foto era bastante sencilla, le significó mucho a Bella volver a ver el rostro de la princesa, con una eterna sonrisa inocente. Volteó el cartón y a penas logró entender la caligrafía apresurada de la princesa.

"Debería sentirse culpable de borrar mi sonrisa, cuando yo se la regale con mucho gusto."

Bella sonrió de lado.
Sintió su corazón apretarse, se sentía culpable. Era consciente de qué, tratando de agradar a otros, lastimaba a personas como Lirio.

—¿Y? ¿Se disculpó por su falta de vergüenza? —Bella rió.

—Todo lo contrario. Podría decir que me detesta, Casandra. Parece no entender que ha hecho mal, y no la culpo... que dulce y tentadora mujer —cerró los ojos, intentando poder dibujar a Lirio en su mente...

—¡Princesa! —Bella rió fuerte y al ver el descontento en el rostro de la mujer se tapó la boca cubriendo su sonrisa. Se puso en pie y rodeó a Casandra en sus brazos.

—No te preocupes, mamá. Ya no soy la Bella libertina que se metió con esas jovencitas de distintas clases y etnias...—suspiró —Aunque, tomando en cuenta que la princesa conoce a Sara, quizá si intenta seducirme... —sonrió coqueta.

Para Casandra, Bella era su hija, y aunque no estuviera de acuerdo con ella en muchos de los placeres de la joven princesa, solía alcahuetar sus comportamientos y encubrirla siempre que fuese necesario.

—Mamá, trae al fotógrafo de la ciudad al palacio.

—¿Piensa tomar una fotografía? —sonrió entusiasmada —¿Para qué la tomará?

—Para Lirio, ella me envió una foto junto a la carta, y quisiera hacer lo mismo —evitó mirarla a los ojos.

—Aliza. No es necesario. Entiendo que siempre necesites quedar bien, pero ella no es relevante, con suerte y se casará con un banquero. Es una simple princesa sin oportunidad al trono.

—Para mí ella no es una simple princesa —se aclaró la garganta —Me porté mal con ella, y no deseo volver a hacerla llorar. Es una buena chica, Casandra.
Obedece.

El sol se despedía de los cielos de Florian para dar paso a una hermosa luna llena.

La princesa se había pasado toda la mañana leyendo documentos, en la tarde, el fotógrafo vino y tomó algunas fotos de ella. Aunque en todas salía con una bella sonrisa, Bella no podía evitar compararse con Lirio, la sincera y despreocupada sonrisa de la Khalias la hacía arder de envidia.
Al terminar la carta en respuesta a la de la princesa menor, reflexionaba, ¿qué tenía ella que la hacía esforzarse tanto?

—¿Mi amor? —la gruesa voz de Patrick hizo eco en el vacío pasillo.

—Oh, llego mi insufrible prometido —el príncipe sonrió y paso a la habitación de Bella.

La familia de Bella y los Navi siempre se habían llevado bien.
La Reina Lidia Navi, amaba a Bella.
Cuando Clara faltó, Lidia se mudó algunos meses al castillo de Florian para acompañar a Casandra y la pequeña Bella.

Estaba dicho que Bella llevaría el apellido "Navi" en su adultez, y aunque la princesa había logrado postergar el inevitable matrimonio el sufiente tiempo para volverse experta en su futuro cargo como Reina de Florian, poco a poco llegaba ese día, donde ella obligadamente debía usar un ajustado vestido blanco, para hacer eso que tanto odiaba, depender de un hombre.
Aunque Bella sabía que el Navi jamás se metería en los asuntos de su Reino, le temía a ser su esposa.

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⏰ Última actualización: Nov 02 ⏰

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