𝐁𝐞𝐚𝐬𝐭𝐬

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La reina amaba estar en su jardín, más que nada por las flores

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La reina amaba estar en su jardín, más que nada por las flores. Sentía la necesidad de hablarles, aun sabiendo que no podían responderle. Sin embargo, su padre no estaba de acuerdo con este amor que Pia tenía por las flores, pues, ahora que era reina, debía mostrarse como tal, y él creía que esas cosas la distraían y la entorpecían.


Al parecer, no estaba sola, como solía estar siempre en el jardín. Un ave se posó sobre la rama del árbol de bacheé que ella había cultivado junto a su madre.El cuervo la observaba a la mujer como si la vida fuese de ello. Si bien esto no constituía una sorpresa para ella...ya que Pia tenía la costumbre de alimentar a las aves, y ellas lo sabían bien. Comprendían que no todas podían darse el lujo de cazar para sobrevivir, y Pia les aligeraba el trabajo, ofreciéndoles alimento que crecía de su jardín.




—Una vez más, tú. ¿Tienes hambre?—La Reina sonríe de forma tierna acercándose lentamente al ave, mientras que el solo ladeaba la cabeza al escuchar la voz de la mujer—Te he estado observando. Cada mañana te posas sobre esa misma rama, y al mediodía te marchas, siempre por el mismo camino.






Pia tenia una inquietante sospecha sobre ese cuervo. Aunque no podía precisar qué era, cada vez que sus ojos se encontraban con los de el, presentía que no era simplemente un ave astuta. Había algo más en el que ella quería averiguar.




—Señorita Evett, llegó El Primer Ministro.–la mucama dijo con una voz tranquila, siempre al dirigirse a ella lo hacía con cautela. Le tenía cierto temor, pues pensaba que La Reina poseía el mismo carácter imponente de al su padre.




—Te lo agradezco. Iré de inmediato–Su rostro apenas se movió para curvar su labio apenas hacia arriba, parecía estarse burlando de la mujer al notar su nerviosismo al acercarse a ella.





La joven rubia dirigió su mirada hacia la rama donde el cuervo solía posarse, pero, para su sorpresa, ya no estaba. Se había ido, esta vez más pronto de lo acostumbrado, como si algo lo hubiera llamado antes de lo previsto, dejando tras de sí solo el sonido del viento entre las ramas.




¿Sería gracioso pensar que aquella ave provenía del Páramo?Cada criatura que habitaba en ese lugar poseía cualidades que ningún animal de este reino podría igualar.



Aunque su padre los veía como seres malignos destinados a provocar caos y maldad, ella tenía una percepción diferente. Para ella, esas criaturas daban una paz a cualquiera que estuviera cerca de estas. Las hadas de Aurora provenían de ese lugar, aunque no le agradaban del todo, ya que su egocentrismo las hacía difíciles de tolerar.




Siempre pensó que no era digna de tener un ser mágico que la "protegiera", pues creía que era por su poca capacidad para gobernar. Además, su padre tenía cierto amor hacia Aurora, aunque no sabía la razón de por qué a el no la amaba como amaba a su hermana. Se preguntaba si, de pequeña, había hecho algo que al Rey le molestara, o si simplemente había algo más detrás de todo, o si solo amaba Aurora por ser ella. Muchas preguntas pasaban por su cabeza, pero no encontraba respuesta para ninguna de ellas.




𝐋𝐀 𝐑𝐎𝐒𝐀 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐀𝐁𝐈𝐒𝐌𝐎 (𝘌𝘥𝘪𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora