Second chance

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|| Valle de Loira, 13 de septiembre 2011 ||

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|| Valle de Loira, 13 de septiembre 2011 ||



—¿No te parece que su hija está un poco retrasada para esto? —intervino un soldado, interrumpiendo la concentración de Harl al situarse a su lado.




—No debes hablar de ella de tal manera, ten presente la dignidad que te confiere tu posición y la de ella.



—Relájate hermano, solo bromeaba. Aunque su belleza defiende su forma de ser.


Esas palabras sonaban casi morbosas, lo que le molestó tanto que sintió el impulso de golpearlo. Su mirada hacia ella era descarada, algo que él no podía tolerar.

La sensación de impotencia era devastadora para él, sien embargo, no podía actuar debido a que no quería tener problemas con El Rey. Apretó sus manos en puño, su corazón latía con rapidez.


—¡Pedazos de idiotas! ¿Qué hacen ahí parados sin cuidar a la princesa? —exclamó, su voz llena de desdén ante la falta de atención de los guardias.

El monarca irrumpió en la escena, su voz resonando con autoridad mientras contemplaba a la pequeña rubia, que se divertía en el lodo, arrancando flores con una alegría despreocupada. Su risa, ligera como el viento.


—Discúlpenos no lo notamos...–susurró el chico agachando su cabeza, Mientras tanto, Harl, con un gesto de respeto, inclinó levemente la cabeza en señal de disculpa, reconociendo la falta de atención hacia la princesa.



—Mi rey —saludó el monarca, inclinándose en una reverencia mientras tomaba la muñeca de la pequeña rubia, dejando una leve marca roja en su delicada piel.


—¿Ahora qué demonios hizo?–continuó irritado. El Monarca resopló y liberó a la pequeña princesa llena de lodo con un gusano sobre sus dedos.


—Al parecer corría y escarba el lodo del jardín, Mi señor.

El rey Stefan miraba a la pequeña Pía con desagrado, detestaba verla comportarse como una niña malcriada.


—¡Por todos los cielos, Pía! ¿Acaso no puedes comportarte como una princesa? Estás agotando mi paciencia. Solo compórtate como lo haría tu hermana, ¿es tanto pedir?


Se acercó, casi podía sentir su respiración en su cara.


Pero ella no replico simplemente agachó su cabeza como siempre debería hacerlo al ser regañada.



—Discúlpame papá.


—Sabes que no bastan con tus estúpidas disculpas.–el agarre llego a su brazo con fuerza, temblando por no ser regañada como ella lo odiaba que su padre le hiciera.



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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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𝐋𝐀 𝐑𝐎𝐒𝐀 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐀𝐁𝐈𝐒𝐌𝐎 (𝘌𝘥𝘪𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora