CAPITULO 15: LAS SOMBRAS COMIENZAN A MOVERSE

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El salón estaba magníficamente iluminado. La luz del fuego en la chimenea llenaba la estancia con un calor suave y reconfortante, suficiente para alejar el crudo frío de Snezhnaya que reinaba más allá de las gruesas paredes del Palacio. El lujo del lugar era evidente, desde los candelabros brillando como estrellas hasta el fino mobiliario que decoraba cada rincón. Este salón pertenecía a otra parte del palacio, distinto del comedor donde, no hacía mucho, Arleccino había humillado por última vez a Pantalone.

—Así que, ¿eso es lo que viste, Caroline? —La voz de Pantalone resonaba suave, pero cortante, mientras se acomodaba en su sillón tapizado con las pieles de animales del norte de Snezhnaya, suave como la seda, relleno con plumas de pingüinos traídos de tierras lejanas como Natlan.

—Sí, señor. Tal como lo he dicho. Al parecer, Lady Arleccino tiene una relación de ese "tipo" con la ex Arconte de Fontaine. Me dediqué a espiarlas durante unos días más, y aunque no vi nada más relevante, debo decir que los rumores son claros: se ven cada cierto tiempo desde hace ya un buen tiempo —informó Caroline con voz firme.

Pantalone entrecerró los ojos y se quitó las gafas con delicadeza, limpiándolas lentamente con un paño de terciopelo. El gesto parecía más un ritual que una necesidad.

—Esa mujer... —murmuró—. La que fingió ser Arconte durante siglos... Es su nuevo juguete. —Volvió a ponerse las gafas con la misma calma con la que las había retirado—. Ay, Arleccino, siempre tan peculiar en tus gustos... Debería estar ocupándose de sus responsabilidades, o al menos, estar aquí... —Sus ojos se desviaron hacia el joven de pie junto al sillón donde se encontraba Caroline—. ¿No opinas lo mismo, Varam?

El joven, vestido con un uniforme similar al de los Recaudadores fatui, pero modificado para revelar su rango como el tercero de la "Mora Sangrienta", respondió con calma:

—En efecto, señor...

Tras un momento de reflexión, Pantalone continuó, esta vez con un tono más severo.

—Varam, seré directo. Te criaste en el orfanato de "La Casa de la Hoguera", y Arleccino fue tu maestra. Aunque seas parte de mi brigada, necesito saber si puedo confiar en ti para lo que está por venir.

Caroline lo miró de reojo desde su asiento. Aunque la pregunta estaba dirigida a Varam, no podía evitar sentir interés. Después de todo, ella era la segunda en la Brigada, un escalón por encima de él, y no podía permitirse darle poca importancia a la respuesta que daría.

—Entiendo la pregunta, señor —dijo Varam, avanzando unos pasos hacia adelante—. Es lógico que lo pregunte. Fui criado y entrenado bajo la supervisión de Arleccino, y ella fue una figura clave para mí, sobre todo cuando obtuve mi Visión. Pero... —Se detuvo, mirando a Caroline por un instante—. Seguramente Caroline no lo sepa.

Luego giró la cabeza hacia Pantalone, quien lo observaba con interés, casi como un depredador acechando.

—Usted, señor, quizá tenga una idea, pero no del todo clara. Durante mis años en el orfanato, tenía una compañera de misiones. Snezhevna. Éramos un dúo perfecto: siempre sobrevivíamos, siempre cumplíamos. Ella era mi compañera... pero también era mi amor.

Caroline alzó una ceja, ligeramente sorprendida, pero sin dejar de prestar atención a cada palabra que Varam pronunciaba.

—Un día —prosiguió Varam—, Arleccino le ordenó infiltrarse en el círculo cercano de un empresario en Fontaine, un hombre con conexiones en la mafia local. Mientras tanto, a mí me envió a Sumeru, para fortalecer los lazos comerciales con mi pueblo y reclutar nuevos huérfanos. Intenté persuadirla, le rogué que me dejara acompañar a Snezhevna en esa misión, pues aquel hombre tenía fama de ser despiadado además de la sospecha que era un traficante de niños. Pero mi súplica fue en vano.

TEATRO DE LAS SOMBRAS Y PASIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora