Arleccino se encontraba en el sillón de su oficina en el orfanato. Había sido una noche intensa para ella debido a la nueva experiencia, pero lo que más rondaba en su mente era el momento del desayuno con Furina. Aquel instante íntimo, en el que charlaron sobre cosas mundanas y Furina incluso le hizo una broma —algo que, de haberlo intentado cualquiera de sus anteriores compañeros de cama, no habría tomado para nada bien, exceptuando quizá a Columbina solo porque ella es “así” y tiene una actitud relajada— le resultó extrañamente disfrutable. Incluso, cuando se despidieron, lo hicieron con un beso cálido, apasionado como siempre, pero también cargado de una inesperada calidez."¿En qué estoy pensando?", murmuró mientras se cubría los ojos con una mano, reclinándose hacia atrás. "Parezco una tonta pensando en estas cosas..."
Luego, enfocó su mente en lo que tenía que hacer: leer la carta de urgencia que Fleminet le había entregado. Ya había tenido una charla con él acerca de mantener en secreto lo que había visto al entrar en la casa oculta y encontrarse con ella y Furina. Fleminet había comprendido la importancia de la discreción.
Tomó la carta y, usando la uña, rompió el sello para sacar el papel que contenía el mensaje.
"Anuncio: tormenta de nieve en camino."
Una simple frase, pero ese era justamente el sistema: evitar detalles específicos en las comunicaciones para reducir el riesgo de interceptación o de que alguien incorrecto leyera el contenido y lo comprendiera todo.
Arleccino sostuvo la carta, meditando. "Anuncio" significaba que la situación ya estaba en marcha; podía estar comenzando o a punto de hacerlo. La expresión "tormenta de nieve" se refería a un problema interno de Snezhnaya o de su propia organización, y a que esta cuestión la involucraba a ella, para bien o para mal.
El hecho de que el mensaje fuera tan críptico indicaba que no se trataba de un peligro inminente, pero sí de algo que podría afectarla en el futuro.
"¿Tendrá que ver con el plan Stuzha?", murmuró. Sabía que dicho plan —del que aún no conocía todos los detalles— pondría en mayor riesgo a las piezas de ataque, mientras que las “torres” que permanecían protegidas, como Pantalone o el alcalde, no se verían tan afectadas.
Independientemente de los detalles, era consciente de que debía estar alerta y preparada. Ese era el propósito de su sistema de espionaje, sostenido por miembros del orfanato que se "Graduaron", quienes le eran leales hasta el fanatismo. Después de todo, era necesario estar al tanto de cualquier movimiento, incluso dentro de su propia nación.
Tras reflexionar un poco más, Arleccino quemó la carta con su poder, reduciéndola a cenizas. No había necesidad de conservar mensajes que podían convertirse en evidencia.
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Furina tarareaba, rebosante de alegría, mientras regresaba a casa tras haber pasado la noche en la residencia de Arleccino en el medio del campo del condado. Por fin había podido llevar la iniciativa, algo que le generaba sensaciones desconocidas. Sonrojada, recordaba lo embriagador que había sido tomar ese papel y disfrutar del poder de dominar, especialmente en el instante en que, en su rol de dueña, abofeteó a Arleccino. Ese toque de malicia le había resultado extrañamente excitante, y el desenlace en la cama, gratificante. Sin embargo, más allá de la pasión, lo que más la había sorprendido había sido el momento calido del desayuno. Entre charlas casuales, casi mundanas, Furina sintió que había juzgado mal a Arleccino; aquella mujer que parecía tan siniestra, bajo su coraza imponente, tenía una forma particular de ser tierna y hacia que su corazón comenzará a latir más rápido por ende.
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TEATRO DE LAS SOMBRAS Y PASIONES
FanfictieHistoria sobre Arlecchino,Furina y su descenso desde el desprecio y la curiosidad a la pasión más intensa pero también pasando por las sombras de las obsesiones aunque no sólo de ellas sino también de otros personajes creando el caldo de cultivo par...