Encuentros Bajo el Sol

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El sol de mediodía caía con fuerza sobre la isla, bañando las doradas arenas y las olas cristalinas que rompían suavemente en la orilla. Thai Miller caminaba sola por la playa, sus pies descalzos dejando huellas en la arena mojada. A pesar de su vida perfecta como heredera de una gran fortuna, algo dentro de ella estaba inquieto. Era la única hija de Jonathan y Sophia Miller, una de las familias más influyentes de Outer Banks. Propietarios de un 33% de la isla, los Miller vivían entre el lujo y el poder, con expectativas tan grandes como su riqueza.

Pero Thai, a sus 15 años, se sentía como si estuviera caminando en una jaula de oro. Su vida estaba cuidadosamente planeada, kicada paso, cada decisión, y cada futuro logro parecía ya escrito en piedra. Sabía que la vida que le esperaba no le daba muchas opciones para tomar decisiones por sí misma. La riqueza de los Miller venía con un precio: vivir bajo la sombra del control absoluto de sus padres.

Hoy, sin embargo, había decidido escaparse por unas horas, alejándose del ajetreo de su mundo Kook, de los eventos sociales vacíos y de los interminables preparativos para su futuro como heredera. Necesitaba aire. Necesitaba estar sola. O, al menos, eso creía.

Más adelante, divisó una figura junto a las rocas, justo donde las olas se rompían más fuertes. El chico, con una gorra de béisbol gastada y una camiseta sin mangas, parecía estar concentrado en algo. Thai lo reconoció de inmediato: JJ Maybank. Era un Pogue, parte de la clase trabajadora de la isla. No había mucho que no supiera de él, o al menos lo que decían los rumores. JJ no tenía nada que perder. Se decía que había perdido a sus padres y ahora vivía con su mejor amigo, John B. Pero a pesar de su apariencia relajada y despreocupada, se notaba algo más profundo en él, algo que intrigaba a Thai.

Thai se detuvo a unos metros de distancia, observándolo con curiosidad. JJ estaba arreglando una vieja caña de pescar, con una expresión de concentración que le hacía olvidar por completo su entorno. El viento agitaba su cabello rubio desordenado, y sus manos, fuertes y hábiles, trabajaban con una destreza que revelaba su experiencia con el mar. Thai, sin darse cuenta, se sintió atraída por esa calma que irradiaba.

Finalmente, JJ levantó la vista y la vio. Al principio, sus ojos se encontraron, sorprendidos de ver a alguien como ella tan lejos del lado Kook de la isla. Thai sintió un leve sonrojo subiéndole a las mejillas. Era extraño, porque ella no era tímida, pero había algo en esa mirada que la desarmaba. JJ se puso de pie lentamente, sosteniendo la caña de pescar rota en una mano mientras la observaba con cautela.

—¿Perdida? —preguntó JJ, con una sonrisa traviesa, pero sin perder su tono respetuoso.

Thai esbozó una pequeña sonrisa, cruzando los brazos sobre su pecho.

—No exactamente —respondió—. Solo... buscando algo de tranquilidad.

JJ asintió y miró hacia el mar.

—Este es el lugar indicado para eso. La mayoría de la gente no viene por aquí.

—Eso lo sé. —Thai bajó la mirada por un momento, luchando contra la creciente incomodidad en su pecho—. ¿Tú vienes mucho?

JJ soltó una pequeña risa, como si la respuesta fuera evidente.

—Vivo por aquí. No me queda otro lugar donde ir —dijo, alzando los hombros con una especie de resignación, aunque sin perder el buen humor—. No todo el mundo tiene una casa enorme en el lado Kook, ¿sabes?

Thai sintió la punzada en su comentario, pero no lo tomó como un ataque. Sabía que era verdad. Ella era una Kook, una Miller. Todo en su vida estaba cubierto de oro. JJ, por otro lado, representaba todo lo que sus padres despreciaban: un chico sin dinero, sin futuro. Y, sin embargo, aquí estaba, frente a ella, haciendo que esas diferencias parecieran insignificantes.

—Debe ser... diferente, —Thai dijo, intentando encontrar las palabras adecuadas— vivir sin todo esto.

JJ la miró de nuevo, esta vez con más intensidad. Luego se encogió de hombros.

—Es lo que hay. Lo tomas o lo dejas. ¿Tú no preferirías lo mismo?

La pregunta sorprendió a Thai, pero también la golpeó en lo más profundo. Lo que JJ no sabía era que, por dentro, ella envidiaba esa libertad. Sin las expectativas de su apellido, sin los pesados planes trazados por otros. JJ parecía tener algo que ella, con todo su dinero y posición, nunca había tenido: una vida propia.

—A veces, sí —murmuró, casi sin darse cuenta.

JJ alzó una ceja, claramente sorprendido por la respuesta.

—Supongo que no todo es tan fácil en el lado Kook, ¿eh?

Thai negó con la cabeza, y por primera vez sintió que estaba siendo completamente honesta con alguien fuera de su mundo. No había mentiras ni máscaras. Solo eran ellos dos, dos personas de lados opuestos de la isla, compartiendo un momento de verdad bajo el sol.

—Supongo que no —respondió Thai, mirando el horizonte.

El sonido de las olas llenó el silencio entre ellos. No hacía falta decir mucho más. Ambos sabían que lo que acababa de suceder era más que un encuentro casual. Era el principio de algo que, aunque ambos sabían que debía mantenerse en secreto, ya no podían ignorar.

Mientras el sol descendía lentamente en el cielo, Thai y JJ se despidieron sin decir adiós. Sabían que volverían a encontrarse. Y aunque venían de mundos diferentes, en ese momento, bajo el mismo cielo, todo parecía posible.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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Koogue - JJ MaybanckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora