Siento a la ciudad caminando

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Siento a la ciudad caminando con sus patas de niebla,

Con sus nubes sin sol.

Sus motos, sus carros, sus camiones.

Siento la grisura tan en mi bemol

Que no me hace falta imaginar un desierto,

Veo un desierto.

Gira la ciudad en mi bemol mayor

Con sus pistones, válvulas, cadenas y vicios.

En la esquina de mi casa siempre toman

Y hasta los gatos se pelean en la noche

Sordos al viento.

Crezco o envejezco en la ciudad tan en mí

Con su neblina y sus pies que montan la montaña.

Sus luces, sus carros y hasta el sol amaestrado.

Su violencia, sus muertos y la sangre de una pobre paloma atropellada

No es nada para la ciudad de los no-muertos.

Sin reloj y sin tiempo.

El mar azota sus costados

como el jugo gástrico de los gigantes rompiendo la arena y las rocas.

Y Dios mismo dirige el tránsito en una intersección de Chorrillos.

No podía ser de otra manera.

Y hasta las estrellas temen salir de noche por la corrupción de este cúmulo humano.

La ciudad en otra noche más no será más distinta. 

Poemas para una ciudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora