Esta ciudad no tiene identidad.
No sabe a dónde quiere ir
excepto que quiere seguir subiendo.
Más arriba, más fuerte, más rápido.
Más carros, más velocidad.
Más, más, más.
Yo no sé si es algo bueno.
Pero me siento parte
en la medida
en que me identifico
con esa orfandad.
No sabemos quiénes somos
ni de dónde venimos.
Cada vez más solos
Gracias a la muerte.
Asumimos que no somos
de ningún lugar.
Tal es el desierto
del alma.
Y lo que me acerca
es esa certeza
De que nos sentimos perdidos.
La ciudad de Lima
es un juego mecánico,
una explosión de fuegos artificiales,
un polo nuevo
y una rosa aplastada en la arena.
Y mientras más me siento esa rosa,
más me siento parte de esta ciudad
sin rostro y sin nombre.
Huérfanos y extranjeros todos.
Alojamos un verbo en inglés
en el fondo de nuestro corazón
sin idioma y con la bandera del miedo
(nuestro único Dios).
No sé si nos da miedo
encontrar la ciudad vacía,
Pero caminamos solos
A pesar de estar rodeados.
La niebla llega y cubre los edificios.
Hay algo que se pierde,
Algo que se va.
Quizás es la vida que se nos ocurre
Como arena de mar.
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Poemas para una ciudad
PoesiaEstos poemas fueron escritos desde una ciudad para el mundo