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« ATAQUES »

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El silencio en el despacho de Dumbledore era sofocante. Incluso para Haly ese silencio era incómodo, demasiado diría ella.

Harry y Hanna Potter, de pie uno al lado del otro, la castaña intentaba mantener la calma, pero sentía confundida y ansiosa, algo que no podía controlar lo último. Tenia ataques de ansiedad en casos especiales, este parecía ser uno de esos episodios pero estaba a tanta presión que lo controlaba muy bien.

Lo único que pasaba por la cabeza de Haly era. “¿Porque yo?”

Regulus e Ivy estaban frente a ellos, mirando firme a Dumbledore y a los encargados del Torneo de los Tres Magos. Arianna y Rigel permanecían a un costado.

— Esto es una locura —la voz de Regulus era firme pero cada palabra cargaba una furia contenida—. No hay manera de que Harry y Hanna hayan puesto sus nombres en el Cáliz. ¡Son menores de edad, por Merlín!

Dumbledore, observó a Regulus con una expresión serena pero firme.

Hanna le dio una mirada a su hermano, Harry entendió por lo que agarro su mano y le dio un apretón sueve.

—El Cáliz de Fuego es un artefacto muy antiguo y poderoso, Regulus. Sus decisiones son vinculantes y no pueden ser revertidas. Harry y Hanna deben participar.

Hanna conocia a Regulus, desde su primer año, él le había enseñado cosas que un padre debería enseñar a su hija, pasar momentos vergonzoso con ella y eso era Regulus para Hanna, una figura paterna, un padre. Y sabía que Regulus jamás dejaría que Hanna o Harry pasarán por algo malo, como ahora mismo.

—Esto es una atrocidad — Regulus gruñó, su voz baja pero con toque de rabia contenida—. Ni Harry ni Hanna tuvieron nada que ver con esto. ¿Esperas que me quede de brazos cruzados mientras los envías a un destino incierto y posiblemente mortal?

Dumbledore, sentado tras su escritorio con su calma que lo caracterizaba, sostuvo la mirada de Regulus con algo de tristeza.

—No es una decisión que tome a la ligera, Regulus. Pero las reglas del Cáliz son inquebrantables. Si un nombre sale de él, debe participar en el Torneo. Así ha sido durante siglos.

Hanna cerró los ojos, Dumbledore tenía razón, ella había leído historias sobre todos los torneos, pero este caso era distinto, ¡ella no puso su nombre en el cáliz!

—¡Pero no fue su decisión! —exclamó Ivy, dando un paso adelante. Hanna trataba de controlar su respiración ante eso, esto era mucho de lo que ella podía controlar, quería que acabace esto rápido, Harry al notar eso empezó a trazar círculos con su dedo en la mano de su hermana. —. No pedimos que se hiciera una excepción por ellos, pero esto... esto no es justo. ¡Son solo unos niños! —espetó Ivy, avanzando un paso hacia adelante, desafiando con su sola presencia la autoridad que llenaba la habitación—. Estamos hablando de la vida de dos niños. Reglas o no, esto es una locura. No puedes sacrificar su seguridad por una tradición anticuada.

𝐄𝐍𝐂𝐇𝐀𝐍𝐓𝐄𝐃; Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora