Después de tragarse los fragmentos de Xuan Su,
Shen Jiu se encuentra de nuevo en el momento en que vio a Qi-Ge en la conferencia de la alianza inmortal.
Y ahora está decidido a vivir una vida mejor que la anterior.
La oscuridad que cubría sus ojos desapareció y su mirada cayó sobre su espada hundida en la espalda de Wu Yanzi.
¿Cómo regresó a este momento?
Lo último que Shen Jiu recordó fueron los fragmentos de Xuan Su desgarrando su garganta. Había soportado todas las torturas de la bestia sin darle la satisfacción de verlo sufrir, tampoco rogó nunca, sabía que se merecía esto. Tal vez fue el ciclo repetido de tortura por parte de la bestia lo que lo puso en una especie de extraño consuelo de que nada podía pasar ahora que no podía manejarlo, que el impacto del dolor cuando vio al Xuan Su roto fue tan grande.
Yue Qingyuan era una buena persona, no merecía esto.
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Una mano repentina en la muñeca de Shen Jiu lo sacó de sus pensamientos, mientras Yue Qingyuan lo jalaba y comenzaba a correr lejos del cadáver de Wu Yanzi. Cuando dejaron de correr, ambos respiraban con dificultad y estaban a una docena de li de distancia, solo entonces Shen Jiu se permitió mirar bien a Yue Qingyuan. Era más joven, más cercano a Yue Qi que al líder de la secta Yue Qingyuan. Vestía la túnica de discípulo sucesor de Qiong Ding.
Shen Jiu sintió una oleada de culpa y alivio que lo invadió. No creía que esto fuera un sueño, era demasiado realista para la creación de la bestia y no le importaba si lo era.
Shen Jiu intentó controlar su voz para que no temblara y decir el nombre que se había negado a volver a pronunciar décadas atrás.
"¿Qi-Ge?"
Yue Qingyuan se puso rígido y, lenta y renuentemente, miró a Shen Jiu a los ojos. "Xiao Jiu... ¿estás herido?"
Shen Jiu no sabía cómo responder, su cerebro se aferró al nombre familiar, y como si el agotamiento de toda una vida de fingir que no sentía se hubiera derrumbado sobre él, Shen Jiu se encontró incapaz de controlar sus emociones y las lágrimas corrieron por su rostro. Yue Qingyuan parecía presa del pánico al ver a su amigo llorando (¡Xiao Jiu nunca llora! A menos que esté fingiendo, pero estas lágrimas no eran falsas).
Yue Qingyuan se acercó sigilosamente al niño que lloraba, con su mano nerviosamente suspendida sobre él. "¡Xiao Jiu! ¿Qué pasa? ¿Estás herido? ¿Te lastimó...?"
"¡Te estaba esperando!"
Yue Qingyuan se congeló, "¡Te busqué! ¡Pensé que estabas muerto! ¡Pensé que tu cuerpo estaba reducido a huesos en una zanja que nunca encontraré!"
Ni siquiera pensó las palabras, simplemente salieron por sí solas, tal vez era el deseo de su mente a esta edad de obtener respuestas. No pudo reflexionar mucho sobre lo que quería cuando se vio envuelto en un abrazo de oso.
