Mi primer ExhibiMiedo que no da miedo pero si me aterra

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— Oye Tylor, en serio pensé que estabas dentro de unos cursos intensivos para ser bromista — Val mencionó haciendo una mueca de extrañeza mientras miraba a su amigo-compañero de trabajo.

Los dos estaban en el asiento de pasajeros dentro del carro de la mamá del chico monstruo de cuernos largos. Ella había sintonizado una estación de radio donde proliferaba la música pop de la época de los ochentas.

— Pues la verdad es que me metí a unos cursos externos que se supone eran pagados por Monsters, Inc. aunque creo que me enseñaban más a como convertirme en un payaso para dar shows a fiestas infantiles — dijo el rubicundo con frustración que después se esfumó a una de expectativa fascinación. — Pero ahora que la empresa va a impartir sus propios cursos, la situación se vuelve profesional y sería.

— Ojalá que así sea hijo — comentó la señora monstruo Tuskmon sin perder de vista el camino.

Después de dejar a Val cerca de su casa, los Tuskmon habían llegado a la suya donde Tylor fue directamente a su habitación con la intención de recostarse en su cama. El cansancio de la semana le había hecho mella.

Una vez que se dejó caer de espaldas en el colchón mullido y cerró sus ojos fue interrumpido por un pitido de su celular. Ignoro cabal notificación, no paso un segundo cuando otro timbre se hizo escuchar. De nuevo volvió hacer caso omiso tratando de conciliar el sueño. Y otra retahíla de pitidos una tras otra azuzó a que el monstruo colmilludo se dispusiera a agarrar su celular con refunfuño. Al prender la pantalla enseguida leyó el remitente de aquellos mensajes impertinentes: Duncan.

En automático, dio un sobresalto que hizo que se sentará de sopetón despabilando increíble su modorra. Un tenue sonrojo compareció en sus mejillas blancas. Abrió los mensajes leyendo lo siguiente:

Duncan: Universitario. Se me olvidó avisarte que fuiste elegido por mí para acompañarme al ExhibiMiedo este lunes.

Duncan: Universitario, responde.

Duncan: Universitario, contesta.

Duncan: Universitario, no me ignores.

Duncan: Universitario, da señales de vida.

Duncan: ¡Universitario!

¿Al ExhibiMiedo? ¿Este lunes? ¡Era sumamente pronto!

Tylor se puso nervioso haciendo que se le cayera el dispositivo tecnológico al colchón. Lo agarró cómo pudo y se empeñó en responder.

Tylor: Ok. ¿Gracias?

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Todo el fin de semana fue desastroso para el recién egresado de la universidad. Había estado inquieto que durante los breves revelos al negocio de ferretería de sus padres dio muestras de despistes que casi cobraba de más o de menos los artículos que vendía. Y qué decir de la comida, apenas pellizcaba un nimio bocado.

Al fin llegó el ansiado lunes que tanto deseaba que se demorará porque realmente no se sentía listo para estar al frente de un stand explicando algo que desconocía y era cuando reparo en que no nunca se le ocurrió preguntarle a Duncan ni como tenía que acudir vestido a pesar que en la noche del domingo este le enviará la dirección para llegar a tal centro de convenciones donde se efectuaría el ExhibiMiedo.

— Rayos — se lamentó estando al pie de la portentosa edificación ataviando un traje de sastre azul marino que pertenecía a su padre y que le quedaba corto del largo de los pantalones por la notaría diferencia de estatura con su progenitor.

Un autobús amarillo de índole colegial se aproximó a su posición estacionándose justo enfrente de él. De este, apearon un hombre monstruo corpulento y bonachón que bosquejaba una sonrisa de lado a lado.

Mis Gajes Monstruosos del OficioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora