El Pay de las Bromas Pesadas

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Estaba arrepentida de no haber podido asistir a la fiesta de Halloween que organizó su querido y amado jefe Michael Wazowski, pero justo ese día se le había atravesado otro compromiso que no tenía que faltar ya que se trataba de algo familiar que con mucho tiempo de anticipación lo habían planeado. Se había enterado que su vicepresidente se había disfrazado de un personaje icónico de la película taquillera de El Hobbit (que nunca la había visto) y que probablemente hubiera encontrado algún personaje para hacer pareja con él. Seguro que se había visto tan adorable.

Haciendo a un lado su frustración y usando sus habilidades culinarias se dispuso a hornear un delicioso pay de calabaza como compensación a su inasistencia y que con mucho cariño se lo iba a regalar al monstruito verde y además que sería una excelente excusa para compartir algo con él. Celia Mae jamás se iba a quedar de brazos cruzados. Ya se imaginaba como le daba de comer una cucharada con un pedazo generoso de su exquisito pay a la boca de Mike. Se moría de ganas por hacerlo.

Decorado con hojas naranjas de otoño hechas con fondant y colocado en un bonito recipiente, la mujer serpiente llevaba el suculento postre a su oficina y como siempre había llegado a ella a primera hora lista para esperar al señor Wazowski. Cuando arribo al pasillo que la conduciría a su área de trabajo, el teléfono de la oficina de sus compañeras secretarías sonó sorprendiéndola por la hora matinal. ¿Quién llamaría tan temprano? Cómo no había nadie, no le quedó de otra alternativa más que contestar que al hacerlo su rostro se congeló. Una vez que descolgó, tuvo que dar vuelta atrás para apresurarse a su nuevo cometido, aunque le preocupaba el hecho de cargar aún con el pay porque se le fuera a caer.

En el camino, un chico monstruo alto que apenas reconoció (y eso porque no hace mucho se había entrevistado con sus jefes en su oficina y fuera un prometedor asustador) andaba caminando en dirección a ella.

— Buenos días señorita Mae. Me preguntaba en donde se van a impartir las clases para ser Bromista Profesional.

— Oh. Tu eres el chico nuevo — una sonrisa de alivio ladeó en su bonito rostro aún congestionado por la angustia. — Me harías un gran favor si te encargo mi pay. Es para el señor Wazowski.

— Pero... ¿las clases?

Celia soltó una risita gentil. — No te preocupes, eso será hasta al final de la jornada laboral en la sala de juntas en este mismo piso — señaló un par de puertas grandes a un lado de ella.

— Gracias.

— Toma — le pasó su platillo dulce a las manos azules del joven monstruo. — Solo mételo en algún refrigerador de tu área para que se conserve.

— ¿Y cuando te lo entregaría?

— Yo paso a tu departamento en el transcurso del día — y antes que Celia se retirarse le propinó un ligero beso en la mejilla de Tylor que esté se quedó avergonzado. —Te lo agradezco mucho.

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— ¿Sucede algo Val?

La chica monstruo pelirroja miraba distraída a la única ventana que contaba el edificio de mantenimiento.

— Solo me preocupaba por Tylor. Ya se tardó y él es muy madrugador — repuso sin dirigirle la mirada a Cutter.

La risa socarrona de Duncan retumbó en el área llamando la atención a las dos técnicas. — De seguro su alarma no sonó y se quedó dormido — se recargó en el respaldo de su silla acojinada de oficina que le quedaba grande haciéndole parecer un niño travieso y más que acariciaba envidiosamente a su mascota peluda Roto en su regazo. — Hay de dos, una, que venga y reponga el tiempo perdido quedándose más tarde y dos, que no venga y le descuenten el día.

Mis Gajes Monstruosos del OficioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora