La vigilia

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La luz del hospital bañó el rostro de Bible, despertandolo suavemente. Al abrir los ojos, encontró a Jes sentado a su lado, su mano entre las suyas, su mirada llena de cariño y preocupación. La calidez de su presencia fue un consuelo instantáneo para el alma de Bible.

Pero en un segundo la confusión se apoderó de él, su mente nublada por la incredulidad. ¿Cómo había llegado Jes allí? Creyó que había destruido ese puente, que él lo había abandonado a su oscuridad, que lo había empujado demasiado lejos. Pero allí estaba, su mirada cálida y su sonrisa suave, ofreciéndole un refugio para sus heridas.

-Hola -dijo Jes, con una suavidad que calmaba el tormento-. Estás seguro ahora.

Bible intentó hablar, pero su voz fue un susurro roto, un lamento desgarrado que revelaba su vulnerabilidad.

-¿Cómo? -logró articular, su voz temblando-. ¿Por qué estás aquí?

Jes apretó suavemente su mano, su tacto una promesa de seguridad y protección.

-Tu mamá me llamó -explicó, su voz llena de empatía-. Estaba preocupada por ti. Vine de inmediato.

La memoria de Bible comenzó a retornar, y con ella, el dolor y la soledad. Recordó la sensación de haber perdido a Jes, de haberlo alejado con su oscuridad. La culpa y el arrepentimiento lo inundaron, pero la mirada de Jes lo tranquilizó.

-No querías verme -pronuncio Bible, lleno de culpa y vergüenza, su voz apenas un susurro.

Jes negó con la cabeza, su mirada firme y segura, desmintiendo las dudas de Bible.

-Nunca dije eso, Bib -aseguró
-. He venido para cuidarte -apartó el largo pelo de Bible de su cara. -Por favor no te avergüences. Solo déjame cuidarte.

Bible se sintió abrumado por la emoción, una mezcla de alivio y gratitud.

-Lo siento... Yo creí que tú... -balbuceó, sin saber cómo expresar su confusión y dolor.

Jes se acercó, su rostro reflejando comprensión y empatía.

-Es mi culpa por haber desaparecido justo cuando te dieron el alta -admitió-. Me sentí impotente, Bib. Me culpé por lo que te sucedió.

Bible necesitaba una explicación, y se dio cuenta de que realmente la quería.

-¿Qué te pasó? -preguntó, lleno de curiosidad y preocupación.

Jes suspiró pesadamente, su cansancio evidente.

-Estuve caminando sin parar, sin saber qué hacer para ayudarte, para hacer que ese hombre pague -confesó-. Me sentí perdido, Bib. Pero entender que no podía hacer nada me estaba consumiendo.

-Pero no es tu culpa -Bible se quedó allí un momento, aturdido por lo que Jes acababa de decir -no puedes culparte por lo que ese hombre me hizo.

-Siento que si esa noche, hace un año atrás no me hubiera alejado de tí, todo esto habría sido diferente -en su mirada se veía el remordimiento -siento que no te protegí, que te falle.

-Pero, no lo hiciste -Bible intentó incorporarse en la cama pero su cuerpo estaba muy débil por lo que solo lo miró con determinación a los ojos -estuviste para mi cuando más lo necesite -bajo la mirada a sus manos juntas, un nudo se hizo en la boca de su estómago -y, justo ahora me salvaste la vida.

Jes miró a Bible, sus ojos llenos de lágrimas.

-Eso no es cierto -murmuró -te salvaste tú solo. Realmente quieres vivir. Estás tocando fondo, pero esto no es quien eres. Lo sé

FOTOGRAFÍA DE UN CORAZÓN ROTO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora