Lunático. (HeeJake) MN#6

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JAKE

Cuando volvieron con la comida, el sol ya se estaba poniendo, pintando el cielo de naranjas y rosas que parecían sacados de una película.

Se saltaron la comida en la pequeña cocina y optaron por sentarse alrededor de la mesa de café, donde observaron a Sunoo comer como un hombre que acaba de ser encontrado en una isla desierta.

Después de la cena, volvieron a llamar a Somi para que les diera por fin la primicia de Boseman.

—¿Qué tienes? —preguntó Heeseung, dirigiendo su pregunta al teléfono situado en el centro de la mesa.

Jake estaba ahora sentado en el pequeño sofá, con la cabeza de Heeseung en su regazo. Sunghoon y Sunoo seguían sentados en el suelo, mientras Sunoo rebuscaba entre las sobras, tarareando alegremente cuando encontraba algo que antes se le había escapado.

Somi hizo un sonido de disgusto. 

—¿Después de una inmersión profunda en este tipo? Probablemente sea algo de lo que necesite una ducha de descontaminación y una inyección de penicilina para deshacerse. Es una basura. Lo peor, literalmente. Una bolsa de mierda en llamas. Se merece bajar por un tobogán hecho de hojas de afeitar a una cuba de alcohol. Espero que sus genitales se infesten de mag-

—Concéntrate, S —dijo Sunghoon—. ¿Qué encontraste?

Sunoo sonrió a Jake.

—Una hoja de afeitar deslizada en alcohol. Debería enviarle un  mensaje de texto a Avi, se emocionaría mucho. Apuesto a que Minho le ayudaría a hacer uno.

Jake asintió, sonriendo ante la ceja levantada de Heeseung. Estaba claro que no estaba familiarizado con el particular nivel de profesionalidad de Somi ni con la horripilante excitación de Avi por los nuevos y excitantes dispositivos de tortura.

Desde luego, estaba recibiendo un  curso intensivo.

—No sé ni por dónde empezar con este tipo —dijo Somi.

—Empieza por lo básico —dijo Heeseung, dando un zumbido bajo de aprobación cuando Jake empezó a peinar sus dedos por el pelo.

Jake sonrió, viendo cómo los párpados de Heeseung se cerraban.

Jake sabía que Sunoo y Sunghoon estaban burlándose de ellos dos, pero no le importaba. Alguien quería a Heeseung muerto, tres personas, en realidad. Posiblemente más.

Jake sabía mejor que nadie que no había garantías en la vida y que incluso una vez que descubrieran lo que estaba pasando, eso no les garantizaba ningún tipo de seguridad.

La idea hizo que Jake comenzara a sudar frío. Le hizo querer aferrarse  un poco más.

Además, nunca había sentido este nivel de satisfacción. Había pasado toda su vida buscando el siguiente subidón de endorfinas, buscando algo con lo que pudiera entretenerse, una larga estafa en la que la recompensa química lo mantuviera hasta que necesitara otra distracción.

Ahora, tenía a Heeseung, y su extraño empuje y atracción era toda la recompensa que necesitaba. Había cambiado la epinefrina por la dopamina y la serotonina y ya era irremediablemente adicto.

Volvió a pensar en la tarea que tenía entre manos. Nada de esto importaría si no averiguaban qué demonios estaba tramando esa gente.

Se oyó el familiar sonido de las uñas sobre las teclas y entonces Somi dijo:

—Abróchense el cinturón, pastelitos. Mel Boseman. Cincuenta y un años. Vendedor de coches usados. Cinco hijos. Dos exesposas. Una esposa actual. La primera esposa murió en circunstancias misteriosas tras intentar divorciarse de él y llevarse a sus tres hijas.