Lunático. (HeeJake) MN#6

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JAKE

Jake seleccionó el nombre de Somi tres veces antes de soltar el celular de nuevo sobre la mesita.

Heeseung parecía decidido a rechazar su ayuda, aunque les facilitara la vida a los dos. Pero así era Heeseung. Testarudo. Decidido. Distante. Un gran dolor en el culo. Siempre tomándose libertades.

Pero eso era culpa de Jake.

Él había creado este juego. Él había hecho las reglas. Su primera noche juntos se suponía que era su única noche juntos. Totalmente extraños. Sin compromisos. Así era como Heeseung había conseguido que Jake admitiera que sólo salía con hombres fáciles de olvidar, fáciles de manipular y controlar durante una noche, porque su vida ya era suficientemente complicada.

Porque ser un asesino a sueldo −un psicópata− hacía difícil renunciar al control, aunque fuera lo que realmente le gustaba. Ser manoseado, coaccionado, empujado un poco.

Y esa noche, Heeseung había hecho precisamente eso.

Había dicho todas las cosas correctas y había hecho todas las cosas correctas, lo había provocado y jugado con él hasta que no supo qué lado estaba arriba o abajo, y se suponía que fuera el final de ello.

Incluso cuando se habían vuelto a encontrar en aquella sala de conferencias y se habían dado cuenta de quiénes eran el uno con el otro, no había importado.

Heeseung había rechazado la oferta de trabajo de su madre. Pero luego había cambiado de opinión y esa única noche se había convertido en otra y otra. Porque Jake le había dicho exactamente cómo excitarlo, y Heeseung se negaba a dejar de usar ese conocimiento contra él.

Pero no iban a trabajar juntos como pareja.

No podían.

Ya era bastante difícil mantener las mentiras que le contaba a su familia y al resto del mundo, pero ¿Traer a otra persona que también tuviera que mantener las mentiras? No era justo y no era seguro para la familia.

Al menos, eso era lo que Jake se decía a sí mismo.

Su teléfono −su teléfono “de trabajo” − vibró sobre la superficie de  madera. Jake pulsó el botón de responder y lo puso en altavoz.

—No tengo mucho tiempo —dijo Jake a modo de saludo.

—Sé que ninguno de ustedes tiene sentimientos, pero ¿Podrían al  menos fingir que siguen las normas sociales cuando hablan conmigo?  —refunfuñó Sunoo.

Jake frunció el ceño ante el teléfono.

—¿Qué?

Sunoo resopló.

—No te mataría saludar.

—Eso no lo sabemos —reflexionó Jake —. Pero hola. ¿Dónde está papá?

Jake se reclinó en su silla, metiéndose en el personaje, con muchas ganas de sacarse a Heeseung de la cabeza. Sacó el cuchillo de su bota antes de tomar un lápiz de la taza, comenzando a tallar y sacar pequeños pedacitos de él.

—¿Dónde estás? —preguntó Sunoo mientras el aire acondicionado arrancaba, con el zumbido llenando la pequeña habitación.

—En el hotel —dijo Jake, sin ofrecer más adornos. No era exactamente una mentira. Era como un hotel. O tal vez un dormitorio. Construido para la funcionalidad, no para la comodidad.

Aun así, tenía su propio baño y una cama de matrimonio. Imaginó que  los estudiantes no tendrían lo mismo. Así que, aunque no era lujoso, era mucho mejor que algunos de los otros pozos de mierda en los que se había despertado a lo largo de su vida.