Primer día de clases

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Y como prácticamente todas las historias, todo empieza con el primer día de clases...

Pues... nada. Realmente escribo esto porque en sí no tengo nada que hacer. Estoy algo deprimida (siempre, eso ya no es novedad) y tengo ganas de desahogarme escribiendo: eso siempre me ayuda. Escribir es mejor que no comer o pasarme el día escuchando canciones tristes para deprimirme más. Pero ¿qué pasa? Simplemente no estoy inspirada, así de sencillo. ¿Y qué me queda hacer? Relatar cómo fue mi primer día de clases en mi último año de la secundaria. Tal vez de esto pueda sacar alguna conclusión o reflexión.

Bueno, vamos a empezar:

Nada fuera de lo normal de un primer día de clases: me levanté a las 5.45 para bañarme, vestirme con el -horrendo, si es necesario un adjetivo- uniforme de la escuela, arreglarme lo mejor posible, desayunar e ir a la escuela SOLA, como todos los años. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: no tengo amigos. Soy una completa marginada. No más, no menos.

Al llegar a clases, me di cuenta de que había llegado algo temprano -algo muy raro en mí, ya que siempre llego tarde a todos lados-. Me senté en una de las primeras butacas del salón ¿por qué no sentarme hasta atrás, como hacen todos los demás? Simple: se sientan atrás para poder platicar mejor con sus amigos, o platicar por chat y no les llamen la atención los profesores; yo no tengo amigos con los que platicar (creo que eso ya lo había escrito antes), ni en persona ni en chat. Mejor me siento adelante para poder poner mejor atención a las clases y no salir baja este último año.

En fin, cuando ya estaba sentada en una de las bancas de adelante, pasó algo que no tenía previsto: Thalía se sentó al lado mío. Si. Thalía Aguirre se sentó al lado mío. ¿Que no se supone que ella me caía mal y yo a ella? Nos saludamos con una sonrisa más fingida que las novelas que pasan en la tele a media noche, y nos volteamos cada una por su lado.

Como todos los primeros días de clase, nos hicieron una actividad "de convivencia" para conocernos mejor (¡Por Dios! ¡Nos conocemos desde hace doce años! Bueno, algunos entraron después, pero, ¿quién no se conoce a la perfección desde hace tantos años juntos?); pero yo sé que es más bien una actividad "psicológica" para ver qué tan mal estamos como sociedad, como grupo y en la cabeza.

Al grano: hicieron esa actividad formando parejas, y -no sé muy bien como-, terminé formando pareja con Thalía. (Si: la Thalía la que supuestamente me odia desde que me vio por primera vez entrando al aula el primer de clases en segundo de primaria: yo era nueva y ella ya estaba desde el kínder. Y luego me odió todavía más cuando se enteró de que al terminar el curso de ese año, gané el diploma de primer lugar en conocimiento y ella el segundo solo porque saqué un diez más que ella ¿Qué estúpido, no? Y desde ahí me odia total y completamente). La actividad consistía en formular quince preguntas que cuestionaran cosas sobre nosotros, que no fueran tan obvias, pero tampoco uno de nuestros más grandes secretos (como por ejemplo: ¿Cuál es mi color favorito? o, ¿Cuándo es mi cumpleaños?), se las diéramos a nuestra pareja a contestar y, cuando acabáramos, le dijéramos en qué habían acertado y en qué no. Las dos tuvimos todas las preguntas correctamente contestadas -después de tantos años, nos conocíamos a la perfección-.

Después de esa actividad toda rara que me tocó hacer pareja con Thalía, salimos al receso. Para mi sorpresa, Thalía me agarró del brazo y me mantuvo y me mantuvo a su lado todo el recreo: que si Amor esto, que si Amor el otro... ¡No me soltó ni me dejó en paz todo el recreo! Es más, no solo en el recreo estuvo pegadísima a mí, sino que todo el día. No me perdió de vista ni un segundo. ¡Hasta me quiso acompañar a mi casa! Pero yo no la dejé y le dije que mañana no veríamos en la escuela.

Bueno, en realidad no entiendo como para qué quería estar sola si no tengo amigos, no tengo a nadie... Creo que ya sé porqué quería que Thalía me dejara en paz: porque estoy acostumbrada a estar sola, nunca hay nadie a mi lado con quien platicar o pasar el rato, y el hecho de que una persona me tomara en cuenta, me hacía sentir rara y hasta incómoda. Este cambio tan radical de la noche a la mañana –literal-, me tomó completamente desprevenida.

Además, Thalía -si soy sincera-, nunca me ha caído mal, nunca la he odiado -y al parecer ella a mi tampoco, o eso es lo que quiso aparentar, pero yo sé que sí. A lo mejor y ya maduró y quiere hacerlas paces conmigo-, simplemente no la trataba y ya. Al terminar las clases, como no la dejé acompañarme a casa, Thalía se despidió de mí como si nos hubiéramos hablado desde que nos conocimos. Eso es en verdad raro.

Solo espero que no sea algo pasajero y no pase de mí como todos a lo largo de toda mi vida. Quiero que me pueda ver como su amiga y yo a ella. Quiero dejar de ser la rara, dejar de ser la a abandonada, la marginada... Solo quiero tener una amiga de verdad, ¿es tan difícil? Yo creo que sí, porque no tengo una, si fuera así de fácil ya hubiera tenido varias.

Tal vez si Thalía me sigue tratando así, algún día llegue a acostumbrarme y al fin poder tener una amiga de verdad...

-Con todo el aburrimiento y esperanza de tener una amiga, la marginada de Amor

Prometo Extrañarte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora