CAPÍTULO 01

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Me encontraba en la fría pieza de mi habitación, contemplando la fría cara de mi padre, encontrando entonces el fuego de sus palabras.  Gritando por mis ojos a cualquier cosa que estuviera detrás de esas sombras que me ayudaran.
No hubo respuesta, pero mi padre siempre encontraba formas de deshacerme, como la nieve cuando era tocada por el sol y siempre encontraba  la forma de repararme haciéndome un poco menos yo.
Las sombras se retuercen y me cantan, los vientos me susurran y un amanecer naranja aparece  en el punto más bajo del cielo borrando todo paso de oscuridad  y dándole bienvenida al fin de una tortura.
Me ubicaba cerca de las puertas del salón, espero que la reunión terminara temprano, mi padre el general sentía una enorme satisfacción al verme ahí, sabiendo cuánto podía doler mi costilla recién "sanada" por ser una torpe y caer de las escaleras, según su explicación, parecían reacios a seguir creyéndole. Esperaba un día que así fuera.
Grettel posicionada frente a él habló:
—Hay que encontrarlos a todos y cazarlos.—me vio de reojo— tu hija no debería estar aquí y bien deberías saberlo.
Una incomodidad se profundizó en mis entrañas, yo definitivamente no quería estar aquí.
—Sabes Grettel para ser simplemente una sargento más, hablas mucho como alguien cerca de mi rango.
Sus palabras iban llenas de ácido, de hielo frío que te congelaba los huesos. Mi padre era-es- cruel no le importaba nada más que seguir haciendo en posiciones y poder. El matrimonio de mis padres fue eso, un trato para él mismo, donde mi madre solo era una yegua para darle hijos, aunque la tercera –yo– fue el verdadero milagro, mis hermanos tuvieron que ser desechados por enfermedades que ni siquiera un sanador poderoso podría curar y eso hizo que mi padre quedar como alguien que no era apto. mi madre me cuido por siete años, antes de que la enfermedad agria se la llevara.
Y todo lo que podía pensar fue que era niña, una mujer, debilidad era lo veía él, y sin dudas necesitaba que fuera un hielo como lo era al tipo que llamaba padre.
Una risa me saca de mis pensamientos y veo a Grettel levantarse.
—¿Sabes lo que creo?—su voz es suave pero no carece de profundidad y firmeza.
—Ilumínanos Grettel.—Su voz fría y llamiante de sarcasmo se filtraba por mis poros.
—Que tu hija no es torpe, no creo que lo sea desde que cumplió cinco. El cuartel habla y nadie te cree sobre eso–sus ojos se posan sobre mi dos segundos antes de desviarse de nuevo a él–, bien podrías mandarla a la academia de jinetes, tiene dieciséis, sería mejor que se gradúe antes.
Sostengo la respiración dos segundos antes de escuchar su continuación
—Es mejor a que termine muerta por su propio padre, nosotros somos leales al monarca y somos parte del  consejo, no hemos dicho nada sobre ti y tu comportamiento, pero no voy a verla marchitarse más.
Sus palabras se me clavan en el esternón y por primera vez siento esperanza, que aquellas sombras eran capaces de oír y ayudarme.
Mi padre se rasca la cabeza y su fría sonrisa me estremece y quiero salir corriendo.
—Bien, mientras te calles la puta boca, y no vayas con chismes, puede irse.
Mi respiración se agita lo mínimo para que no se den cuenta y por primera vez mi interior deja de ser frío y desolado, ha empezado a deshilarse o eso es lo que creo.
Esa última noche me encontré una vez más en mi fría habitación contemplando su rostro carente de cariño y su boca llena de fuego hiriente, sus golpes no se sintieron tan malos, por primera vez sentía que sus golpes era el primer paso a algo mejor a un mundo nuevo.

El momento ameritaba valor líquido o eso pienso, pero no le di importancia mientras me sumergía en la cueva oscura, tenía un tremendo olor a familiaridad. La misión consistía en encontrar una larva luminosa que ayudaba a hacer una especie de lámpara natural que durará la mayor cantidad de tiempo para no prender fuego y alertar a nuestros enemigos.
Mis compañeros parecían no saber nada sobre estos bichos así que me sorprende que pasaran la prueba de ingreso básico.
Volteo hacia la derecha para percibir a Diariam una de las pocas chicas que sabía en realidad de quién era hija y decidió sentarse a mi lado en el almuerzo aquel primer día de escuela.
A pesar de que entré tarde a ello, Grettel decidió dar una carta de recomendación después de hacerme algunas pruebas básicas en el cuartel de la capital, y dije que no le decepcionará por darme una oportunidad.
El colegio fue una tormenta de nada y de todo, donde no podía adaptarme a estar tan rodeada después de pasar toda mi infancia con educación en casa y sobre todo militar. Me di cuenta que ya no era fácil hacer amigos y me encontraba tan carente de emociones como lo era mi padre.
Me gradué de honores y la prueba para la academia fue más fácil de lo que pensaba, estuve por muy encima de la nota de prueba y un poco más de lo que era el tope, todos pensaron que era trampa  o que había hecho trabajo sucio debajo de la mesa después de que se dieron cuenta de quién era hija.
Aunque ninguna de esas cosas era cierta, repetí el examen 5 veces en diferentes días, con diferente personal, y en todas salía más alta que la anterior, dejaron de pensar eso y entré rápidamente,
Diariam y yo fuimos las notas más altas y después de cinco años de amistad fue fácil decidir qué queríamos ser jinetes de dragón específicamente.
Con el paso de los años, la tierra empezó a adaptarse nuevamente al cambio, el dragón no solo fue el único ser "mítico" en renacer, los grifos fueron los siguientes en resurgir y eran igual de inteligentes de que los dragones, ellos se volvieron parte importante para la guardia militar en todos los aspectos.
Diariam me volvió a ver como diciendo: "es un equipo de mierda y tenemos que hacer toda la mierda nosotras también" me reí en voz alta, haciendo que el eco de la cueva sonará mucho más fuerte de lo que pretendía.
—¿Qué fue eso?—la voz de Gramd hace que ponga los ojos en blanco.
Si en definitiva es un equipo de mierda. Me concentro en toda la húmeda pared hasta dar con pequeño agujero no tan profundo pero si lo suficientemente para poder albergar al pequeño bicho que buscábamos .
—Si le tienes miedo al eco de mi risa, tal vez no deberías ser militar.—mi voz suena fría en mis oídos y lo que escucho lo odio.
—¿Alguna vez vas a desarrollar algún tipo de simpatía?—Gramd dice con una voz chillona por el miedo.
No contestó su pregunta, concentrándome en el hueco que estoy trabajando, le pido a Diariam que me pase las herramientas necesarias y empiezo el trabajo.
—¿Cómo sabías dónde buscar y qué eran?
Mi amiga más fiel hace un tipo de gruñido antes de responder.
—Si tú no sabes la supervivencia básica ahórranos a todos cuidar de tu trasero y vete hacer algo menos peligroso.
Diariam es igual de exigente que yo, pero sin duda decora las palabras para que no suene frías.
Después de un rato en silencio, el cual puedo jurar que es un récord siento la más fina ráfaga del movimiento de la boca de Gramd y antes de que pueda hablar lo hago yo.
—Háznoslo un favor y cállate por una hora más, que los grandes sabios se apiaden mi alma si te vuelvo a escuchar hablar, se supone que deberías hacer silencio, aquí y ahora.
La tensión del ambiente está al límite y si lo golpeara con el pequeño mazo que tengo para romper más el hueco, se reventaría con un latigazo.
Por fin termino de sacar la larva del tamaño de una bola de futbol, comienzo a romper sus escamas y su luz hace presencia.
Lo metemos en la esfera de cristal hecho para él y se lo pasamos a Gramd para que salga con los demás, antes de salir de la cueva siento la oscuridad ondear, volteando hacia ella veo un pequeño movimiento. Estoy atenta y sin embargo no tengo la ansiedad antes de un ataque, como si mi adversario no fuera a lastimarme. Veo el destello de dos iris dorados.
¿Un dragón? No puede ser, las montañas rocosas de tras de Tyrakion las usan para criar a sus huevos, la cueva no es más grande para una cría temprana.  Cuando estoy apunto de acercarme sus ojos se desvanecen y la voz de Diariam me hace volverme hacia ella.
—¿Qué haces? Hay que irnos –la urgencia se hace evidente en su voz, y sé que quiere llegar de primera.
—Te sigo— le señaló con la barbilla antes de girarme de nuevo hacia la oscuridad y puedo percibir que todavía me ven, pero la oscuridad siempre ha parecido mi amiga más cercana.
Con eso salgo, doy un fuerte respiro y sigo la misión prueba que tenemos en manos. Sin embargo, la sensación de que alguien me ve me sigue hasta el final del día.

CENIZAS DE UN IMPERIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora