𝐃𝐨𝐬

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Arianne ya tenía todo empacado, sus dedos recorrieron las paredes de su cuarto, como un recordatorio que sería su ultima vez allí, y que con ello, moría una parte de su pertenencia.

Cerró los umbrales cuando su doncella le informó que el carruaje estaba preparado y listo para abordarlo, la princesa asintió, su corazón se apretó hasta tal punto que le dolió brutalmente el pecho, llevó su mano allí cuando observó a sus padres, esperando para despedirla.

Helena lo hizo, saludó a sus padres por ultima vez en un tiempo, cariñosamente como era típico en ella, la inocencia brillando en sus ojos, entonces alzó la finalización de la tela de su vestido, para ascender por las pequeñas escaleritas que eran parte del carruaje, perdiéndose dentro de la construcción elegante.

Las orbes de Arianne se fijaron en sus padres, cuyo rostro desesperado rogaba plegarias para que se acercara, para que se despidiera de ellos, deseando abrazarla y besarla, asegurarle que la amaban con tanta fuerza que harían todo por ella y más.

Pero no sucedió.

Como la princesa había prometido, se montó al carruaje sin despedirse, una expresión cruda en su rostro mientras lo hacía y cuando tomó asiento dentro junto a su hermana, tampoco se tomó la molestia de observar a sus progenitores por la gran ventana a su costado.

— Arianne... — la pequeña susurró, sabía que era una reprimenda suave pero prefirió no comentar.

— No.

Aquello fue seco y cortó toda conversación futura sobre el tema, dejando en claro que no existía argumento posible que la hicieses cambiar de opinión.

Cuando el carruaje comenzó a andar escuchó el gran sollozo roto de su madre, aquello le partió el corazón pero no cambió su sombría expresión ni su opinión.

La habían entregado como una esclava, como si fuese nada mas que un costal de papas, jamás los perdonaría por ello, por mas que el sentimiento la desgarrase.

El viaje fue de semanas, se detenían cuando era necesario dormir, arreglarse y bañarse correctamente, no hubo mucha conversación, todo el ambiente se sentía tenso y Arianne traía un humor espantoso al saber que en poco tiempo llegarían a su desolado destino.

La ultima hora antes de su llegada fue menos tensa, Helena le sostenía cariñosamente la mano mientras dormía sobre el hombro de su hermana, la princesa mayor buscó consuelo en eso, en saber que tendría a su pequeña junto a ella todo el tiempo posible.

Fue fácil asumir la llegada a King's Landing, apestaba a mierda, la gente era descortés y grosera, los insultos y gritos volaban en el aire mientras los comerciantes lucían sucios y desgastados, sin contar el cuchicheo de la plebe.

Helena hizo una suave mueca de disgusto cuando el carruaje trancó en el lugar más pestilente de la ciudad, Arianne respiró por la boca, maldiciendo como lo había hecho desde su partida de Dorne. La calesa avanzó, continuando su camino mientras el castillo se hacía cada vez más grande, entonces observó los dos banderines principales de un color negro y rojo, el símbolo de la casa Targaryen con los dragones de tres cabezas alumbraron, la mayor de ambas princesas dejó escapar un suspiró ahogado cuando llegaron a destino.

Helena soltó suavemente su mano.

— Tú puedes, siempre puedes con todo, esta no será una excepción, hermana.

La heredera de Dorne asintió, su corazón se apretó cuando la puerta fue abierta por un guardia de la fortaleza, entonces el mismo le ayudó gentilmente a descender del carruaje, los ojos le ardieron brevemente por el sol y le molestó que el cielo estuviese nublado y el clima fuese cálido.

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⏰ Última actualización: 7 hours ago ⏰

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