6. Unas flores amarillas.

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Después de casi dos horas de formalidades, la reunión había terminado. Aquella tarde, médicos, consejeros y la presidenta se habían reunido ante numerosas quejas. Patricia se levantó de su asiento con elegancia, recogiendo sus cosas con movimientos lentos pero directos. Aún se podían escuchar los murmullos de los médicos mientras salían de la sala. Patricia sabía que aquella reunión no había servido de nada, era imposible tomar una decisión que fuera agradable para ambos lados. Había defendido las medidas que debía defender, dando la cara por su propia gestión, pero no tenía claro que estuvieran haciendo las cosas lo mejor que podían.

Patricia levantó la vista, cruzando miradas con Néstor que, a diferencia del resto de los presentes, no se había levantado de la mesa y fingía, bastante mal, según pensó ella, revisar los papeles que les habían entregado al inicio de la reunión.

Patricia puso camino hacia la puerta, pudiendo escuchar las distintas conversaciones que mantenían los presentes aún en la sala. Había aprendido a lidiar con el descontento y las críticas, no le afectaba. Con lo que sí que no había aprendido a lidiar todavía era con la atenta mirada de Néstor y con tener que fingir que no habían estado a punto de ser algo que ya nunca serían.

—Señora presidenta. —La voz de Néstor la detuvo justo antes de salir—. ¿Tiene un segundo?

Patricia se dio la vuelta, viéndolo acercarse. Cuando este estuvo a su altura, Patricia salió de la sala, quedándose en el umbral de la puerta, seguida por él.

—Me pillas un poco liada. No tengo mucho tiempo. ¿Qué quieres? —Dijo mientras se colocaba la chaqueta.

Para la sorpresa de ella, Néstor extendió la mano, en señal de saludo.

—Bueno, déjeme presentarme primero, soy el doctor Néstor Moa, encantado de conocerla. —Dijo, con una formalidad exagerada, como si de verdad estuvieran saludándose por primera vez.

Patricia lo miró con sorpresa con una mueca que delataba incredulidad. No pudo evitar que una ligera sonrisa escapara de sus labios ante aquella irónica situación. Había sido su médico, se habían odiado, habían reído, habían debatido en televisión, se habían enfrentado pública y privadamente, se habían besado, habían compartido una exclusiva en las noticias, había pisado su casa, la había cuidado y, después de todo aquello, se estaba presentando frente a ella.

—¿Esto es en serio? —Preguntó ella.

—¿El qué? —Dijo él, haciéndose el loco.

Patricia, aún con una sonrisa, le estrechó la mano, entrando al juego que él había decidido empezar.

—Muy bien, vale. —Dijo aceptando aquel juego—. Patricia Segura, presidenta de la comunidad, mucho gusto. Aunque creo que ya nos habíamos visto en alguna ocasión, ¿no?

Patricia soltó su mano con suavidad, cruzando los brazos.

—Puede que sí, igual alguna que otra vez nos hemos cruzado por aquí.—Respondió Néstor, bajando la voz y acercándose un poco, con un gesto que delataba complicidad—. Pero no estoy seguro de haberme presentado correctamente.

—Ya, la verdad es que no eres muy bueno para las formalidades. ¿Qué querías, entonces?

—Nada, solo es que quería repasar con usted alguno de los puntos que hemos hablado en la reunión, hay cosas que no me han quedado demasiado claras y bueno... Creo que tengo mejores propuestas.

—Mejores propuestas... Bueno, puede hacer un escrito y enviármelo. Y ya le llamaré si tengo un hueco en mi agenda.

—La hacía a usted más receptiva con sus ciudadanos, presidenta.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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